Cuaderno de venta

Satoshi, Elon, Vitalik... Los 'indignados' del dinero concentran demasiado poder

Elon Musk
Elon Musk
DPA vía Europa Press

Uno de los mantras que prometía el nuevo mundo de las criptomonedas era escapar al yugo de gobiernos, inversores, grandes fortunas, banqueros y el 1% más rico del planeta. La realidad es bien distinta. La llamada revolución tecnológica de la descentralización del dinero ha provocado una concentración de poder todavía mayor. Todavía estamos en un territorio experimental pero hay indicios de que algo no marcha bien. Parece sacado de un manual de totalitarismo, de una suerte de secta. El episodio se repite: el guía, fundador o gurú dicta el bien y el mal... y la comunidad solo obedece, sin más reflexión o capacidad para frenar a su amado líder. O lo que es peor, el propio grupo se conjura como poder en la sombra bajo el anonimato para llevar a cabo actuaciones que, en el mundo real, son consideradas delitos a todas luces. Hasta la fecha parecían divertidos.

Hay múltiples ejemplos. Personajes como Elon Musk y Vitalik Buterin se han ganado a pulso el calificativo de visionarios, genios y líderes, pero su influencia y poder actual en el escenario de las criptodivisas excede todos los límites. Son los nuevos banqueros centrales de los token, quienes mueven los hilos y las expectativas de sus cotizaciones. Una palabra suya bastará para poner patas arriba un mercado billonario como ha vuelto a demostrarse esta semana. Pero es indiscutible también que son grandes manipuladores de valores si las criptomonedas son un mercado, que lo son. Ellos lo saben y actúan con total consciencia de su poder. ¿Impunidad total?

Hace siete días, Musk calificó al Dogecoin, la criptomoneda meme, poco menos que como una suerte de “timo”. Su valoración se desplomó en miles de millones de dólares. Solo unos días después dijo que estaba estudiando aceptarla como medio de pago de sus clientes en Tesla para la compra de coches. También recomendó evitar el Bitcoin porque consume demasiada energía y, además, es de origen fósil. Tomó la decisión de vetarlo, aunque solo unos meses después de anunciar a bombo y platillo que lo aceptaría. Otro mensaje de ida y vuelta. Esta vez generó una pérdida de capitalización en las criptomonedas de hasta 400.000 millones de dólares en apenas 24 horas, sin que nada ni nadie pudiera evitarlo. Lo puede hacer, está en su derecho y nadie podrá pedirle cuentas ante un tribunal. Recordemos que las criptos siguen siendo un mercado sin regulación y descentralizado, es decir, sin una autoridad competente que pueda poner algo de orden en esa jungla.

El poder de Buterin es quizá algo más evidente: no solo tiene la influencia, sino que maneja ‘armas de inversión’ masiva. Él es uno de los co-creadores de Ethereum y una de las mayores fortunas tokens mientras no se revele la identidad de Satoshi Nakamoto, el pseudónimo detrás de Bitcoin. Habla poco en público, pero actúa rápido. 'Ya está haciendo Vitalik de las suyas' se ha convertido en una expresión habitual cada vez que 'explota' la cotización de un token basado en Ethereum, la blockchain de la que es co-creador.. Su papel en el boom y crash posterior de la cripto Shiba Inu se ha convertido en otro episodio para la historia, aunque sea por una buena causa. Vitalik donó el equivalente a 2.000 millones de dólares de esa cripto a un fondo de ayuda contra la Covid-19 en India. El precio del token Shiba Inu se derrumbó más del 50% en cuestión de 24 horas.

La falta de supervisores o reguladores en un mercado descentralizado permite que se sucedan este tipo de episodios de especulación salvaje que son totalmente perjudiciales para el desarrollo tecnológico de las futuras blockchain. Quizá tanto Musk como Buterin deberían aprender algo de la ética de Charlie Lee, el creador de Litecoin (LTC) y uno de los cerebros detrás de Coinbase. En 2017 vendió todas sus criptomonedas de LTC al entender que estaba incurriendo en un conflicto de intereses, no solo por su pertenencia en el mercado de intercambio de Coinbase, sino porque los intereses entre el desarrollo del proyecto y el valor económico del proyecto no estaban alineados. Los incentivos son perversos cuando la gobernanza de un token de una blockchain, o de las acciones de una empresa que cotiza en bolsa, están guiados por los movimientos de su cotización.   

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