OPINION

Rajoy, el paro y el peligro de la euforia

Los lunes suelen ser días duros. Excepto en circunstancias excepcionales ,no favorecen la euforia. Salvo si eres político, tienes responsabilidades de Gobierno y se han hecho públicas las cifras de paro en una economía que crece por encima del 3%. Entonces, la euforia es obligada. Al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, le sucedió esta misma semana. Un lunes.

En un acto de entrega de premios de la pequeña y mediana empresa, y ante la ministra de Empleo, Fátima Báñez, Rajoy decidió compartir como se debe, por extenso y para todos los ciudadanos, el milagro del que se siente protagonista: cómo España ha dejado atrás la crisis y lleva cuatro años generando empleo; cómo se van crear más de 600.000 nuevos puestos de trabajo en este ejercicio y cómo el país ha sobrepasado con creces a potencias económicas como Alemania, Francia e Italia.

En realidad, los datos de empleo que alimentaron la euforia presidencial no son para tirar cohetes. El paro registrado en los Servicios Públicos de Empleo –no confundir con la Encuesta de Población Activa- subió en noviembre en 7.255 personas. Pero para eso están las comparaciones "en términos homogéneos" y la habilidad del político. Para convertir lo regular en bueno. Rajoy se empleó a fondo. Ante los empresarios y la ministra de Empleo detalló como España lleva "cuatro años liderando la reducción del paro en Europa...tres veces más que Alemania, nueve veces más que Francia y 16 veces más que Italia".

Sin tiempo para el matiz

Las intervenciones de los políticos en actos públicos suelen estar muy medidas. En la mayoría de las ocasiones no hay tiempo para el matiz o para contextualizar suficientemente los datos. Quizá por ello, Rajoy no detalló que el paro en Alemania es del 3,6% -técnicamente hay pleno empleo-; en Francia del 9,4% y en Italia del 11,1%. En España, según la estadística más fiable, la EPA, es del 16,4%. Entre las economías desarrolladas sólo Grecia (20,6%) y Sudáfrica (26,7%) tienen porcentajes por encima del español. La cuarta economía europea no sólo lidera la reducción del paro, lidera también el paro.

A la vista de los datos, la euforia de Rajoy sobre la evolución del desempleo en España quizá fue un poco excesiva. Es cierto que hay motivos para la satisfacción. La tasa de paro, aunque muy elevada, es la más baja desde el cuarto trimestre de 2008 y ha caído más de 10 puntos desde que alcanzó su máximo histórico en el primer trimestre de 2013. Pero también hay muchos motivos para contener la euforia, un estado de ánimo que, a menudo, lleva a medir mal la realidad. La tasa de temporalidad, el porcentaje de personas que sabe cuándo acaba su contrato, alcanza ya el 27,4%. Es el porcentaje más alto desde el cuarto trimestre de 2008. Malo.

Ningún dirigente y por supuesto tampoco Rajoy pone el acento en lo que va mal. Por evidente que sea. En el mercado de trabajo, la crisis económica y la reforma laboral han devaluado salarios, han alargado horarios, han pulverizado muchos derechos laborales y han aumentado la siniestralidad, especialmente en el sector industrial. Eso también es responsabilidad de Rajoy.

Un estado de ánimo

La euforia no es más que un estado de ánimo. Normalmente es pasajero. Cuando no lo es, impide corregir defectos. En la economía española, la euforia empieza a enseñorearse de muchos ámbitos. No sólo el laboral. Sucede lo mismo con el turismo. España ocupa la tercera posición en el ránking de países con más llegadas de turistas internacionales. Casi alcanza al segundo en la clasificación, EE UU, con sus 77,5 millones de visitantes. Pero algo no cuadra. Los visitantes de EE UU se dejan en sus visitas al país 179.603 millones de euros (datos de 2015), mientras que en España gastan 50.622 millones. Algo no se hace bien. O algo se podría hacer mucho mejor.

De vez en cuando conviene darse un baño de realidad. Porque si no, la ducha viene de fuera. De Portugal, por ejemplo. El Eurogrupo, la reunión de ministros de Economía informal de la eurozona, ha elegido como presidente al portugués Mario Cerezo, un exprofesor de Harvard convencido de que Europa aplicó ante la crisis una receta "errada, parcial e incompleta". Es la fórmula que en buena parte ha guiado la acción de gobierno de Rajoy. Toda una señal para contener los estados de euforia y recordar que, además de la presidencia del Eurogrupo, el vecino Portugal ocupa la secretaría general de la ONU (António Guterres) y la vicepresidencia del Banco Central Europeo (BCE) (Vitor Constancio). Con euforia contenida, se supone.

Mostrar comentarios