Cuaderno de venta

Turismo y fondos UE, no se debe vender la piel del oso antes de cazarlo

Pedro Sánchez Congreso de los Diputados
Pedro Sánchez.
Europa Press

Hay dos motores que bramaban a toda potencia por la recuperación en el contexto de la pandemia del Covid-19: el despertar del turismo y la llegada de los fondos europeos. Lo que parecía una salida en tromba hacia el final de la crisis ha quedado descafeinada por el preocupante repunte de los contagios de las últimas dos semanas. Los propulsores han vuelto a situarse a medio gas y el optimismo está al ralentí. Es momento de buscar los errores para rectificar después de que el verano de 2021 haya comenzado con mal pie, en especial, para el maná de los turistas para la economía española.

El punto de inflexión puede situarse perfectamente en el pasado 26 de junio con la decisión del Gobierno de eliminar la obligatoriedad del uso de la mascarilla ‘siempre y en todo lugar’. Probablemente, una parte de la ciudadanía parece que se quedó con la mitad de la copla, esa de quitarse la mascarilla, música celestial para todos. Sin embargo, se ha mirado para otro lado con la segunda: nunca en interiores y cuando haya distancia de seguridad. El gran bulo del Covid-19 sigue siendo ese que nos traiciona diciendo que lo transmiten personas desconocidas y lejanas, 'los otros'; cuando en realidad son 'los nuestros': allegados, amigos y familiares.

Para muestra, el origen de esta quinta ola. La buena noticia es que las vacunas están haciendo su trabajo de inmunización y hacen más leve la enfermedad, evitando muertes y hospitalizaciones. La mala es que la franja de población más despreocupada, callejera y que más socializa no está vacunada. Aquí hay un error de diseño de las autoridades. De bulto. ¿No se podía saber que en cuanto cerrasen colegios, institutos y universidades se iba a montar la gran movida juvenil? Viajes de estudios, graduaciones, vacaciones… La transmisión del Covid-19 se ha disparado con la reactivación de la vida social y del turismo como muestra la estadística de regiones en ‘zona roja’ como el Levante, Baleares, Cataluña o Cantabria.

La otra gran puerta de reactivación del Covid-19 en julio surge de la confusa política de Moncloa con Reino Unido, cercado por la variante delta del virus. Mientras otros países europeos levantaron hace semanas ‘cordón sanitario’ a la movilidad de los británicos, la alfombra roja desde España acaba de terminar después de semanas de puertas abiertas en Barajas o El Prat a la nueva mutación. Ahora sí se exige pauta completa o PCR; antes... no. Pese a las voluntariosas intenciones de incentivar el turismo, el Gobierno ha tenido que recular ahí, pero no será la última vez que lo haga. El descontrol con la reapertura del ocio nocturno será otra cuestión a rectificar por el ‘comité de sabios’ de Pedro Sánchez, tanto como modificar el mensaje sobre el uso de la mascarilla, el gran muro contra el Covid-19. El nuevo escenario exige adelantar los planes de vacunación para los más jóvenes, tarea a la que se han lanzado por su cuenta y riesgo algunas comunidades autónomas.

La euforia ha sido mala consejera y peor asesora en el otro gran asunto de la recuperación: los fondos europeos 'Next Generation'. Pese a que la Unión Europea (UE) ya ha salido al mercado con gran éxito para vender la primera tanda de 20.000 millones de euros en bonos para esta misión, la ejecución va a otra velocidad. Hasta después del verano no se espera la llegada de la primera inyección de 8.000 millones de euros para España. La cifra es apenas una fracción de los 140.000 millones comprometidos hace ahora un año en la histórica cumbre de líderes europeos. Pasado el ecuador de 2021, los fondos no están y no hay certidumbre temporal de cuándo se espera su aterrizaje. No parece la mejor manera de gestionarlos profesionalmente, o de planificar su inversión de forma eficiente para construir proyectos de impacto económico, si los calendarios ni siquiera están definidos.

Mostrar comentarios