Cuaderno de venta

El peligro de hablar más de la cuenta: la insurgencia del mercado con el BCE

La divergencia entre los mercados y la visión del Banco Central Europeo (BCE) sobre los tipos de interés está alcanzando niveles preocupantes que, tarde o temprano, van a provocar un ajuste brusco de uno o el otro.

Sede del BCE en Fráncfort.
Sede del BCE en Fráncfort.
DPA vía Europa Press

El Banco Central Europeo (BCE) mantiene un serio problema de credibilidad. La transmisión de sus mensajes a los mercados no es todo lo fluida y clara que debería quizá porque algunos gobernadores hablan más de la cuenta, como ha vuelto a demostrarse esta semana, en la que los inversores han tenido en sus pantallas una versión y la contraria en cuestión de horas. No es lo mismo subir los tipos de interés en 50 puntos básicos "varias veces" que hacerlo una sola vez y a verlas venir. Si el martes nos amanecíamos con la noticia de una subida de tipos de solo un cuarto de punto para marzo, según publicó Bloomberg 'off the record' citando a miembros del consejo, el jueves se reproducían las soflamas 'agresivas' 'on the record' desde Davos. 

El gobernador Klaus Knot (Países Bajos) dijo que los mercados estaban infravalorando los movimientos del BCE que lidera la francesa Christine Lagarde con un discurso tajante: "No se detendrá después de un solo aumento de 50 puntos básicos, eso es seguro". Acto seguido, François de Villeroy (Francia) aseguraba que la "orientación" que se dio el 15 de diciembre -varias subidas de 50 puntos- era la correcta. Y finalmente, la propia Lagarde insistía en lo mismo y en que la inflación era demasiado alta. Todo ello aderezado con la publicación de las actas de la última reunión del BCE en la que se recogía el acuerdo de transmitir una "comunicación reforzada" de la determinación por restringir las condiciones financieras.

Lo cierto es que tanto unos como otros están hablando más de la cuenta con la intención, no lo olviden, de influir en la curva de cotizaciones mientras llega la siguiente reunión de política monetaria. El BCE tiene personalidad múltiple y eso está desconcertando a los mercados que no se creen lo que dice, como reflejan las cotizaciones de los bonos, las acciones y de la financiación mayorista representada por el Euríbor. Si la orientación de 100 puntos básicos de subidas de tipos es cierta, eso situaría las tasas oficiales en el 3,5% en menos de siete semanas. Si la reducción de balance es una prioridad a partir de marzo, como reflejan las actas, los rendimientos de la deuda pública no se moverían en el rango actual. Por ejemplo, el interés del bono español a 10 años llegó a situarse por debajo del 2,9% el miércoles.

A partir de aquí pueden ocurrir dos cosas y ninguna de ellas es deseable. La primera es que el mercado esté equivocado en su percepción de lo que van a hacer los bancos centrales. Algo parecido pasa con la Reserva Federal de Jerome Powell pero en menor medida. En esta caso, ya saben lo que va a suceder: el ajuste se producirá a las bravas y de forma contundente tras las decisiones y comentarios posteriores a las reuniones de la Fed (1 de febrero) y BCE (2 de febrero). En esas 24 horas dentro de 10 días, los guardianes del dólar y el euro deberán ratificar con hechos sus palabras. Su apuesta por seguir subiendo los tipos por encima del 5%, caso de EEUU, o del 3,5% en la zona euro, no están descontadas ni de lejos entre los inversores. 

El segundo escenario hipotético es aquel en el que los mercados tienen razón y los bancos centrales levantan las cartas habiendo ido de farol. Dicho de otro modo, Lagarde confirma otra alza de tipos como en diciembre (medio punto, hasta el 3%) pero se rebajan las expectativas para marzo, se pospone el debate de la reducción de balance y se establece como opinión oficial del BCE que las condiciones financieras ya han alcanzado el grado restrictivo suficiente como para aplacar la inflación. ¿Qué justificaría un giro de opinión de ese calibre? Pocos argumentos y ninguno bueno. La recesión, la guerra de Ucrania o la sombra de la morosidad que comienza a llamar a las puertas de las sucursales bancarias. En realidad, todo el mundo entendería que los gobernadores han dado una nueva patada a la credibilidad del BCE, dañada desde que en 2020 sembró gran parte de la inflación actual.

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