Cooperantes, solidaridad y conciliación familiar

  • Madrid.- Aunque compaginar el trabajo como cooperante con la vida familiar ha mejorado en los últimos años, profesionales de distintas ONG que realizan su labor en países en vías de desarrollo han recordado la necesidad de seguir desarrollando sus prestaciones y condiciones mientras están en un destino.

Cooperantes, solidaridad y conciliación familiar
Cooperantes, solidaridad y conciliación familiar

Madrid.- Aunque compaginar el trabajo como cooperante con la vida familiar ha mejorado en los últimos años, profesionales de distintas ONG que realizan su labor en países en vías de desarrollo han recordado la necesidad de seguir desarrollando sus prestaciones y condiciones mientras están en un destino.

El Día del Cooperante, que se celebró el pasado 8 de septiembre por quinto año consecutivo, coincide con la fecha de aprobación en España en 2006 del Estatuto del Cooperante, que especifica los derechos y obligaciones de estos profesionales durante sus labores humanitarias.

Las condiciones de los aproximadamente 2.000 cooperantes españoles -la mitad de ellos miembros de la Coordinadora ONGD-España- varían considerablemente en función de la organización para la que trabajan, aunque todas deben respetar unos mínimos recogidos en el Estatuto, como un colegio gratuito para los hijos, seguridad social, gastos de equipaje o alojamiento.

A partir de estas prestaciones, algunas organizaciones facilitan ayudas adicionales como cobertura médica para toda la familia del cooperante o una vivienda separada del resto de compañeros, lo que facilita la conciliación de la vida personal con un trabajo desarrollado mayoritariamente en el extranjero.

EL RETO DE CONCILIAR SIENDO COOPERANTE

Aunque varios cooperantes han resaltado a Efe que desarrollar este trabajo y tener familia es ahora mucho más fácil que hace unos años, consideran que aún hay aspectos en los que mejorar.

Lucía Losoviz, quien trabajó como cooperante expatriada durante seis años en Latinoamérica y en la actualidad es responsable de los Programas Internacionales de Save the Children, ha considerado que las ONG deberían velar más por la seguridad física y por la salud emocional de estos profesionales.

"Además de estar lejos de sus seres queridos, el hecho de vivir de forma constante con personas en situación de vulnerabilidad y ver ciertas desigualdades sociales e injusticias afecta mucho a la salud emocional de los cooperantes", ha explicado Lucía a Efe.

Durante su trabajo en destinos extranjeros, Lucía contó con la compañía de su pareja, cuyo seguro médico y parte de su traslado estaba financiado por la organización para la que ella trabaja, por ello cree que en la actualidad es mucho más fácil compaginar este tipo de trabajo con la vida familiar.

"Se ha avanzado mucho de la época en la que yo fui cooperante a lo que es ahora con la entrada en vigor del Estatuto, aunque tener familia no es igual de fácil en todos los países", ha asegurado.

Según su experiencia, los cooperantes destinados en Latinoamérica, Senegal y Filipinas encuentran muchas menos dificultades para tener hijos mientras participan en proyectos de desarrollo que aquellos destinados en países como la República Democrática del Congo.

A este respecto, la ONG Médicos del Mundo ha añadido que en la actualidad sólo en "contextos muy específicos" como Haití, los campamentos de refugiados saharauis, la región sudanesa de Darfur o la emergencia del Cuerno de África es incompatible la tarea de cooperante con la presencia de la familia, debido a las peores condiciones de seguridad y a la falta de infraestructuras.

Según esta organización, muchos cooperantes españoles no dejan su trabajo cuando deciden tener familia, sino que optan por solicitar un cambio de destino.

Ana García, médico de familia de esta ONG, también ha opinado que la situación de los cooperantes con pareja e hijos ha mejorado desde la entrada en vigor del Estatuto, sobre todo porque algunas organizaciones ofrecen ahora una vivienda unifamiliar.

Aún así, ha indicado que muchas relaciones amorosas "se resienten" cuando la pareja del cooperante no puede acompañarle a su destino y que el profesional puede perder "un poco la perspectiva del mundo real" porque se trabaja en lugares aislados.

En este sentido, Ana ha detallado que las ONG deberían tener esto en cuenta para que los cooperantes alternasen períodos en destino con períodos en casa.

Como apoyo a la labor de médicos cooperantes como Ana, la Fundación Red de Colegios Médicos Solidarios, impulsada por la OMC, ha creado un registro nacional de estos profesionales en activo para ofrecerles programas y prestaciones en materia de formación, asistencia, asesoramiento y representación, entre otras.

LA REPERCUSIÓN EN LOS HIJOS

Por su parte, Laura Martínez lleva diez años siendo cooperante para distintas ONG en países como Botsuana, Angola, Tailandia, Sudán o Nicaragua, donde tuvo a su hija Nikita, que ahora tiene tres años y que le acompaña en todas sus labores humanitarias.

Para Laura, todavía hay "mucho que hacer" en cuanto a las condiciones de los cooperantes que se expatrian con su familia -los llamados "puestos familiares"-, ya que "no puedes trabajar al 100 % si no estás completamente segura de que tu hijo está bien".

En su próximo destino, Jerusalén, trabajará para Acción Contra el Hambre y disfrutará de condiciones mejores que en otros destinos, como una niñera y seguro médico para su hija, cuyo bienestar "es lo más importante".

"Estas experiencias están convirtiendo a mi hija en una niña mucho más extrovertida, con una gran adaptabilidad y capacidad de aprender otros idiomas, y que, a sus tres años, ve la vida con otros ojos", ha afirmado Laura a Efe, aunque ha lamentado que no pueda pasar más tiempo con el resto de su familia.

Según esta cooperante, mejorar las prestaciones para la familia aumentaría el número de profesionales que permanecen en los destinos e incrementaría su productividad.

Cristina Gallardo

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