OPINION

El dinero del banco europeo que incendia el clima

Pozo de Carbón, carbón, transición energética
Pozo de Carbón, carbón, transición energética
EUROPA PRESS - Archivo

Hace unas semanas fui al médico y me tuvo que recetar antibióticos por unas bacterias que me estaban fastidiando a base de bien. Eso sí, me dijo que había que completar el asedio bacteriano con una dieta baja en ciertos nutrientes y así debilitarles por hambre.

Algo similar pasa con el cambio climático: de poco sirven grandes planes y promesas u objetivos para avanzar en la descarbonización si el dinero, y hablo de los grandes flujos de financiación, sigue convirtiéndose al mismo tiempo en combustibles fósiles o nucleares.

Es el caso, especialmente, del Banco Europeo de Inversiones (BEI), el mayor prestamista público internacional del mundo, que sigue financiando las energías sucias aún hoy, en 2019, cuando la ciencia, los jóvenes en las calles e incluso muchos sectores económicos demandan con fuerza salvar su futuro.

Desde la última revisión de los criterios de elegibilidad para préstamo del BEI en 2013, el banco ha apoyado de forma masiva con 11.800 millones de euros proyectos ligados a la búsqueda, extracción, refino, transporte y quema de combustibles fósiles y con 3.900 millones de euros a compañías energéticas que basan fuertemente su actividad en el carbón. Muchas de esas compañías siguen construyendo nuevas centrales eléctricas de carbón, no tienen planes de descarbonización y se encuentran entre los mayores emisores de CO2 y de contaminación del aire de Europa.

Lo mismo pasa con los proyectos de nuevas infraestructuras gasistas como la entrada del gas en Canarias, el fallido almacén submarino Castor o incluso el almacén de gas que Naturgy iba a construir justo debajo del Parque Nacional de Doñana.

El Banco Europeo de Inversiones es la institución de crédito de la Unión Europea. Sus accionistas son los 28 gobiernos nacionales de la UE, por lo que la decisión estratégica de en qué se invierte ese dinero ha de respetar, en primera instancia, los intereses de la ciudadanía europea. La forma y el lugar en que distribuye sus fondos puede afectar en gran medida los esfuerzos de la Unión para hacer frente al cambio climático.

Al estar realizando la revisión de sus criterios de elegibilidad, ahora el BEI, y por lo tanto los ministros de economía de los países miembros, deberán retratarse. La nueva política de préstamos del banco puede minar a la base o, de lo contrario, acelerar la descarbonización de la Unión Europea.

A la vista de que no tenemos mucho más que una década para “asediar al cambio climático” y así prevenir sus peores impactos, es necesario que el Banco Europeo de Inversiones deje de financiar todos los proyectos ligados a las energías fósiles y nuclear para que el apoyo vaya a los de eficiencia energética, gestión de la demanda, almacenamiento, flexibilidad y renovables, especialmente si están en manos de la ciudadanía. De lo contrario, las promesas políticas de salvar el futuro de nuestros jóvenes serán papel mojado.

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