Operación abdicación: De la renuncia del Rey a la proclamación de Felipe VI

    • José Antonio Zarzalejos elabora para Llorente & Cuenca un extenso informe sobre el relevo en la Corona española.
    • De acuerdo con el autor, el nuevo Rey deberá "arbitrar y moderar" profundos cambios para resolver desafíos de calado como el auge del independentismo catalán, la desconfianza en los partidos o la erradicación de la corrupción.
Los nuevos Reyes y sus antecesores asisten hoy a una misa privada en Zarzuela
Los nuevos Reyes y sus antecesores asisten hoy a una misa privada en Zarzuela
José Antonio Zarzalejos

El sistema constitucional español ha experimentado su segundoepisodio histórico de estrés —el primero fue el frustrado golpe deEstado de 23 de febrero de 1981— a propósito de la abdicacióndel Rey Don Juan Carlos de Borbón el 2 de junio de este año y laproclamación como Felipe VI de España de su hijo, el Príncipe deAsturias, el día 19 de este mes. La fuerte fricción del sistema se ha debido a una ingenua imprevisión de medios de comunicación yotras instancias sociales y políticas que no supieron leer los acontecimientos que venían afectando al titular de la Corona y su familia desde hacía ya algunos años.

En efecto: el inicio del proceso penal en noviembre de 2011 contrael yerno del Rey por presuntos delitos de carácter fiscal y otros conexosde naturaleza económica (falsedad y blanqueo de capitales)perdió su carácter de problema aislado y puntual para la Coronacuando el 14 de abril de 2012, el Rey se fracturó una cadera enBotsuana y debió ser repatriado urgentemente a España. A propósitode ese desplazamiento en fechas muy dramáticas, sociales yeconómicas, para el país, el Jefe del Estado solicitó disculpas públicasel 18 de abril de ese año, que no evitaron, sin embargo, quese destapasen aspectos privados y poco edificantes de la vida personalde Don Juan Carlos, cuya hija mayor, la Infanta Doña Elena,arrastraba ya un divorcio sonado y el propio matrimonio del Rey yDoña Sofía naufragaba de manera pública y notoria.

En este contexto,los achaques de salud de Don Juan Carlos y la imputación enenero de este año de la Infanta Cristina por su posible participaciónen algunos delitos atribuidos a su marido, situaron a la instituciónmonárquica en su peor y más profunda crisis desde 1978.La abdicación, pese a los desmentidos de la Casa de S.M. el Rey, comenzóa contemplarse como una opción de salida de la crisis desdefinales de 2012 y se basó en el hecho de que Don Felipe de Borbón yGrecia, Príncipe de Asturias, disponía de todas las capacidades parasuceder al Rey. Sin embargo, Don Juan Carlos se resistía por variasrazones, la primera de ellas porque la situación creada necesitabaabsorberla ya que en su propósito vital —dentro de la tradición dinástica—no se contemplaba la abdicación que para él, además, se configurabacomo una derrota o un fracaso. Por otra parte, la lenidad delos sucesivos Gobiernos —y la oposición del propio Jefe del Estado—mantenían sin desarrollo el artículo 57 de la Constitución que prevéque la abdicación debe sustanciarse mediante una ley orgánica.

La lenta maduración de la abdicaciónse aceleró no obstantea inicios de 2013 cuandoera evidente que el sistemade partidos estaba fuertementecuestionado en España a talpunto de que la correlación defuerzas esperable en los comiciosgenerales de 2015 hacíanpresagiar unas Cortes Generalesmenos favorables que las actualesa facilitar una abdicación yla subsiguiente proclamación deDon Felipe. Pero fue en enerode 2014, cuando el Rey había yamejorado su salud pero empeoradotodas las demás variablesque rodeaban a la Monarquía(tres suspensos en los barómetrosdel Centro de InvestigacionesSociológicas en los años2011, 2013 y 2014), cuando elMonarca llegó a la conclusiónde que no podría restablecer supopularidad ni arriesgarse a seguirintentándolo superando laactual legislatura y entrando enotra más problemática.El proceso de abdicación

Desde enero de este año, la denominadaOperación Abdicaciónse puso en marcha. El mes elegidofue el de junio y, más concretamente,los días 11 o 18. Sinembargo, los pésimos resultadosdel PSOE en las elecciones europeasde 25 de mayo pasado quearrastraron al secretario generaldel partido a la convocatoria deun Congreso extraordinario enel mes de julio, obligaron a adelantarel acto de abdicación quese produjo por comunicaciónbrevísima y documental el 2 dejunio. El Rey comunicó verbalmentey por escrito al presidentedel Gobierno de su intenciónde abdicar la Corona de España.

En la estrategia de abdicacióny de su posterior desarrollo estabancomprometidos, ademásdel presidente del Gobierno y elsecretario general del PSOE, lavicepresidenta y ministra de laPresidencia que, obviando al Ministeriode Justicia, elaboró unsimplicísimo pero muy inteligente—en la medida en que evitabacualquier debate sobre su contenido—proyecto de ley orgánicapor la cual las Cortes Generalesperfeccionaban jurídicamentela abdicación del Rey. La ley seaprobó en el Congreso (día 11 dejunio) y en el Senado (día 17 dejunio) por el trámite de urgenciay en lectura única.

El cálculo de que una decisiónpor sorpresa tomaría a los sectoresrepublicanos españolescon la guardia política baja, fueacertado porque, más allá derechazar la ley de abdicación(se aprobó en el Congreso por299 votos contra 19 y 23 abstenciones),la movilización enla calle fue mínima y el republicanismo no supo articular undiscurso alternativo—falta unadefinición de República: representativa,presidencialista— nivisualizar un líder de referenciapara la alternativa a la formade Estado.

