Ramón Palomar:El bajo mundo funciona como una multinacional de drogas y armas

  • El periodista valenciano Ramón Palomar debuta en el ámbito de la narrativa con "Sesenta kilos", una novela de "realismo sucio" en la que retrata el hampa de España, un "bajo mundo, que tanto trafica con drogas como con armas o tarjetas de crédito, como lo haría una multinacional y sus tentáculos".

Barcelona, 8 feb.- El periodista valenciano Ramón Palomar debuta en el ámbito de la narrativa con "Sesenta kilos", una novela de "realismo sucio" en la que retrata el hampa de España, un "bajo mundo, que tanto trafica con drogas como con armas o tarjetas de crédito, como lo haría una multinacional y sus tentáculos".

En una entrevista con Efe, con motivo de su participación en el festival literario BCNegra, Palomar reconoce que la espoleta que prendió su relato parte de un hecho real, relacionado con una persona que durante una semana tenía que vigilar en un piso de Valencia, del que no podía salir, unos cuantos kilos de cocaína, antes de ser distribuidos por el territorio.

Conocedor directo de "una extraña fauna", con la que mantiene contactos desde que estudiara la carrera de filología francesa, el escritor se sentó ante el ordenador y empezó a armar una historia, que ahora publica Grijalbo, con camellos de poca monta y menos luces, narcotraficantes con poder, exlegionarios, guapas mujeres, clanes gitanos y ningún policía.

Asevera Palomar que ha efectuado un retrato de "nuestro lumpen, del hampa que nos rodea y que refleja una realidad", intentando transmitir "cierto cariño hacia los personajes, sin juzgarles nunca", porque no le gustan "las moralinas".

El lector seguirá las peripecias de dos pobres diablos, Charli y el Nene, con dos maletas cargadas con sesenta kilos de cocaína, dando vueltas por la geografía española, portuguesa e incluso por una ciudad portuaria como la marroquí Tánger.

Ramón Palomar sostiene que "las mejores empresas de logística son las de los narcotraficantes, con grandes rutas y mucho camuflaje".

Sobre la gente que se mueve en este mundo, precisa que "los que juegan a este palo son pocos, se conocen todos y son todos conocidos por la policía, aunque, otra cosa es que puedan pillarlos".

"Intuyo -prosigue- que muchas de estas personas nunca lo tuvieron fácil, tampoco cuentan con una inteligencia deslumbrante para salir del ambiente, aunque se adaptan al entorno, intentando triunfar. Actúan por impulsos y son recelosos y vienen de familias desestructuradas, pero quieren que sus hijas, por ejemplo, aprendan a tocar el piano".

Asimismo, concluye, "ven normal dedicarse a lo que se dedican y lo anormal para ellos sería trabajar de funcionarios de correos en Ávila".

Preguntado sobre cómo que entra la droga en España, Palomar responde que puertos como los de Valencia, Barcelona o Algeciras "tienen mucho tráfico de contenedores, aunque muchos caladeros de entrada de lo que sea son los puertos deportivos".

Con un final que puede considerarse abierto, después de "amistades, enemistades, amores, desamores y toneladas de violencia", el periodista señala que no tiene previsto una segunda parte, pero, advierte tener un zurrón "con muchas historias que dan para bastantes libros más".

Nacido en Nancy (Francia), donde su padre valenciano ejercía de profesor, Ramón Palomar se crió en Tánger (Marruecos) y, posteriormente con la familia llegó a Valencia, donde vive actualmente y donde trabaja dirigiendo un programa radiofónico y escribiendo una columna diaria en "Las Provincias".

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