OPINION

Prepárese: así es la crisis que viene

Quiniela en el BCE: estos son los nombres que se postulan para suceder a Mario Draghi. /EFE
Quiniela en el BCE: estos son los nombres que se postulan para suceder a Mario Draghi. /EFE

Viene otra crisis. Eso es seguro. Ha sido así desde aquel faraón que soñó con vacas flacas y vacas gordas. Lo único incierto es el plazo. Es casi seguro que lo de los siete años era solo una forma de hablar. Pero habrá otra crisis. No sabemos cuándo, pero sí sabemos cómo va a ser. España es una de las economías más abiertas del mundo, por lo que el espasmo vendrá de fuera; se llevará de un plumazo millones de empleos; sucederá en poco tiempo; acabará con la burbuja de los precios en la vivienda en Madrid y en Barcelona; revelará que la crisis del año 2008, pese a las proclamas, no cambió el modelo productivo y dará otro puntillazo a un estado de bienestar que nunca acabó de despegar. La crisis sorprenderá a los gobernantes con los deberes sin hacer. Las pensiones volverán a estar en peligro y se recrudecerá la presión privatizadora sobre la sanidad y la educación.

Lo más doloroso va a ser la destrucción de empleo. El paro registrado del mes de mayo muestra que el país está a punto de batir el récord de personas con trabajo: más de 19,4 millones, de las que nueve millones son mujeres. Una magnífica noticia. Pero basta con rascar un poco los datos para ver qué sucederá cuando empiece a sobresalir el costillar de la vaca. El sector que más tira del empleo es la hostelería y de dos millones de contratos firmados, sólo 184.000 fueron indefinidos, un 8% menos que un año antes. Con empleo precario en sectores marcados por la estacionalidad, tres millones de autónomos y una legislación que facilita los despidos, la sangría está servida en cuanto cambie el viento. En determinados sectores, hay quien las ve venir y está adelantando el proceso.

No se trata de ser agorero, sino de apuntar los riesgos para tratar de evitarlos. O al menos, atenuarlos. España no puede esquivar una crisis económica internacional. Pero puede tomar medidas para abandonar malos hábitos que se resisten a desaparecer. Por ejemplo, puede empezar a replantear el modelo que ha convertido al país en una rara avis en su entorno, al conjugar un elevado grado de flexibilidad en el empleo con una baja productividad que sólo crece en momentos de crisis. El modelo de mercado laboral impuesto a golpe de reforma no está escrito en piedra. Como tampoco el renunciar a la investigación o al desarrollo industrial en favor de la hostelería, el ladrillo y los servicios.

Oportunidad de cambio

Hay alguna oportunidad de cambio. Los planes para avanzar en la descarbonización de la economía lo son. El Gobierno de Pedro Sánchez, ahora en funciones, tiene esbozados planes para movilizar en la próxima década 40.000 millones públicos en proyectos relacionados con la lucha contra el cambio climático. Con ellos confía en atraer inversiones privadas en renovables por otros 180.000 millones. Son más de 20.000 millones de inversión anuales durante una década. Ahí hay una oportunidad. Y mucho empleo que no tiene por qué ser precario.

Quiniela en el BCE: estos son los nombres que se postulan para suceder a Mario Draghi. /EFE
Mario Draghi ha pospuesto la subida de tipos hasta el año 2020. /EFE

Un directivo de una asociación empresarial -no precisamente cercana al Ejecutivo socialista- destacaba esta semana en un encuentro reservado un detalle de lo cotidiano: por primera vez en años, los transportes más comunes y llamativos en las carreteras no son los de ganado, sino los que mueven elementos para montar parques limpios de generación eléctrica. Ahí hay una oportunidad de reducir el impacto cuando la economía se ponga de uñas.

Pero para tener éxito hay que hacer un esfuerzo y cambiar de mentalidad. Así lo ponen de manifiesto informes como el que ha hecho público la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) sobre el sistema de subvenciones que se aplica en España. Tras analizar la situación, la Airef concluye que no puede determinar si las subvenciones que concede la Administración sirven realmente de algo. Por supuesto, los responsables de las múltiples agencias encargadas del reparto están indignados. No entienden que la Airef cuestione sus procedimientos. Normal.

Pilares débiles

Para reforzar los pilares ante una posible crisis, algo fundamental es tener pilares. Y en España se han debilitado demasiado y durante demasiado tiempo. Pese a que el empleo ha mejorado en los años de crecimiento, el paro está todavía por encima del 13%. Es lo que sucede por haber aceptado como normal las facilidades para expulsar trabajadores del mercado cuando vienen mal dadas y para incorporarlos mediante subvenciones –¡Ay la Airef!- cuando la carga de trabajo se recupera. En los países más desarrollados, la tendencia es repartir el empleo disponible y reducir la jornada. En España, lo habitual es tolerar la ineficiencia y el incumplimiento de la legislación. Así se llegó a alcanzar una tasa de paro del 26,2% en abril de 2013.

Dicen los economistas que la economía global se desacelera, que ha agotado un ciclo tras haber alcanzado la cota mayor de su tasa de crecimiento durante el 2018; dicen también que en EE UU se acerca una recesión que su población no espera y que los mercados bursátiles están recalentados. Añádase la atonía en Europa, donde España se juega dos tercios de sus exportaciones, el Brexit y un Donald Trump jugando con el gigante chino a un año de su reelección y se obtendrá un cuadro muy preocupante. Ojo, que el faraón ha vuelto a hablar en sueños. A Draghi.

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