Cuaderno de venta

La traición de Argelia bajo la sombra de Putin y el error de Sánchez

Argelia
Pedro Sánchez y Abdelmadjid Tebboune
Europa Press

Un error de estrategia se paga caro pero perseverar en la equivocación puede llevar a la ruina. A veces, las rectificaciones ahorran tiempo, dinero y dolor de cabeza. Que se lo pregunten a Pedro Sánchez, que anda estos días a toda prisa remendando con aguja e hilo los descosidos de su propio gobierno en impuestos, agenda energética, política exterior e, incluso, con el ya famoso reposicionamiento inicial sobre el envío de armas a Ucrania en la guerra de Vladimir Putin. A este ritmo de decisiones de enmienda y sapos que tragar, lo que parecían grietas en la coalición PSOE-Unidas Podemos van camino de horadar un barranco como aquel al que, de forma metafórica, se iba a tirar el ex jefe de gabinete Iván Redondo por su presidente.

El giro en política exterior de España al abandonar la neutralidad sobre el Sahara Occidental y respaldar a Marruecos en su plan de autonomía ha pillado por sorpresa a todos menos al expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, que reclama la autoría de dicho respaldo ya en 2008 a la vez que asegura Mariano Rajoy mantuvo una línea continuista. En cambio, Moncloa habla ahora de una nueva etapa y casi todos vemos novedades. La calima que recorrió hace unos días la península ibérica era toda una premonición del último terremoto político. Hay quien lo interpreta como una derrota diplomática, una normalización de relaciones entre ambos países o una cesión al chantaje migratorio sobre Ceuta, Melilla y Canarias.

Pero el restablecimiento de la entente España-Marruecos hay que interpretarla más en clave de guerra y seguridad energética que una mera cuestión de territorialidad. EEUU ha actuado, una vez más, de padrino. La invasión de Ucrania por parte de Rusia lo ha cambiado todo y las fichas en el tablero internacional han comenzado a moverse. Argelia ha estado en la órbita de Moscú desde la URSS y, en los últimos años, había reforzado sus lazos de colaboración militar y compra de armamento a Putin. Por este motivo, la Administración Biden ha bendecido de inmediato lo acordado por su aliado europeo en la OTAN y el africano con estatus MNNA (Aliado importante no-OTAN), una consideración que le permite importar tecnología militar y armamento americano al igual que España. De hecho, Rabat lleva meses presionando a Washington para hacerse con los deseados F-35 de Lockheed Martin y plantar cara al dominio aéreo argelino.

Argelia hace muchos meses que dejó de ser el mejor amigo energético de España pese a que el relato oficial diga lo contrario. EEUU ha sido tanto en enero como en febrero el mayor proveedor de gas con más del 33% de las importaciones españolas frente al 24% de los africanos. De hecho, esa relación comercial sólida, creciente y privilegiada pasó de ser una solución a convertirse en el mismo problema que ha puesto a Alemania de rodillas ante el suministro de gas ruso. Ha sido la semilla de la discordia con la mayor crisis diplomática de España en décadas, que se llevó por delante a la exministra Arancha González-Laya

Primero con Marruecos al acoger en secreto al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, para un tratamiento hospitalario en Logroño. Después con la ola migratoria que promovió Rabat sobre Ceuta y Melilla. Más tarde, tras la ‘deportación’ del citado militar en vuelo directo desde Pamplona por la presión marroquí, Argelia tardó un suspiro en firmar la revocación de la concesión del gasoducto Magreb-Europa, un cierre que se ejecutó en octubre después de 25 años de funcionamiento. Desde entonces, los argelinos han ido cerrando el grifo a España en un movimiento que se asemeja al realizado por los rusos con los alemanes.

Toda una traición energética en el peor momento posible, con un shock de precios inimaginable en los mercados que se está trasladando al precio de la luz y de ahí a toda la cadena de la actividad tanto en industria como en servicios. En esta cuestión, Sánchez sí parece haber dado en el clavo para romper el círculo vicioso de la factura eléctrica con su propuesta ante Bruselas de excluir el gas a la hora del cálculo del precio de las subastas mayoristas. Al César lo que es del César. Se equivoca en cambio con el establecimiento del límite de precio de 180 euros / MWh. Pero el mayor de todos los desatinos es la tardanza en aplicar una rebaja o suspensión temporal de impuestos energéticos (luz, gas y carburantes) inmediata. No se trata solo de aliviar la carga a determinados sectores como la industria o el transporte, sino que el objetivo de ese 'misil fiscal' debe ser el derribo de la inflación a corto plazo, que cerró en febrero en el 7,6% y amenaza con subirse a los dos dígitos en marzo. Debe ser, además, una medida general y no acotada a su discreción. Nadie entiende que en una situación de emergencia, el Gobierno procrastine y se dé dos semanas para aplicarlo. ¿Era necesario dejar crecer el fuego de malestar y protesta social?

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