OPINION

El contango del petróleo: nos afecta y no es un baile

Gráfico petróleo.
Gráfico petróleo.

La fusión de danzas y ritmos africanos, gauchos, latinoamericanos y europeos crearon el tango, un baile de pareja, sensual y propio del Rio de la Plata en Argentina. El juego de precios en el mercado petrolero también tiene su baile: el contango. El tango es más conocido; el contango nos afecta más. ¿Qué es el contango? Una situación en la que alguien está dispuesto a pagar más por un producto en el futuro que en el presente.

El mercado del petróleo ha estado en situación de contango –precios más elevados a futuro que al presente- desde 2016 y hasta septiembre de 2017. No es un tema menor porque esa situación de precios hace más interesante almacenar el producto –el petróleo- para venderlo dentro de un tiempo que colocarlo de forma inmediata en el mercado. Eso provocó que el petróleo almacenado por EE UU, Arabia Saudí y los fondos de cobertura más especulativos alcanzaran niveles récord en 2017, con todas las instalaciones de almacenamiento llenas, barcos demorando entregas y viejos petroleros fondeados como depósitos flotantes.

La situación ha cambiado. El barril ronda los 75 dólares, el precio más alto en tres años. Los analistas explican que desde septiembre 2017 los precios futuros de largo plazo son inferiores a los de corto. El mercado baila otra danza, lo que no impide que el presidente de EE UU, Donald Trump, haya puesto el punto de mira de Twitter sobre la OPEP. Para Trump la subida de precios es artificial. Hostil. Trump no quiere ni oir hablar de los recortes de producción que impulsa Arabia Saudí para subir los precios. Sostiene que sobra petróleo y que la subida de precios no está justificada.

Los argumentos de Trump se ajustan a Twiter: son simples, no profundizan. El mercado del petróleo sigue siendo un espacio complejo en el que se mezclan los intereses nacionales, la economía, la política y hasta la religión. Demasiado, quizá, para un recién llegado al gran juego. Trump se asoma a un mercado en el que han cambiado muchas cosas: EE UU es ahora autosuficiente gracias al fracking; Arabia Saudí ha cambiado de estrategia e impulsa recortes de producción para preparar la salida a Bolsa de su gran compañía estatal, Aramco y Rusia facilita acuerdos con la OPEP como parte de su estrategia de recomposición de su influencia en el mundo.

Gráfico petróleo.
Gráfico petróleo.

En España, mientras tanto, el tango petrolero se juega en corto. El Gobierno, aunque descoordinado, prepara la Ley de Transición Energética y Cambio Climático y todos los interesados echan su cuarto a espadas. Las petroleras también. Primero encargaron un tranquilizador informe a la consultora KPMG que sostiene que no son necesarias medidas drásticas para cumplir con los recortes de emisiones exigidas por Bruselas. Y luego cargaron contra el informe de los 14 expertos convocados por el Ministerio de Energía para preparar la futura Ley de Transición Energética en el que se aboga por repartir los costes de la descarbonización entre todos los actores, petroleras incluidas.

Las cinco petroleras agrupadas en la Asociación Española de Operadores de Productos Petroleros (AOP) -Repsol, Cepsa, BP, Galp y Saras-, han rechazado de plano las propuestas de los expertos. No les gusta ni poco ni mucho el plan para subir impuestos a los carburantes, financiar las carreteras y cubrir los agujeros del pasado. El disgusto es evidente. El presidente de la AOP –y de BP-, Luis Aires, no duda en calificar las propuestas de "chapuza". El calificativo da cuenta del enfado de las compañías. La mayoría escuchan la palabra "futuro" y se tientan la cartera.

En España, las petroleras temen que el Gobierno ceda a la presión de las organizaciones ecologistas y de defensa del medio ambiente y apruebe reformas que consideran radicales. Por el contexto internacional están tranquilas. Barajan incrementos del consumo mundial en una media anual del 1,3% en los próximos años y demanda sostenida hasta al menos 2040, cuando las nuevas tecnologías dejen sentir su impacto en el consumo global de hidrocarburos.

Pero en España es otra cosa. Ven las orejas al lobo y tratan de convencer, sobre todo al Gobierno, de que se lo tome con calma. El mensaje que lanzan es que España tiene capacidad para reducir, sin perjuicios económicos, 46 millones de toneladas anuales de CO2 hasta 2030, cantidad muy superior a la que tiene fijada por la UE. Bastará, dicen, un pequeño impulso para lograr los objetivos marcados.

Por si las previsiones no convencen, exhiben cifras: el sector petrolero emplea a 271.000 personas, supone un 2,5% de la riqueza del país y aporta a las arcas del Estado 22.912 millones, el 9,5% de la recaudación total (datos de 2015). Como para parar el tango. 

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