OPINION

La vacuna anticrisis se fabrica en la banca contra reloj pero falta Pedro

La vacuna anticrisis se fabrica en la banca.
La vacuna anticrisis se fabrica en la banca.
Pixabay

Tras la crisis sanitaria subyace una emergencia económica que puede llevarse por delante todos los esfuerzos en la lucha contra el Covid-19. Todo está listo para actuar y lanzar la red financiera que debe sujetar a la sociedad española para amortiguar el golpe económico que viene. Pero hace falta un ingrediente fundamental que solo el Gobierno puede proporcionar y no son ayudas camufladas (aplazamiento del pago de impuestos), ni pequeñas subvenciones a fondo perdido a determinados colectivos. Va mucho más allá y es una cuestión vital para todos. El sector privado en España va a necesitar liquidez a paletadas durante, al menos, dos meses hasta que se restablezca y normalice -si todo va bien- la actividad.

La banca está fabricando a estas horas, contra el reloj, la vacuna para dar liquidez a empresas, autónomos y hogares gracias a las inyecciones masivas e ilimitadas que está a punto de recibir del Banco Central Europeo (BCE). Justo este lunes, como agua de mayo, se activa la tercera subasta del TLTRO III o las operaciones de refinanciación a largo plazo a los bancos. Gracias a esta herramienta, las entidades estarán en condiciones de prestar lo que haga falta y “creedme, será suficiente”, que hubiera dicho Mario Draghi. Los tres mayores bancos en España (Caixabank, Santander y BBVA) ya se han adelantado con líneas de crédito preconcedido a sus clientes 'prime' por valor de 75.000 millones de euros. Pero, ¿y los subprime o de mayor riesgo?

Como anunció el jueves, Christine Lagarde  se han realizado algunos ajustes en la ‘bala de plata’ para adaptarla al escenario del coronavirus y prevenir potenciales tensiones de golpeado la liquidez de bancos y aseguradoras en EEUU. Primero, un tipo especial de -0,25 sobre el -0,5 de la facilidad de depósito que permite el acceso a financiación a -0,75, “el más favorable que jamás hemos ofrecido”, en palabras de Philip Lane, economista jefe de la autoridad monetaria. Segundo, cambio de calendario para facilitar inyecciones semanales con las que atender progresivamente a la necesidad de crédito. Desde el 16 de marzo y hasta el 8 de junio, los TLTRO III serán semanales con liquidación en 48 horas y vencimiento, en todo caso, el 24 de junio de 2020. Entonces se realizará la cuarta ronda del TLTRO III y se reagrupará todo en una única subasta.

¿Qué puede hacer el Gobierno por ti?

Solo hay una incógnita para que los bancos se lancen a prestar o refinanciar a sus clientes sin miedo a la morosidad o poner en peligro de quiebra sus propios balances. ¿Quién se hace cargo del riesgo de fallidos por el coronavirus si nadie sabe cuánto durará la situación? ¿Cómo se contabiliza? Las preguntas no son pequeñas ni fáciles de resolver porque exigen un grado de audacia y rapidez en Gobierno Sánchez que hasta ahora ha brillado por su ausencia. Importar la moratoria italiana en el pago de las hipotecas suponer también traer a España casos importados de quiebra bancaria -al borde del rescate europeo- y, por tanto, no es una solución sino un problema. 

El potente tsunami de liquidez en Europa forma un guante con el que se busca atrapar y neutralizar el ‘shock’ económico del coronavirus, pero se diluirá como un azucarillo sin la banca no cuenta con garantías. Pueden ser estatales, flexibilidad contable o, incluso, la puesta en marcha vía Real Decreto de fondos de deuda fuera de balance que se queden estos créditos ante el previsible aumento de la morosidad y el tamaño de lo que viene. Alemania extenderá avales públicos ilimitados a sus empresas para que accedan a financiación barata. Se calcula que movilizará más de 500.000 millones de euros. Esa es la mejor versión de ayuda que se ha visto hasta ahora, pero España no está en condiciones de ofrecer eso.

Para que esta crisis sea temporal y pase debe haber liquidez en la cuenta bancaria. Hay que evitar a toda costa que el 'shock' de demanda se transforme en una depresión como en 2008. Para las personas dependientes del Estado como funcionarios, pensionistas o parados nada cambiará porque tendrán garantizados sus ingresos actuales en abril, mayo o en junio. Para el empleado de una multinacional con amplia tesorería tampoco. A muchos les sonará a klingon antiguo que la supervivencia de una pyme con cinco, diez o cien empleados esté en juego de repente. También los autónomos del sector comercial, hostelero o servicios a pie de calle inician ahora una cuenta atrás por llegar a fin de mes en marzo, abril o mayo ante el colapso de su actividad. Por todo esto sorprende que el Gobierno de Pedro Sánchez no tenga un plan ya sobre la mesa para ayudar a que millones de españoles puedan seguir adelante ante el escenario de incertidumbre que genera la cuarentena masiva.

Pero es más, cientos de miles de trabajadores se pueden quedar sin empleo a la fuerza, otros formarán parte de ERTEs masivos, pero lo más importante es que puedan volver a su puesto de trabajo con la mayor prontitud sin perder la confianza. Para ello, un requisito imprescindible es que las empresas o negocios en los que trabajan sigan en pie tras la crisis. Esto no se consigue aplazando impuestos. Esa una cuestión de ingresos y de liquidez, cuya ausencia es la antesala de la quiebra y la destrucción. Para poder mantener a flote a tres millones de autónomos y empresas hace falta préstamos blandos que permitan sobrellevar el ‘shock’, ya que de este modo, la recuperación será más rápida y vigorosa. Las líneas ICO de 2008 a 2012 no son una opción sino un desastre que nadie ha logrado poner negro sobre blanco. ¿Repetiremos el error?

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