OPINION

Cuatro abuelos, cuatro ejemplos y una crisis

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Europa Press

El Covid-19 se ceba en la gente de edad avanzada. Mata abuelos. El virus no tiene ni consideración, ni sentimientos, ni plan. Su único objetivo es replicarse para sobrevivir. La Humanidad ha hecho frente a otras crisis. Al fin, todos somos supervivientes de los desastres de la Historia, pero supervivientes diversos. Como los abuelos. Tener muchos años sólo prueba capacidad de resistencia. Nada más. Se puede haber vivido mucho y no haber aprendido nada. Hay ejemplos.

Dan Goeb Patrick, de 70 años, natural de Baltimore (Maryland) es abuelo.Tiene cinco nietos. Es también el vicegobernador del Estado de Texas. Es republicano y ha demostrado que no le tiembla la voz al proponer fórmulas radicales para hacer frente a las consecuencias de la pandemia que azota el mundo. Patrick, ha trabajado en prensa y en televisión -conoce el paño- y defiende que los abuelos estadounidenses deben estar dispuestos a morir para salvar la economía que heredarán sus nietos. Lo primero, la Bolsa y luego la vida. Es de suponer que al defender el sacrificio –literal- de los mayores Patrick piensa en sí mismo y en sus cinco nietos. No es algo demasiado civilizado, aunque sí humano. Lo hicieron otros americanos como Patrick –los indios Crow-, aunque en una época en la que no existía Wall Street. El político americano no es un ejemplo de cómo hacer frente a una emergencia mundial.

Tampoco lo es el “empresario” español Victorino Alonso García. El leonés de La Vid de Gordon, de 68 años es un veterano de la vida y de los negocios turbios. Las crónicas dicen que le han sorprendido con un alijo de 600.000 máscaras de protección sanitaria almacenadas en una nave de Ponferrada (León). Las mascarillas, un material escaso e indispensable en la lucha contra la pandemia, pertenecían a la empresa Herramientas del Bierzo, vinculada al empresario. El material estaba destinado a trabajadores de minas y canteras como protección contra el polvo , según los administradores de la empresa. Podría ser. Pero es difícil admitir que se amontone tanto material de protección sanitaria mientras se acumulan cadáveres en morgues improvisadas. Mal ejemplo.

Una reacción rápida

Otro abuelo leonés, Amancio Ortega -tres hijos, cinco nietos y 84 años- ha reaccionado mejor y con más rapidez ante la crisis. El multimillonario, primer accionista de Inditex, anunció que arrimaba el hombro contra el coronavirus, con donación de material y puesta a disposición del Estado de fábricas y red logística, cinco días después de que el Gobierno decretara el Estado de Alarma que le faculta para recabar en el sector privado la ayuda que estime indispensable para salvar vidas. Ortega ha recibido críticas por sus donaciones en otras ocasiones. Para quien tiene una fortuna de 63,000 millones -euro arriba euro abajo - la donación puede ser una anécdota. Pero Ortega ofreció antes de que se lo exigieran. Demostró inteligencia y más agilidad que los grandes del Ibex 35, más lentos a la hora de hacer gestos solidarios. Ortega es una prueba de que hay quien gana con los años, sino en agilidad física, sí en agilidad mental.

Sucede que hay distintas formas de caminar por la vida cuando se acumulan décadas de experiencia. La expresidenta del PP de Madrid Esperanza Aguirre -68 años, abuela de seis nietos-, partidaria de la privatización de la sanidad pública y activista del enredo de lo público con lo privado, eligió siempre la audacia y el descaro como armas para hacer carrera y ganar votos. En su acción política y las de sus próximos está el germen de las carencias que ha desvelado en Madrid el Covid-19.

Aguirre, afectada por el coronavirus, ha superado cuatro días de enfermedad ingresada junto con su marido en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid. Probablemente, no ha encontrado ninguna razón para cambiar uno de sus mantras favoritos: el que dice que la gestión privada siempre es más eficaz que la pública. Porque Aguirre pertenece a esa categoría de mayores a los que el paso del tiempo no les carga de dudas o de sabiduría, sino de certezas y de dogmas.

Las certezas de Aguirre

Las certezas de Aguirre, como las del vicegobernador Patrick y las del controvertido Alonso nacen del individualismo feroz; del espíritu de conquista y frontera que entiende lo común y su financiación como un ataque a las libertades. En ese marco de pensamiento nacen y crecen las asociaciones de colaboración público-privada (APPs) que, a menudo, salen muy caras al conjunto de la sociedad. Son proyectos que se han aplicado entre otros sectores, en la sanidad madrileña. Y explican por qué es posible que suba del gasto en sanidad mientras se deteriora el servicio público.

Con las APPs, las empresas privadas se hacen cargo de un proyecto concreto y asumen los préstamos para financiarlo. A cambio reciben dinero de los presupuestos y/o de los usuarios. Todos contentos: las empresas gestionan proyectos que les reportan beneficios seguros y los Gobiernos mantienen el proyecto y los pasivos, si los hay, fuera del balance. Los costes aparecen en el futuro. Claro que el futuro es un término no demasiado preciso. De hecho, los abuelos viven más en el presente. La mayoría de ellos ha evitado convertirse en un mal ejemplo. Quizá ahí está la verdadera sabiduría. Sirvan estas líneas como homenaje a los mayores, los más castigados por la enfermedad...y por la necedad de aquellos a los que el tiempo no les enseñó nada.

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