OPINION

España: formar Gobierno era la parte 'fácil', ahora viene el desafío

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, tras la sesión de investidura
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, tras la sesión de investidura
EFE

Alcanzar un acuerdo con Podemos y lograr el apoyo de una serie de pequeños partidos nacionalistas para la investidura de Pedro Sánchez es la parte ‘fácil’ del trabajo. El verdadero desafío que comienza ahora es hacer política con unos números parlamentarios tan estrechos (el líder socialista fue elegido presidente con 167 votos a favor y 165 en contra). Asumimos que el Ejecutivo será capaz de aprobar unos Presupuestos Generales que permitirán su supervivencia durante, al menos, un par de años más. Pero los riesgos son elevados y están muy presentes.

Va a haber muchas ocasiones para poner a prueba esta alianza. Para empezar, con las inminentes elecciones en Cataluña, un mal resultado de ERC puede ser un incentivo para que los nacionalistas retiren su apoyo a la coalición de Sánchez. En todo caso, vemos muy complicado que este Gobierno pueda durar hasta completar toda la legislatura.

De todos modos, no estamos especialmente preocupados en el corto plazo. Los clientes preguntan de manera recurrente si, al ser un Gobierno con apoyos muy escorados hacia la izquierda, se terminarán tomando medidas que sean irresponsables fiscalmente o dañinas para las perspectivas de crecimiento (esperamos que en 2020 el PIB crezca un 1,6%). Nuestra posición es que este Ejecutivo tiene demasiadas salvaguardas puestas en marcha como para poder permitirse grandes desviaciones en términos fiscales.

Es cierto que el acuerdo contiene algunas medidas que, a priori, podrían no ser muy favorables al crecimiento, por ejemplo, derogar parcialmente la reforma laboral (algo que, no obstante, no es necesariamente negativo y depende de qué aspectos se modifiquen y como se modifiquen) y que dependerá en un grado muy elevado de subidas de impuestos. Sin embargo, un Parlamento polarizado y fragmentado, así como la mayoría tan estrecha del Ejecutivo limitan la capacidad de lo que la coalición de izquierdas puede llevar adelante.

Es todavía pronto para saber cómo será la propuesta presupuestaria del Gobierno, pero podemos tomar como ejemplo las medidas presentadas en 2019. El plan de entonces comprendía unas medidas de gasto similares a las que se esperan actualmente, pero también un plan de incremento de los ingresos que tendría como resultado una mejora del déficit estructural de unos 40 puntos básicos.

En aquel momento nos preguntamos por la magnitud de algunas de las acciones propuestas para elevar la recaudación fiscal; la Comisión Europea también se lo cuestionó. Pero encontramos que el Presupuesto no deterioraba el déficit estructural y esperamos que en esta ocasión no haya cambios substanciales en ese déficit estructural.

Nuestra expectativa es que las cuentas que presente el Ejecutivo supongan un intento de jugar al máximo con la flexibilidad de las reglas que existen actualmente. Sí, Bruselas puede cuestionar algunos de los números, como hace con otros países, pero en la práctica las discrepancias entre el Gobierno y la Comisión Europea se quedarán dentro de los límites aceptados y habrá margen de maniobra para establecer un compromiso razonable.

Vulnerabilidad

Por otra parte, nuestra interpretación es que aunque el Ejecutivo intentará revertir algunas de las medidas que más daño social provocaron durante la crisis, hay espacio para hacerlo una manera responsable. En este sentido, el ejemplo portugués parece la referencia correcta a seguir. También hay que reseñar que será Nadia Calviño, vicepresidenta y ministra de Economía, quien supervise la mayoría de las reformas relevantes. Al mismo tiempo, la evolución de las rentabilidades exigidas a la renta fija soberana española proporciona una imagen clara de lo poco preocupados que están los mercados. Mientras que uno esperaría que una parte importante de los potenciales impactos negativos en los resultados corporativos estuviese en precio en las cotizaciones de las empresas españolas listadas en Bolsa visto su comportamiento a lo largo de 2019.

¿Qué es lo que nos inquieta entonces? Lo que nos preocupa es el medio plazo. El verdadero problema es que España no ha hecho ningún ajuste fiscal significativo desde el año 2014. Y las dinámicas políticas no favorecen nada la formación de los fuertes consensos que se necesitan construir para abordar las reformas estructurales pendientes. El hecho de que el asunto dominante en la política española sean Cataluña y el empuje secesionista polariza aún más las posiciones, haciendo todavía más complicado lograr esas mayorías parlamentarias amplias que son tan necesarias para los fuertes desafíos que afronta la economía española.

En los últimos cinco años, el saldo estructural no ha mejorado en ningún momento; el déficit ha bajado durante este tiempo, pero esto ha sido posible gracias al fuerte crecimiento. A medida que la economía se desacelera es mucho más difícil esconder que no se han hecho ajustes. En conclusión, faltan mayorías para impulsar las reformas, la polarización política complica mucho la forja de acuerdos y esto deja a España en una situación extremadamente vulnerable en el medio plazo.

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