OPINION

Los bultos debajo de las banderas

Nunca como en las últimas semanas se habían visto tantas banderas en la calle. Ventanas, balcones, terrazas, farolas, edificios enteros incluso, cubiertos con banderas de todo tipo con la intención de exhibir ideas, demostrar voluntad y airear convicciones. Banderas para mostrar, banderas para revelar y hasta para rebelar.

Pero las banderas no solo han mostrado, también han ocultado. Tras las telas de colores han quedado, ahogadas y en segundo plano, cuestiones fundamentales para el futuro de una sociedad ahíta de política. 

Así ha sucedido con la historia de Luis Lunar, 70 años, antiguo sindicalista y uno de los miles de jubilados que en  columnas salidas de los cuatro puntos cardinales del país llegaron a Madrid el día 9 de octubre, tras diez días de caminata, para gritar que la reforma de las pensiones de 2013 les deja cada día un poco más en la estacada y que tras una vida de trabajo no cabe resignarse a una pérdida de poder adquisitivo progresiva y vergonzante.

Las banderas ocultaron la historia de Luis Lunar. Y dejaron en apenas un soplo de actualidad otro dato: España, una economía que crece por encima del 3%, que se reclama Estado moderno y se considera fundamental en el continente europeo, es el segundo país con más paro de la OCDE –organización de 34 países-, con un 17,1% de tasa de desempleo que alcanza el 38,7% entre los jóvenes.

La mareante deuda pública

En el tremolar de las telas se perdieron también -o casi- las cifras mareantes de la deuda pública, esa que deben pagar precisamente las generaciones que no encuentran empleo digno. La deuda pública se convertirá en una pesadilla en el mismo momento en que los tipos de interés empiecen a subir y supera ya los 1,3 billones de euros. Es una cifra espectacular que se ha alcanzado tras subir en un solo trimestre 8.890 millones de euros.

El movimiento de las enseñas ha difuminado hechos, números -no opiniones- que deberían encender todas las alarmas sobre lo que será este país en el futuro, cuando se hayan aquietado las banderas y sus palos. Porque alarmante es el dato que ha hecho público el presidente de la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE), Nazario Martin: en 2016, el 61,7 % del presupuesto de 2016 para investigación (I+D+i) no se llegó a gastar, lo que convierte el año en el de menor porcentaje ejecutado desde 2003.

Los océanos de telas de colores han ocultado incluso que el país atraviesa una sequía preocupante, una de cuyas consecuencias puede ser –va a ser- un encarecimiento del recibo de la luz que hará más difícil a muchas familias llegar a fin de mes de forma digna.

La marea de banderas ha enterrado también las críticas al bono social eléctrico diseñado por el Ministerio de Energía, un instrumento de solidaridad que debería contribuir a paliar la desigualdad creciente entre supervivientes y víctimas de la crisis. En lugar de eso, el nuevo bono mantiene parte del mal diseño de origen y beneficia a familias numerosas al margen de su renta, lo que prueba una escasa sensibilidad con amplias capas de la población que aún no han salido del pozo.

Impuestos y presupuestos

Por enterrar, las banderas han enterrado hasta decisiones positivas, de esas que los políticos conciben como armas para captar el voto de una clase media tan disminuida como ansiosa de buenas noticias. Así ha sucedido con el acuerdo alcanzado por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes (PP), con Ciudadanos para bajar impuestos el próximo año, una medida, asegura el Gobierno regional, que beneficiará sobre todo a los jóvenes. En el conjunto del Estado, la rebaja de impuestos está en el aire porque el borrador de presupuestos generales  para 2018 también se ha enredado entre banderines y pendones.

Las banderas lo han cubierto todo, pero no se pueden disimular los bultos. Tarde o temprano, los pabellones y las divisas se retirarán y se verá lo que hay debajo en realidad: un país que ha mejorado en sus magnitudes macroeconómicas, esas que guían tanto las decisiones de las agencias de "rating" como las palmadas en los hombros en las reuniones de los ministros de Economía de la UE (Ecofin), pero un país, también, que está muy lejos de resolver cuestiones esenciales en lo económico y en lo social. Cuestiones, por cierto, que también en buena parte están detrás del flamear de algunas banderas.

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