OPINION

Recetas rápidas para frenar el caos económico a rebufo del sanitario

Es clave usa la herramienta adecuada para frenar la crisis
Es clave usa la herramienta adecuada para frenar la crisis
Pixabay

El Covid-19 va camino de convertirse en la primera causa de mortalidad en España en 2020 después de que se haya superado la barrera de los 20.000 muertos, el doble que la mortalidad ‘normal’ por neumonía, según el INE. La mayor pandemia de la historia ha dejado claro que en Europa y España no estábamos preparados para sus efectos. De sus riesgos se advirtieron de forma recurrente tras los brotes del SARS (2003), MERS (2009) y otros más enfocados en la prevención a futuro. Aquí pueden ver incontables alertas de la OMS, algunas de ellas muy difundidas en 2019. Quizá era solo un cuento chino, o el de Pedro y el lobo, para la mentalidad occidental, pero todos los gobiernos contaban con esa información.

El caos sanitario ha sido un secreto a voces, pero no lo es menos el económico. El sistema de salud en España está considerado como uno de los mejores del mundo, pero no estaba preparado para este virus. Tampoco el Gobierno, como destaca el Grid Index, un nuevo índice que mide la capacidad de respuesta por países al coronavirus. En realidad, ninguno lo está. Los mejores resultados en la lucha contra el Covid-19 se producido en la gestión preventiva del cierre rápido de fronteras en 'islas' y penínsulas como Nueva Zelanda, Australia, Singapur o Hong Kong. Pese a que el presidente Pedro Sánchez insiste en señalar que España actuó antes que otros países europeos, no es cierto si somos estrictos. Italia, con muchos más casos, comenzó a aplicar cuarentenas parciales en el norte del país a partir del 21 de febrero y España cerró fronteras terrestres y aéreas cuando instauró el estado de alarma el domingo 15 de marzo.

Los errores cometidos en la gestión de la crisis no deben suponer una coartada para volver a cometerlos en la gestión de la crisis económica que está creciendo con el paso de los días. Si es un desconocido comité de expertos científicos quién manda ahora en el Gobierno en los pasos a dar contra la pandemia, es razonable exigir que sea un grupo de ‘sabios’ economistas y empresarios quienes guíen los planes de recuperación económica. El riesgo de que sean 'cerebros' políticos como los que han cometido los errores iniciales de esta crisis vuelve a ser mayúsculo. La necesidad de recetas rápidas y urgentes es lo imperioso en un momento en el que todo se puede desmoronar si no se actúa.

A caballo entre la crisis sanitaria y económica hay un ejemplo que lo explica casi todo. Es la falta de medios específicos de protección (mascarillas, EPIs, geles) para el personal sanitario o la población en general vuelve a poner de relieve la dependencia industrial de la gran fábrica de China, como contamos en esta misma columna el 2 de febrero sin desvelar ningún secreto de estado. Desde entonces, el Gobierno se ha mostrado incapaz en garantizar el aprovisionamiento y no ha evitado el episodio inflacionario en estos productos. Una de las causas, entre otras, es la especulación de los distribuidores. Pero hay otra mucho más preocupante es menos divulgada: España no es capaz en este momento de fabricar tan barato y calidad como el 'made in China'.

Por omisión o desconocimiento, el Gobierno ha prometido la importación masiva de este tipo de bienes en un momento en el que el mercado está colapsado por exceso de demanda de todos los países. El BOE y los decretos-ley para regular los precios poco pueden hacer por abaratar el coste de las mascarillas, salvo empeorarlo todo como acaba de anunciar Sánchez que se hará. Ahora bien, ni rastro de test o mascarillas. ¿Quién está dispuesto a invertir en cadenas de producción si carece de incentivos para hacerlo? ¿Quién exportará a España mascarillas o test serológicos si corre el riesgo de la intervención de la mercancía? La política del 'exprópiese' que se ha enarbolado tampoco es el mejor camino y generará, más pronto que tarde, mayor escasez y peores precios. Donde el Estado debe poner la proa para evitar el desastre económico es en la compensación económica a empresas y hogares por el perjuicio que acarrea esta crisis para los ingresos de todos.

Cheque de emergencia universal

La decisión de luchar contra el Covid-19 con el confinamiento de la población parte del Gobierno. Cuenta con la unidad y el respaldo de todos en esa estrategia, pero sigue siendo su responsabilidad única, intransferible y no puede ser socializada. Es el Estado quien ha prohibido la actividad económica y, por tanto, quien debe poner la proa para responder ante la crisis sin precedentes de 'cero ingresos' y apagón laboral que viven la mayoría empresas y familias. La puesta en marcha de una Renta Mínima es solo un parche y una mala idea si se aprovecha la necesidad de emergencia de la ciudadanía para sacar adelante un proyecto político y gasto estructural con los números previos a la actual crisis. Es del todo irresponsable y tramposo. Hay mejores caminos.

No hay que romperse la cabeza. Son múltiples los ejemplos de apuestas más ambiciosas para evitar la destrucción económica, paso previo a la soflamas de Reconstrucción que planea ahora el Gobierno. EEUU, Reino Unido o Japón han optado por instaurar un cheque de emergencia a sus ciudadanos de entre 1.000 y 2.400 dólares por hogar de forma universal mientras dure la reclusión obligatoria en casa. Sin preguntas a priori, sin burocracia y para todos con el objetivo de sostener la economía y la confianza. Crear una Renta Mínima solo para familias o colectivos desfavorecidos parece de una miopía descomunal en el tipo de crisis a la que nos enfrentamos. Más allá de los estigmas o el freno a la búsqueda de empleo, que no es la cuestión de debate, emerge el tipo de crisis sin precedentes que tenemos en marcha. Combina un ‘shock’ de demanda, otro de oferta, también uno de confianza y, en camino, sobre el crédito de las empresas y hogares por los impagos que se avecinan.

Los tiempos lo son todo en esta super-recesión económica que ha generado el 'Gran Encierro, Reclusión o Confinamiento' como lo calificó esta semana el Fondo Monetario Internacional (FMI). La velocidad y contundencia también. El desafío al que nos enfrentamos, como escribió Mario Draghi en su reaparición de marzo, "es cómo actuar con suficiente fuerza y velocidad para evitar que la recesión se transforme en una depresión prolongada, profundizada por una gran cantidad de impagos que deje un daño irreversible". Su receta es rápida, dulce, sencilla y a la vez poderosa: el Estado debe asumir el vacío económico generado en el sector privado por la vía del endeudamiento público. Sí, deuda de todos para compensar el agujero de la única fuente de ingresos del sector público. Si las empresas y autónomos cierran, ¿quién pagará los sueldos y costes públicos? Es el único modo de frenar el efecto dominó que amenaza con destruir a grandes, medianos y pequeños.

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