Mariano Rajoy: de problema político a macho alfa de la manada dirigente

  • El populismo está en horas bajas y se deja ver el marianismo, ese estilo político que avanza sin moverse del lugar, o al menos en conseguir que sus rivales retrocedan más.

    Lleva años funcionando sumergido, discretamente, por debajo de las apariencias para no poner al descubierto los verdaderos objetivos.

Rajoy durante su comparecencia del 30 de diciembre de 2016
Rajoy durante su comparecencia del 30 de diciembre de 2016
PIERRE-PHILIPPE MARCOU / AFP
José Luis Roig / @joseluisroig
José Luis Roig / @joseluisroig

El populismo, elegida como la palabra más importante de 2016, define a una corriente política que se caracteriza por fustigar a las élites, pero que aún está por descifrar en sus consecuencias reales. Llegó como un vendaval y en esencia fue como el bofetón de Glenn Ford a Rita Hayworth en Gilda. Una sacudida que despertó de su aburguesamiento a la casta sistémica que vegetaba y afanaba sin escrúpulos.  

En España se asocia el populismo con Podemos. Un partido que entró en las urnas aprovechando la indignación popular del 15-M, pero que con el tiempo se va deteriorando por dentro y por fuera, y va provocando la indignación de sus propios seguidores. Los enfrentamientos entre los principales líderes les está desgastando más que su bisoñez parlamentaria.

Después de meses de locuras “podemitas” y socialistas, el 2017 arranca con un solo macho alfa comandando la manada política: Mariano Rajoy. Hace un año, muy pocos daban un euro por él, incluso algunos le pidieron que se retirara para no ser un problema, hoy es uno de los políticos más valorados de Europa. Sí, de acuerdo, es un líder con apariencia mediática gris y sin gran carisma, pero ha conseguido reconvertir una situación que no parecía nada favorable para él y su partido. Ha demostrado una vez más que las mata callando, y que él siempre sale ganando. Como dice Felipe González: “Rajoy es el único animal que avanza sin moverse”.

El momento clave de su actual éxito político, fue cuando rechazó presentarse a la primera investidura. Todos le criticaron, pero él resistió porque sabía que aquel caramelo envenenado se lo debía comer otro. De haberse presentado y perdido la investidura, hoy estaría gobernando Pedro Sánchez con el apoyo de Podemos. Al ceder el paso al PSOE, Rajoy forzó un entendimiento entre las izquierdas, algo nada fácil de lograr conociendo las ambiciones y contradicciones personales de sus líderes. Luego, se trataba de aplicar el sentido común, algo que Sánchez no tenía, y esperar a que las circunstancias políticas propiciaran su verdadera oportunidad.

El actual presidente del Gobierno es el político español en activo que más experiencia tiene. Más de 20 años en cargos públicos, negociando y viendo cómo funciona el Estado, pero sobre todo conociendo cómo funciona la arrogancia humana. Y no es que Rajoy no sea ambicioso o vanidoso, que lo es, pero su talante gallego le lleva a interiorizar sus emociones y a no descubrir nunca cuáles son sus verdaderas intenciones. Un gran jugador de póker-político capaz de desplumar/desesperar al mismísimo José María Aznar.

Además de estar en una posición de dominio, sus rivales están en horas bajas o problemáticas. Algo que le da más autoridad y poder sobre una situación política que domina totalmente, incluso goza de la posibilidad de convocar elecciones a partir de mayo y pillar a los demás con los pantalones bajados.

El 2016 fue el año del populismo, pero tal y como se están desarrollando las cosas en las últimas semanas, y tal como esta el mapa político, 2017 puede ser el año del “marianismo”. Un estilo político que se caracteriza por avanzar sin moverse del lugar, o al menos en conseguir que sus rivales retrocedan más que tú. Por no hablar de sus enemigos, los que forman o formaban parte del mismo partido, y que hoy día Rajoy ha logrado desactivarlos en su gran mayoría, sin ruidos ni quejidos.

El “marianismo” no acaba de empezar -aunque ahora vive uno de sus mejores momentos-, lleva años funcionando, pero siempre sumergido, discretamente, por debajo de las apariencias para no poner al descubierto los verdaderos objetivos. Las encuestas también le favorecen y todo parece que le sonríe. Pero Rajoy, ese señor que camina rápido y que cuando tú vas él ya vuelve, no caerá en la trampa de pensar que su futuro es color de rosa. Sabe que en política nunca puedes bajar la guardia, y menos en un país como España donde hoy te aclaman y pasado mañana te linchan, por el simple hecho de tener éxito. El populismo está en horas bajas, bienvenidos al marianismo político.  

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