Cuaderno de venta

Politiquear ante el verdadero estado de alarma social

La cuesta de la recuperación ha topado con una crisis política.
La cuesta de la recuperación ha topado con una crisis política.
Schäferle / Pixabay

Los políticos han conseguido lo imposible en plena pandemia sanitaria. Lo impensable ante una situación de 'guerra' económica como la generada por las restricciones. Se han convertido en fuente de preocupación y alarma social a los ojos de una sociedad que se pregunta día tras día si queda alguien al volante. La última algarada de reparto de poder y cargos entre PP, PSOE, Cs y Más Madrid en Murcia, Madrid y Castilla-La Mancha pone en evidencia, con más claridad que nunca, la escala de prioridades de las cúpulas de los partidos. Cada vez más lejos de un votante en su sano juicio.

Cuando la clase dirigente debería poner el 100% de su energía y pensamiento en buscar soluciones a la crisis resulta que ocurre lo contrario. Se desentierran más problemas que no estaban sobre la mesa. Nuevas distracciones de lo importante y urgente. Como reza el aforismo clintoniano: ¡Es la economía, estúpido! Las maquinaciones políticas para arañar cuota de poder y electoral en pleno incendio denotan tiempo libre, falta competencia y desconexión a la hora de resolver interrogantes del tamaño de rascacielos.

¿Cómo acelerar la vacunación? ¿Cómo evitar la ruina de la hostelería y el pequeño comercio? ¿Y frenar la pérdida de tejido productivo? Entre otras cosas, las mentes pensantes de los gobiernos y partidos deberían centrarse en diseñar planes para la recuperación del nivel de empleo anterior a la pandemia cuando antes. Sin embargo, el fin para muchos parece ser captar los fondos de la Unión Europea (UE) pero no es el qué, ni cuánto, sino en qué y para qué. Una de las reglas sagradas del superfondo de 750.000 millones de euros a fondo perdido con cargo a los eurobonos es su gasto productivo, es decir, que genere retorno... No nos comamos las semillas sino sembrémoslas.

Un ejemplo. El Gobierno acaba de hacer uso del dinero público para rescatar a dos empresas cuyos problemas vienen de lejos, tan lejos como Venezuela. La aerolínea Plus Ultra, vinculada al chavismo, y la ingeniería Duro Felguera -que se quedó sin cobrar parte de un proyecto millonario en Caracas- han recibido 173 millones de euros. En teoría, el recién creado fondo de apoyo de la SEPI iba a usarse para reforzar a empresas estratégicas y afectadas por la crisis. ¿Con qué criterios se está utilizando entonces?

Hacer frente a la galopante deuda pública del 117% sobre el PIB (1,3 billones de euros y subiendo) debería ser otra de las cuestiones en primera línea en el orden de prelación de las políticas anticrisis. De lo contrario, en poco tiempo, la estructura de finanzas públicas del Estado se convertirá en insostenible porque solo los intereses se comerán el presupuesto. Las compras masivas del Banco Central Europeo (BCE) hasta ahora han soportado el aumento del endeudamiento, pero no siempre estarán ahí. En cuanto cesen las inyecciones monetarias habrá un problema de dimensiones bíblicas al que hay que anticiparse. Una vez estalle será demasiado tarde.

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