Fugitivos de toda índole y procedencia han buscado refugio en Tailandia

  • Maleantes, mafiosos, narcotraficantes, pederastas y delincuentes de todo el mundo han buscado en Tailandia pasar desapercibidos entre los millones de turistas que visitan cada año el país, como empresarios o de profesores de idiomas.

Marco Zabaleta

Bangkok, 16 feb.- Maleantes, mafiosos, narcotraficantes, pederastas y delincuentes de todo el mundo han buscado en Tailandia pasar desapercibidos entre los millones de turistas que visitan cada año el país, como empresarios o de profesores de idiomas.

Otros fugitivos han utilizado el territorio tailandés para adquirir una nueva identidad o para borrar su rastro.

Aunque las autoridades locales se indignan cada vez que los medios de comunicación presentan Tailandia como un paraíso para los malhechores, se sienten complacidas cuando se publican los éxitos que han obtenido en la lucha contra el crimen, como sucedió con el llamado "Mercader de la muerte".

El apodo corresponde al empresario ruso Victor But, que fue detenido mientras cenaba con seis personas en el restaurante de la planta 27 del lujoso hotel Sofitel de Bangkok, el 6 de marzo de 2008, unas horas después de desembarcar en el aeropuerto de un vuelo de Aeroflot procedente de Moscú.

Asistieron en la operación agentes estadounidenses que lo buscaban por vender armas en las guerras más cruentas y a organizaciones como Al Qaeda y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

La captura del camaleónico But, antiguo miembro de KGB, políglota y forjador de una fortuna con la venta de armas, tuvo aún más eco por la popularidad que el personaje había adquirido con la película de Hollywood sobre su vida "Lord of War" (2005).

Menor difusión y detalles obtuvo la caza del terrorista indonesio Riduam Isamuddin, alias "Hambali", en la turística ciudad de Ayutthaya, a unos 90 kilómetros de Bangkok, en 2003.

"Hambali", actual inquilino de Guantánamo y considerado por la Casa Blanca el jefe de la red terrorista Al Qaeda en el Sudeste Asiático, había entrado en el país procedente de Laos con un pasaporte español falso.

El canadiense Christopher Neil se presentó con la cabeza rapada y gafas de miope en el aeropuerto Suvarnabhumi de Bangkok en 2007 procedente de Corea del Sur.

Neil, apresado unas semanas más tarde en una zona apartada de las rutas turísticas de la provincia de Nakhon Ratchasima, resultó ser uno de los pederastas más buscados del planeta que llevaba varios años trabajando de profesor de inglés en colegios internacionales de Asia.

El prófugo italiano Vito Roberto Palazzolo, de 64 años, miembro de la Cosa Nostra, no superó los controles de Suvarnabhumi en 2012; la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) había puesto sobre alerta a las autoridades tailandesas.

Los avances tecnológicos y el aumento de la colaboración trasnacional de los cuerpos de seguridad han mejorada la eficacia de la lucha internacional contra el crimen.

No obstante, todavía hay quienes consiguen pasar desapercibidos durante un tiempo más o menos largo, como el francés Verdino Christopher Pierri, de 28 años, buscado por violación en Francia.

Pierri, casado con una tailandesa, fue arrestado el pasado octubre en la popular Phuket, adonde se había mudado tras trabajar de chef en un restaurante italiano de Bangkok.

También en la concurrida Phuket, el principal destino turístico en el sur de Tailandia, se encontraba el sueco Brent Oalofink Erikson, de 67 años.

Los gendarmes se llevaron a Erikson cuando se solazaba en la playa por los cargos de fraude y evasión de impuestos en su país.

Un astuto espía español recurrió a Tailandia no para ocultarse, sino para desaparecer durante años gracias a un certificado de defunción tailandés falso que dio pie a una esquela en uno de los principales diarios de España:

"Francisco Paesa falleció en Tailandia el 2 de julio de 1998, donde fue incinerado. Tu familia y tus amigos no te olvidan".

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