En la frontera

Más virus, menos dinero: riesgo de olvido medioambiental

Con la economía herida y la pandemia fuera de control en el mundo, las prioridades han cambiado.

Desertización. Sequía. Ola de calor. Cambio climático
Desertización, sequías y olas de calor .por el ambio climático.
PEDRO ARMESTRE PARA GREENPEACE - Archivo

El aspirante demócrata a la presidencia de EE UU, Joe Biden, prometió en junio que si fuera elegido presidente en las elecciones de noviembre, invertiría 1,7 billones de dólares en energías limpias, devolvería al país al Acuerdo de París sobre el clima y haría que neutralizara sus emisiones de gases con efecto invernadero para 2050. En junio, EE UU, con 120.000 muertos, ya era el país más afectado por la pandemia. Dos meses después, Biden ha intervenido en la Convención de su partido. Las crónicas dicen que Biden ha matizado el discurso.

El gran rival de Donald Trump mantiene el cambio climático como una de las cuatro grandes crisis que afectan a EE UU junto a la pandemia, la crisis económica y las tensiones raciales. Biden aludió a la cuestión medioambiental en su intervención como un guiño al ala más joven y progresista de su partido. Pero en esta ocasión no detalló las acciones a tomar si llega a la Casa Blanca. Con la economía herida y la pandemia fuera de control en el mundo, las prioridades han cambiado.

No sucede sólo en EE UU. En Europa, volcada en apuntalar las economías más frágiles de la eurozona, el acuerdo para constituir el fondo de reconstrucción que destinará a España 140.000 millones de euros, vino acompañado de importantes tajos en los programas comunitarios, incluidos los relacionados con la investigación en los ámbitos de la salud y las transiciones verde y digital. Ni siquiera se ha salvado de la tijera el Fondo de Transición Justa (FTJ), uno de los buques insignia del Ejecutivo de Ursula von der Leyen, que en las propuestas iniciales contemplaba una dotación de 30.000 millones de euros.

En España, la apuesta por la transición y la lucha contra el cambio climático se mantiene. Al menos en apariencia.

En España, la apuesta por la transición energética y la lucha contra el cambio climático se mantiene. Al menos en apariencia. El Congreso ha iniciado la tramitación de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha defendido la necesidad de acelerar el proceso de transición en la conferencia que pronunció ante lo más granado del empresariado y de las finanzas al término de las vacaciones. Pero el riesgo de una segunda ola de Covid 19 descontrolada amenaza la recuperación de la economía y puede trastocar también las prioridades.

La vicepresidenta cuarta del Gobierno, Teresa Ribera, ha recordado esta misma semana que los fondos de reconstrucción que obtenga España están vinculados, en una tercera parte al menos, al desarrollo de proyectos verdes por exigencia comunitaria. Pero se sabe de siempre lo difícil que es pasar de las musas al teatro. Sobre todo cuando el teatro amenaza ruina. Las ONG de medio ambiente han alertado de que las exigencias comunitarias para apostar por una nueva economía son insuficientes. La Red de Acción Climática (CAN, por sus siglas en inglés) ya pidió “más ambición”, mientras que Transport & Environment cuestionó que el 70% del dinero pactado para reformar el sistema vaya a la economía -mal construida- de una generación que lega la deuda a la siguiente.

Parálisis económica

Los efectos de la pandemia y la paralización de la economía internacional durante meses tampoco ayudan a consolidar los planes descarbonización. El año 2020, según pronósticos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), puede cerrar con un descenso del 8% en las emisiones de gases de efecto invernadero por la caída de la actividad y la menor demanda de energía. Será un argumento más para quienes consideran que lo más urgente es apuntalar el sistema y no reformarlo. Un espejismo peligroso en un mundo que apenas si ha reducido en los últimos años el consumo global de hidrocarburos. El petróleo sigue siendo la fuente de energía primaria más importante del planeta y representa más del 36% de toda la energía.

Para 2060, el cambio climático podría ser tan mortal como la Covid-19, según los pronósticos de Bill Gates.

El riesgo de que la pandemia del coronavirus cambie las prioridades es elevado y puede tener consecuencias devastadoras. Si el crecimiento de las emisiones se mantiene alto para finales de siglo, el cambio climático podría ser responsable de 73 muertes adicionales por cada 100.000 personas. Para 2060, el cambio climático podría ser tan mortal como la Covid-19, y para 2100 podría ser cinco veces más mortal. No lo ha dicho cualquiera. Lo sostiene un tal Bill Gates, que advirtió hace años sobre el riesgo de sufrir una pandemia como la que azota el mundo.

Los expertos han advertido de que cuando la sociedad se reactive, las emisiones no solo volverán a subir sino que habrá menos dinero para abordar proyectos de transición energética. Si se aplican políticas de corto plazo, el desastre está servido. La Covid-19 y la amenaza por el calentamiento global suponen un inmenso reto para los Gobiernos y si no hay respuestas adecuadas las consecuencias pueden ser graves.

Una bendición para el consumo

Economistas de altura proponían antes de la crisis, cuando el mundo se deslizaba hacia la desaceleración, estimular las economías a través de la inversión pública de los Estados hacia un destino preferente: las tecnologías de energías renovables. La idea era impulsar proyectos de alto valor añadido para generar empleos de calidad y bien pagados. Una bendición para el consumo, para los ingresos del Estado y una forma inteligente de salir de la crisis.

La oportunidad está ahí, existe, pero las cosas no pintan bien. El consejero delegado de la petrolera española Repsol, Josu Jon Imaz, un directivo del tipo de los que oye crecer la hierba lo ha dicho en público esta semana: "Lo de que vamos a salir más fuertes, más descarbonizados, con más transición energética y resto de tendencias buenas, ojalá, ya me gustaría a mí. Tras el Covid, las administraciones van a tener menos dinero en todo el mundo para poner en marcha todas estas políticas encaminadas a las nuevas tecnologías". Estamos avisados.

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