OPINION

El riesgo de tropezar dos veces en el mismo ladrillo

Unos obreros de la construcción reanudan su trabajo en la localidad sevillana de Bormujos. /EFE
Unos obreros de la construcción reanudan su trabajo en la localidad sevillana de Bormujos. /EFE

La economía se ha desplomado. Se recuperará, pero hará falta tiempo. La Covid 19 será una amenaza formidable hasta que se descubra una vacuna efectiva. Mientras tanto, toca aceptar “la nueva normalidad”, aunque nadie sepa muy bien en qué consiste. Crece la presión sobre el Gobierno para reanudar la actividad en todos los sectores, pero sin tener en cuenta que la realidad ha cambiado. Urge poner las bases para sostener una economía cuarteada, con sectores como el turismo o la hostelería que van a tardar en recuperar el pulso, pero que ofrece la oportunidad de moldear un futuro con bases de actividad más sólidas y más sanas.

Hay un riesgo. En las últimas semanas, coincidiendo con el aumento de las presiones para poner en marcha la economía, resurgen las viejas recetas para salir de una crisis que asusta. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha sido rotunda al describir el que, en su opinión, es el mejor camino para recuperar la normalidad: el ladrillo. Se trata, explicó en la sede del parlamento madrileño, de "liberar suelo" porque "parte de la recuperación vendrá por la construcción”.

Díaz Ayuso no está sola. El ministro socialista de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana,José Luis Ábalos, comparte la receta: contra la desastrosa curva económica provocada por la pandemia, propone el ladrillazo. En el revelador –y soso- lenguaje oficial, Ábalos ha apostado públicamente “por el sector de la construcción, y en particular por la vivienda social a precio asequible, para activar la recuperación económica y el empleo tras la crisis del coronavirus”. En el horizonte ministerial se dibuja el Plan 20.000 Viviendas para facilitar los alquileres, probablemente para acelerarlo y ampliar su alcance.

Nichos de empleo

Reactivar la construcción está bien. Como lo está evitar el hundimiento del turismo o del transporte aéreo. Pero conviene pensar en recetas menos tradicionales para salir con garbo de la recesión que se nos viene encima. Hay nichos de empleo relacionados con la edificación, como la rehabilitación de viviendas, la eficiencia energética y la movilidad eléctrica que pueden crear puestos de trabajo y animar la actividad económica sin volver a las andadas. Las directivas de la UE impulsan la rehabilitación de los edificios como una vía para ahorrar energía, introducir la innovación en las viviendas con aplicaciones inteligentes y favorecer la movilidad eléctrica con puntos de recarga en los inmuebles.

El Plan de Ahorro y Eficiencia Energética 2011-2020, elaborado y aprobado en la época del exministro Miguel Sebastián estimó en 480.000 los puestos de trabajo que se podían llegar a crear en el periodo, sólo con medidas de eficiencia energética. Pasó y nada hubo. Por su parte, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) del Gobierno de Pedro Sánchez, desplazado por el impacto de la pandemia de coronavirus, sitúa las previsiones de empleo hasta 2030 en una horquilla de entre 250.000 y 364.000 nuevos puestos de trabajo, estables y de calidad.

El problema ahora es cómo financiar los planes verdes. El Gobierno de Sánchez contaba con poner sobre la mesa 50.000 millones para mover otros 190.000 del sector privado. La pandemia ha llenado de interrogaciones las estrategias. Hay pocos sectores con colchón suficiente para hacer planes a medio y largo plazo. Uno de ellos es el sector energético. Las grandes compañías –Iberdrola, Endesa, REE, Enagás y Naturgy- forman parte de la asociación denominada Grupo Español Crecimiento Verde (GECV), que defiende la colaboración público-privada para aprovechar las oportunidades de una transición energética que consideran inevitable.

Algunos de los asociados de GECV, caso de Acciona o de Sacyr, conocen de primera mano el viejo negocio de la construcción y lo que da de sí. Quizá por ello han apostado con decisión por el sector renovable. La crisis de la Covid 19 ha sacado a la luz el riesgo de seguir senderos aparentemente seguros en lugar de apostar por la innovación y la investigación, que fueron carne de recorte en la crisis anterior. No se puede caer en el mismo error.

En el año 2009, el artista Ricardo Romeo participó en un montaje escultórico en el Consejo Europeo, encargado por la presidencia checa, para denunciar los estereotipos de los entonces 27 socios de la UE. En la obra de Romeo, la silueta de España aparecía completamente recubierta por cemento. En  la parte superior se veía una enorme hormigonera roja y blanca, en una alusión nada velada a los excesos urbanísticos. Apenas comenzaba la explosión de la burbuja. Estamos a tiempo de no tropezar dos veces en el mismo ladrillo.

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