OPINION

¡Atención, borrachos en el asfalto!

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Petru Antal, alcalde de la localidad rumana de Pecica, ha ordenado instalar una veintena de señales de tráfico en su localidad para alertar de la presencia de borrachos arrastándose por la carretera, en un intento de reducir los accidentes. Petru firmó la orden para colocar señales con la leyenda "Atención, borrachos" bajo la imagen de un juerguista de rodillas con su inseparable botella.

Pecica es una ciudad fronteriza y sufre a todas horas un gran volumen de tráfico. También es una ciudad muy conocida por su vibrante vida nocturna. Y cuando se juntan muchos coches y muchos borrachos no puede por más que haber accidentes, con peores consecuencias para los segundos.

El alcalde ha llegado a decir que no puede garantizar la seguridad de los ciudadanos que van de juerga si ellos mismos no son ni capaces de volver a casa a gatas, por lo que alertará a los conductores con estas señales para que sean ellos los que tengan precaución con los beodos.

La idea del alcalde rumano no es la primera vez que se lleva a la práctica. Las autoridades tailandesas de la también marchosa ciudad de Phuket llevan años permitiendo estas señales, medio en serio medio en broma, a la salida de los pubs y locales de alterne. De hecho, el dibujo rumano es el mismo, pero adaptando las formas de la señalética promocional tailandesa al código europeo de circulación.

Más le hubiera valido a Petru Antal haber confeccionado una señal más original, como este otro ejemplo que se puede ver en la ciudad de Miami (Florida), donde el beodo aparece, en vez de en una denigrante actitud, con una copa de cóctel y todavía irguiéndose sobre los cuartos traseros.

Por supuesto, ni tanto ni tan poco: ni un rumano de Pecica de rodillas emponzoñado de orujo ni un moreno de Miami de pie y con una margarita. Desde Strambotic proponemos como señal unificadora mundial de "¡Peligro, borracho!" un concepto medio entre ambos modelos: la del beodo que no puede levantarse del todo pero que no va tan mal para humillarse de rodillas ante la sociedad.

Y así, todos contentos.

Vía Ananova

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