OPINION

¿Por qué esta crisis es diferente?

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Europa Press

El estallido de la pandemia del Covid- 19 se ha convertido en el catalizador que ha hecho saltar por los aires la complacencia respecto al riesgo que parecía dominar a todo tipo de inversores. Después de más de una década de excesos, nos encontramos ante el desplome bursátil más rápido de la Historia, más incluso que en el crack de 1929. Veníamos de unas valoraciones totalmente elevadas no se han podido mantener más.

Ahora parece que sucedió en un tiempo muy remoto, pero hace apenas unas semanas los titulares de la prensa económica señalaban que la Bolsa “ignoraba” la crisis del coronavirus, en pleno apogeo en Asia entonces, y persistía en su camino de máximos históricos. Se daban entonces razones fundamentadas que explicaban la fiesta de los máximos, los mercados no querían despertar de su sueño.

Y, de pronto, hemos visto que esta crisis sí era diferente y ha desencadenado una búsqueda de liquidez global sin precedentes, exacerbada por la proliferación del trading automático. En ese contexto y tras 11 años de ciclo alcista, el coronavirus recordado a muchos inversores que la rentabilidad nunca es gratis. De repente, éste se ha encontrado inmerso en un entorno donde la volatilidad ha alcanzado los peores momentos de 2008 y está asistiendo, atónito, al derrumbe sincronizado de los mercados bursátiles en todo el mundo.

Mientras esto sucede, los casos reportados de infección del virus se extienden por todos los continentes, de país en país y de localidad en localidad. Aunque hay indicios esperanzadores de que los confinamientos funcionan, la situación parece aún lejos de control. Las cuarentenas se llevan a gran escala y por periodos que no serán cortos (el caso de Wuhan sirve de referencia), provocando la restricción de la actividad económica, el parón total de sectores como el de las aerolíneas o el turístico, y la destrucción de la confianza del consumidor. Esta situación ha generado un “shock” de oferta y de demanda sin precedentes que, de agravarse, puede provocar una depresión financiera mundial. Las Bolsas ya han descontado ese escenario de recesión y la única incógnita es cuánto durará dicha contracción.

Pero no estamos frente al fin del mundo. Ahora nos encontramos ante un cambio que, de momento, nos obliga a permanecer en casa hasta nueva orden. Y saben que llegará un momento en el que esto pasará. Las convulsiones de las Bolsas también pasarán. El inversor debe ser consciente de estos eventos extraordinarios y no caer en la trampa emocional, evitando cometer errores de los que tardaría mucho tiempo en recuperarse. Nunca más que ahora, contar con una estrategia, buen asesoramiento y un plan de inversión ha sido tan necesario.

Inmersos oficialmente en un mercado bajista no concluido, donde las caídas ya superan el 30% desde máximos, resulta interesante observar lo que pasó en situaciones bajistas anteriores. Se trata de obtener una referencia sobre cómo y cuánto se tardó en salir de ese entorno. Del lado positivo, y desde un punto de vista histórico, las caídas más bruscas de las Bolsas llevaron a recuperaciones también muy rápidas. Del lado negativo hay que mencionar que, si la economía mundial entra en una recesión prolongada, el tiempo de recuperación será mucho más largo.

Si analizamos los últimos 14 mercados bajistas desde 1950 para el S&P500, la media de recuperación fue de 20 meses. En los casos que se evitó la recesión, dicho periodo se acortó a la mita, mientras que se alargó a cerca de 30 meses en los casos de recesión. La última referencia, la Gran Crisis Financiera de 2008, hizo que el mercado tardase 49 meses, más de cuatro años, en recuperarse.

Así las cosas y ante caídas del 30% en un mes, la realidad es que la situación todavía puede ir a mucho peor. Creo que es pronto para pensar que estos primeros inicios de capitulación o que la prima de riesgo de mercado (Equity Premium Risk) haya subido hasta niveles no vistos ni en 2008 sean síntomas que inviten al inicio de toma de posiciones. Sin embargo y con respecto a esto último, cada inversor debe ser consciente de qué prima de riesgo le pide a su inversión y actuar en consecuencia. Es de esperar la aparición de más noticias negativas, pero también positivas, que alimentarán la continuidad de la volatilidad extrema y el seguir viviendo estos tiempos peligrosos. Pero tan pronto como el miedo alcance su pico, existirán oportunidades para aquellos inversores racionales y disciplinados.

A veces, el pánico en los mercados ante una pandemia anula el poder de control de nuestras emociones. Y es que, las crisis animan a muchos curiosos a entrar al mercado. Son precisamente ellos, por tener una menor experiencia lo que más riesgos corren en estos momentos, y es nuestro deber acompañarles en su nuevo camino a la inversión. Es muy interesante ver cómo en España los usuarios de la plataforma se dedicaron más a invertir en índices, materias primas y acciones que en criptos. En momentos de incertidumbre extrema, los inversores suelen aferrarse a la tradicional, lo que ya se conoce y hace sentirse más cómodo.

Generalmente, tras una crisis, se genera un nuevo orden mundial. En el caso de una crisis financiera como la que se avecina, podrían surgir nuevas regulaciones o la eliminación de ciertos instrumentos financieros del mercado. La mayor diferencia en esta crisis es el acceso a la información que tenemos, tanto en cantidad como en inmediatez, y, por supuesto, la facilidad que hay en muchas partes del mundo para adaptarse a una vida distinta gracias a la tecnología, es algo que conviene no desaprovechar. Estas mismas ventajas que nos permiten una mayor adaptación en tiempos de crisis son las que probablemente nos ayuden a recuperamos más rápido en comparación con crisis anteriores. Debemos ser pacientes e intentar centrarnos en la búsqueda de oportunidades que nos brindan este tipo de situaciones y ver mejoras en la industria tecnológica, sector financiero y orden social.

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