OPINION

A vueltas con la luz: siempre que pasa igual, sucede lo mismo

Empieza a ser una tradición cara. En los últimos años, con la cercanía del invierno, los precios de la electricidad se descontrolan . Este año no ha sido una excepción. El lunes 23 de octubre, el precio de la luz se situó entre las 19.00 y las 20.00 horas en 182,54 €/MWh, el triple del precio medio diario. A estas alturas no está claro qué pasó porque el Ministerio de Energía y el gestor del sistema eléctrico, Red Eléctrica de España, no lo han aclarado.

El descontrol no es una novedad. En diciembre de 2013, los precios de la electricidad también se dispararon. El día 22, el precio del MWh llegó a 71,64 euros. Sucedió lo mismo en octubre de 2014 (71,06 euros MWh el día 11). Y volvió a suceder en enero de 2015, y en enero de 2016, y en enero de 2017. Récord tras récord coincidiendo con las olas de frío y la ausencia de viento y agua.

A la vista de cómo se comportan los precios de la electricidad desde hace años, se podría concluir que va siendo hora de tomar medidas y de corregir los fallos de un mercado que no funciona. Los hechos están ahí: el sistema cierra precios de la electricidad muy bajos cuando no hay anticiclón y no hay demanda y los dispara en situaciones contrarias, cuando no hay agua ni viento y aumenta el frío. Más caro cuando más se necesita.

Es lo contrario a lo que debería suceder con la electricidad, un bien "esencial", según lo ha definido el Defensor del Pueblo. La realidad puede ser evidente y la necesidad de actuar, urgente. Pero no lo parece. En enero de 2017, cuando la subida de los precios en invierno desató la alarma una vez más, el nuevo ministro de Energía, Álvaro Nadal, anunció que iba a tomar medidas concretas para frenar escalada. ¿Cómo? Creando un agente dinamizador del mercado del gas y obligando a las grandes operadoras a vender parte de su gas a un precio regulado.

Un simple anuncio

El anuncio se quedó en eso, en un anuncio. Hasta la Comisión Nacional de los Mercados y de la Comptencia (CNMC) ha recogido en sus informes sobre el funcionamiento de mercado que la promesa no se ha cumplido. En el último informe del organismo sobre el funcionamiento del mercado mayorista de gas (Mibgas), la Comisión solicitaba a Nadal que cumpla con lo que prometió.

Parte del problema que afecta al bolsillo de millones de usuarios está en que el sistema eléctrico español fue construido a tirones en distintas épocas y con distintas apuestas (pantanos y presas, centrales nucleares, centrales de gas). Y ha perdido sus ventajas, si alguna tuvo, en una época marcada por la necesidad de reducir emisiones, el cambio climático y el desarrollo de las renovables.

Quienes defienden un nuevo modelo energético destacan como factores a corregir la excesiva hidraulicidad del sistema eléctrico, la dependencia energética del gas y el carbón, la falta de potencia renovable, la falta de gestión de la demanda y el descontrol de las emisiones contaminantes.

Pero si el diagnóstico parece claro –casi tanto como los alarmantes datos de REE sobre las emisiones por el mayor uso de gas y de carbón- no lo está la voluntad de hacer frente a los problemas. En el congreso celebrado esta semana por la Asociación de Empresas de Energías Renovables, Appa, las empresas manifestaron la necesidad de un Pacto de Estado que de seguridad jurídica a las compañías que invierten en energías limpias.

Resistencias para el pacto

El pacto es difícil porque hay muchas resistencias. Los grandes grupos tradicionales se la juegan. El consejero delegado de Acciona Energía, Rafael Mateo, puso el dedo en la llaga al explicar en el encuentro de Appa que en España hay una potencia instalada cuatro veces superior a la punta de demanda (40.000 megavatios (MW). Sobra potencia y hay que resolverlo con "un plan ordenado de retirada de capacidad". Pero ¿cuánta? Y ¿de quién?

Mientras se aclaran esas preguntas, en el mercado eléctrico se mantiene el desconcierto. Sin que nadie explique cómo o por qué, los precios de la energía sufren bandazos inexplicables al aplicar mecanismos de ajuste entre oferta y demanda. Unos ajustes teóricamente excepcionales. El Ministerio de Energía y el gestor del sistema, Red Eléctrica de España (REE) se trasladan las responsabilidades.

Está claro que hay un problema grave. ¿Cómo si no se explica que desde 2012, la antigua Comisión Nacional de la Energía (CNE), Red Eléctrica de España (REE) y hasta la Fiscalía Anticorrupción hayan denunciado supuestas manipulaciones del mercado para elevar los precios sin que nada suceda?

Hasta un 16% del precio de la energía -que supone en torno al 40% del recibo de los usuarios acogidos a la tarifa regulada- queda fuera de las reglas del mercado diario e intradiario de electricidad. Así es fácil que se mantengan los fallos, más o menos conocidos, más o menos consentidos, que castigan periódicamente los bolsillos del consumidor. Conviene recordar: para buscar resultados distintos, no hay que hacer siempre lo mismo.

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