En la frontera

El recibo de la luz devora la reputación de las eléctricas

En los dos últimos años, coincidiendo con la conversión de los grandes grupos a la generación verde y a la economía sostenible, las empresas habían hecho un esfuerzo notable para mejorar de puntuación.

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La Información

La polémica sobre cómo se forman los precios eléctricos y la subida del recibo de la luz ha propinado un golpe doloroso a la consideración pública de las grandes compañías del sector energético. En los dos últimos años, coincidiendo con la conversión de los grandes grupos a la generación verde y a la economía sostenible, las empresas habían hecho un esfuerzo notable para subir de puntuación entre la clientela. Los datos de la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) así lo muestran. En 2019, últimos datos conocidos, los consumidores de electricidad y gas natural presentaron un total de 1.382.077 reclamaciones, un 16% menos que el año anterior.

Las compañías han detectado el desgarrón en la imagen provocado en informaciones y tertulias. Y se han movido con celeridad para taponar las vías de agua. Los cortes de luz en la Cañada Real de Madrid en plena ola de frío; las declaraciones del exministro José Manuel Soria (PP) en la Audiencia Nacional acusando a Iberdrola de haber manipulado los precios en el año 2013 y la fuerte subida de los precios mayoristas en plena ola de frío han cuarteado buena parte del trabajo realizado por las empresas para mejorar su crédito entre los 27 millones de usuarios.

Al exministro Soria, haber extendido el dedo y la memoria hasta siete años atrás le ha costado un fuerte arreón. Al político canario se le ha recordado como impulsor de la reforma de un recibo de la luz que cambia por horas; las trabas que aprobó para la energía solar y el autoconsumo con el impuesto al sol; la indemnización de 1.350 millones pagados por el fiasco del Castor y el recorte de las primas a las renovables que ha colocado a España como el país más demandado ante el tribunal de arbitrajes del Banco Mundial. Es una prueba de que las sensibilidades –como las guerras intestinas en el sector- están a flor de piel.

Los señores de la energía se han reconvertido al verde y se buscan la vida por separado.

Los señores de la energía, todos, se han reconvertido al verde y se buscan la vida por separado. No se debe a su sensibilidad medioambiental o a la preocupación por las consecuencias del deshielo en los polos. Han mudado de opinión porque el negocio ha cambiado de lugar y los beneficios están en el lado de las renovables y en la lucha contra el cambio climático. El cambio es espectacular. Los casos de 'reconversión verde' ya son la norma y los grandes grupos se dejan sus buenos dineros para identificar la marca con las energías más limpias y la sostenibilidad del planeta.

Las petroleras han pasado de calificar de “falacia” sostener que los coches eléctricos no generan emisiones contaminantes –porque en su fabricación y la de la batería sí se producen gases- a meterse de hoz y coz en el negocio. Repsol, por ejemplo, va a participar en la próxima subasta de renovables. También Cepsa ha dado el salto desde el negocio de los hidrocarburos al eléctrico, con ofertas de consumo de luz y gas. No es un fenómeno español: Total -ahora aliada eólica de Iberdrola-, Shell, BP y Galp siguen la misma senda.

Mudar de piel no es fácil. Es un proceso complicado y de mucha tensión que necesita de la complicidad de los consumidores. La descarbonización y electrificación de la economía separa intereses y divide estrategias. A las grandes eléctricas -Endesa, Iberdrola, EDP y Viesgo- la última propuesta del Gobierno para dar sentido al bonito -y hasta ahora vacío- lema de que “quien contamina paga” les parece adecuada porque favorece la venta de su producto frente a los vendedores de hidrocarburos. 

Los cambios han fracturado la asociación patronal de las empresas eléctricas, con una historia de 75 años.

La idea, plasmada en la creación del nuevo Fondo de Sostenibilidad del Sistema Eléctrico (FNSSE), intenta distribuir entre todas las compañías que venden energía y no sólo las empresas de electricidad, los cargos de 7.000 millones recogidos en el recibo de la luz para impulsar las renovables. Es todo un cambio. Tan polémico que ha fracturado la asociación patronal de las empresas eléctricas porque uno de los socios, Naturgy, el grupo nacido de la fusión de Gas Natural y de la eléctrica Fenosa, considera que los planes de Ribera que aplauden sus socios es un golpe injustificable a sus intereses. La fractura del lobby después de 75 años supone también un tributo de imagen ante la opinión pública.

En los últimos años, coincidiendo con la mayor preocupación por el calentamiento global, el boom renovable y el impulso de la economía circular, las grandes compañías han impulsado como nunca los patrocinios, las promociones, los foros y las jornadas para mejorar su imagen corporativa. Lo han hecho apoyadas en trabajos de análisis y prospectiva elaborados por consultoras y Universidades. 

En 2013, uno de esos trabajos, elaborado por el Grupo de Investigación de Organizaciones Sostenibles concluía que “los asuntos relevantes del sector (eléctrico) son complejos, presentan múltiples relaciones entre sí y requieren de una apuesta multi-actor (agenda pública, empresas, concienciación social, etc.) para producir avances significativos hacia su resolución". Han pasado años y los avances son modestos. El recibo de la luz es un devorador de crédito. No solo político, también empresarial.

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