La firma, sanción y promulgaciónde la ley de abdicación se realizóen un acto solemne e inéditoen el Palacio Real de Madrid el18 de junio y la norma entró envigor la media noche, de modo que Don Felipe VI acudió a la sesión conjunta del Congreso y Senado el 19 de junio siendo ya Rey y a falta sólo de su proclamación en los términos del Título II de la Constitución. A las 11 horas y 20 minutos del día 19 de junio, es decir, en sólo diecisiete días, se había consumado tanto la abdicación de Don Juan Carlos como la proclamación del nuevo Rey.

Es decir, se ha tratado de una operación plenamente constitucional fulminante por su rapidez y eficacia, aunque ha conllevado una fuerte presión para el sistema que carecía de precedentes y, especialmente, de una ley orgánica que pautase las decisiones a adoptar y estableciese el estatuto del Rey abdicado que se ha implementado a través de un Real Decreto del Gobierno según el cual Don Juan Carlos mantiene el título de Rey —también la Reina—, el tratamiento de Majestad y, con carácter vitalicio, en la reserva, su condición de capitán general de los Ejércitos. Su retribución dependerá libremente del nuevo Rey, su hijo, como ordena la Constitución, así como las funciones simbólicas y representativas que desarrolle.

A falta de una ley orgánica queregule el estatuto del Rey abdicado,el Grupo Parlamentariodel PP en el Congreso, conUPN y Foro Asturias —dispone demayoría absoluta, así como enel Senado— el aforamiento deDon Juan Carlos se ha articuladoprovisionalmente a travésde una enmienda en el proyectode ley orgánica en tramitaciónsobre racionalización del sectorpúblico que afecta a jueces ymagistrados. La enmienda prevéun aforamiento, tanto civilcomo penal, para la consortedel Rey, la Princesa de Asturiasy para el Rey abdicado ysu consorte, incorporando unadisposición transitoria para quelos procedimientos judicialesque pudieran estar en curso ala entrada en vigor de esta leyse remitan a la Sala Primera (civil)o Segunda (penal) del TribunalSupremo.

Se espera que laenmienda y la ley se apruebenen menos de un mes y, en todocaso, antes de que concluya elactual período de sesiones delCongreso y del Senado. Al momentode redactar este documento,se desconoce qué gruposparlamentarios, además de losproponentes, apoyarán, o, en sucaso, rechazarán, la enmiendade aforamiento.

A efectos constitucionales y documentalesson explicativas dospiezas oratorias: el mensaje delRey comunicando y explicandoa la sociedad española su abdicación(2 de junio), incorporadocomo Exposición de Motivos a laley orgánica de abdicación, y eldiscurso de proclamación de FelipeVI (19 de junio) ante las CortesGenerales. En ambos documentos,desde el punto de vista de lainterpretación política de los hechos,se entiende que la abdicaciónresponde a un propósito derenovación de la Corona, inmersaen una crisis del propio sistemay con el fin de rescatarla, y laproyección por el nuevo Rey de lainstitución monárquica que inaugurauna período de madurez delconstitucionalismo en España.Conclusiones

Como en toda sociedad pluralen la que conviven distintas opcionesideológicas, se ha producidodebate parlamentario ysocial, pero la sucesión en vidade Don Juan Carlos a su hijode la Jefatura del Estado haresultado una experiencia exitosa,no obstante haber puestode manifiesto la necesidadde desarrollar, mediante leyesorgánicas y ordinarias y, en sucaso, reglamentarias, aspectosreferentes al funcionamiento dela Corona.

Esta ausencia o vacíonormativo ha sido el que hacreado al sistema institucionalun estrés añadido a los hechosen sí mismos trascedentes y quepreanuncian cambios importantesy de distinto orden porque alconstituir la Jefatura del Estadola clave de bóveda del sistemase producirán en cascada consecuenciasque afectarán a laCorona y a los distintos ámbitosde poder político, económico ysocial en España.

Pero ¿cuáles son los retos a losque se enfrenta en su reinadoFelipe VI? La interrogante estámal formulada: el Rey es unapieza del sistema institucional ylos retos lo son al conjunto delmismo. Los españoles, segúnuna oportuna encuesta del InstitutoNacional de Estadística sobrecondiciones de vida en 2013,publicada al día siguiente de laproclamación del Rey, distinguentres aspectos: el personal vitalque roza el notable (oscilaentre el 6,9 y 7,3), su visión dela coyuntura económica que hamejorado y alcanza el 5,8 y suvaloración del sistema políticoy judicial que se derrumba: elprimero con el 1,9 y el segundocon el 1,3.

En ese sondeo queda claro quedurante los primeros años del reinadode Felipe VI el Rey tendráque "arbitrar y moderar" profundoscambios que serán de naturalezaconstitucional para resolverel desafío independentista catalán,la desconfianza en el sistemade partido, la percepción depolitización de la justicia y, entreotros aspectos no menores,la erradicación de la corrupciónen los ámbitos públicos, todoello encuadrado en una crisiseconómica y social muy profunday resistente de la que Españaestá saliendo pero a costa de unadevaluación enorme de las rentassalariales, de los activos delas familias y de las empresas y,seguramente, después de habersacrificado sin remedio a cientosde miles de ciudadanos que, engullidospor el paro de larga duración,han perdido la esperanzade recuperar su autoestima.

En definitiva, Felipe VI ha sidoproclamado en un momentohistórico de grave adversidady él, como lo demuestra en sudiscurso de proclamación, perosobre todo, en su actitud, esconsciente de ello. En su manoestá ostentar una actitud regeneradora,pero corresponde alGobierno, a la oposición y a losejecutivos autonómicos regenerar,al hilo de la propia regeneraciónde la Corona, la política ylas instituciones en España.

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