
Ya se sabe que las Kangoos las carga el diablo. O el diábolo, que es el artilugio del que nos imaginamos van pertrechados esta parejita de artesanos que han pegado estos suplicantes carteles por el centro Madrid.
En condiciones normales borraríamos los teléfonos, pero nunca se sabe si entre los lectores de Strambotic estará el dueño de la Kangoo de marras. ¡Suerte en vuestra búsqueda, muchachos!
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