OPINION

Botella y la vivienda social: mus visto

Ana Botella, exalcaldesa de Madrid.
Ana Botella, exalcaldesa de Madrid.
EP

El Tribunal de Cuentas ha condenado a la ex alcaldesa de Madrid Ana Botella y a seis de sus ediles a abonar 22,7 millones de euros por vender 1.860 viviendas públicas en 2013 a un fondo de inversión por debajo del precio contable y de mercado. El Tribunal tiene entre sus funciones fiscalizar el sector público y enjuiciar la responsabilidad contable de quienes lo administran. La sentencia no tiene efecto penal alguno, pero cuestiona la gestión teñida de ideología que aplicó el PP tanto en el Ayuntamiento de Madrid como en la Comunidad de Madrid en los años duros de la crisis.

Botella no estuvo sola. La Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo (EMVS) y el Instituto de la Vivienda de Madrid (IVIMA) vendieron en paralelo 5.000 viviendas públicas a los fondos Blackstone (Fidere) y Goldman Sachs (Encasa Cibeles). Lo hicieron en una serie de operaciones trufadas de relaciones empresariales y personales que todavía están por salir a la luz.

El asunto es aún más feo si se tiene en cuenta que la exalcaldesa Botella nunca fue elegida como tal en las urnas. Ocupó el cargo en 2011 cuando Alberto Ruiz Gallardón, alcalde de la capital durante ocho años, fue nombrado ministro de Justicia por Mariano Rajoy. Botella salió a escena con brío. Aplicó en la capital del Reino la máxima que años después clavó en una mesa del Congreso de los Diputados y en todos los telediarios el que fuera todopoderoso vicepresidente económico Rodrigo Rato: “es el mercado, amigo”. Solo que en el mercado no hay amigos. Hay quien gana y hay quien pierde. Como bien sabe el propio Rato.

De Carabanchel a Vallecas

En 2013, con Botella y en Madrid, perdieron miles de inquilinos de barrios como Carabanchel y de Vallecas. Personas que nunca habían oído hablar de fondos buitre y mucho menos de Blackstones o Goldmans. La política municipal es la más cercana al ciudadano y entre las obligaciones de un alcalde está la de velar por los vecinos más desfavorecidos. Botella no lo entendió así.

La exalcaldesa jugó una partida con la vivienda social en la que distribuyó cartas cuando no tocaba -en plena crisis- y con un mal reparto. Dio más cartas a quienes las tenían de sobra, los fondos. Botella conoce las reglas del mus. Su madre, Ana Serrano Sancho, fue campeona absoluta de España en ese juego en el año 1998. Lo que Botella hizo en Madrid fue mus visto. Tardío, pero visto. La exalcaldesa ha anunciado recurso a la sentencia del Tribunal de Cuentas. Pero las cartas están bocarriba.

Ana Botella, exalcaldesa de Madrid.
Ana Botella, exalcaldesa de Madrid. / EP

La venta de vivienda social del Ayuntamiento de Madrid formó parte de la batería de medidas que, con el pretexto de la liberalización y de la crisis agravaron las desigualdades y han mantenido al país anclado en un sistema basado en el ladrillo y el turismo. Los fondos más activos, Blackstone, Cerberus, Apollo, HIG, Yorvick, Fortress, York Capital o Centerbridge, se han movido como pez en el agua en un Madrid dirigido por políticos que pusieron siempre el mercado por  delante de la ciudadanía.

Desde el punto de vista del negocio, los fondos lo hicieron bien y por pasos. Al comienzo de la crisis utilizaron el sistema de compras con compromiso de recompra o alquiler para los vendedores (sale and leaseback). Para empresas apuradas era una forma de obtener liquidez. Lo utilizaron, entre otros, medios de comunicación muy importantes. Posteriormente, adquirieron a bancos y cajas, nacionalizados o no, carteras de crédito con garantía hipotecaria y en último lugar adquirieron sociedades de gestión de activos. Sin prisa pero sin pausa. Conocían el paño político y las cartas.

El estallido y sus consecuencias

Para los perdedores de la partida, quedaron las consecuencias. Con el estallido de la burbuja inmobiliaria, unos se quedaron sin vivienda, otros vieron cómo se disparaban sus alquileres y otros vieron cómo desaparecían sus ahorros. No hay que olvidar que al mismo tiempo que Botella y su equipo vendían el parque municipal de vivienda, estallaba el escándalo de las preferentes.

Botella vive retirada de la política, dedicada, dicen, a obras de caridad y estudios religiosos. Es un ejemplo de cómo algo necesario como es una mayor presencia de mujeres en la política municipal -un 70% de los alcaldes de capitales de provincia son hombres y 22 capitales nunca han tenido una alcaldesa- puede ser ensombrecida por una mala gestión. Antes que Botella, en el franquismo, hubo alcaldesas que también lo fueron muchos años sin necesidad de urnas. Alguna tuvo como méritos haber fundado Fuerza Nueva. Pero que se sepa, no vendieron las viviendas de los más pobres a los especuladores.

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