El expresidente Uribe protagoniza campaña para las legislativas colombianas

  • El expresidente colombiano Álvaro Uribe (2002-2010), cabeza de lista al Senado por su movimiento, el Centro Democrático, ha sido el protagonista de la campaña para las elecciones legislativas del próximo domingo para las que se perfila como el más votado.

Bogotá, 5 mar.- El expresidente colombiano Álvaro Uribe (2002-2010), cabeza de lista al Senado por su movimiento, el Centro Democrático, ha sido el protagonista de la campaña para las elecciones legislativas del próximo domingo para las que se perfila como el más votado.

Uribe, que dejó la Presidencia hace cuatro años con una popularidad récord, intenta capitalizar el fervor que todavía despierta en sectores de la población para llevar al Senado el mayor número posible de candidatos en una campaña en la que no ha tenido rivales mediáticos.

"Ningún voto es el último, hay que buscar detrás de cada voto un nuevo voto", dijo hoy Uribe en una entrevista con el portal La Hora de la Verdad, de su exministro Fernando Londoño.

La más reciente encuesta de la firma Datexco, divulgada el pasado domingo por el diario El Tiempo y La W Radio, le concedía al Centro Democrático el 23,4 % de las preferencias del electorado para la elección de los 102 miembros del Senado lo que, de confirmarse en las urnas, le convertirá en jefe de la oposición legislativa.

En esta campaña Uribe ha redescubierto el gusto por la plaza pública y su omnipresencia es tal que hasta el candidato presidencial del Centro Democrático, su exministro Óscar Iván Zuluaga, ha pasado a un segundo plano en los mítines y también en las encuestas de intención de voto.

El expresidente de 61 años se ha tomado en serio su papel de candidato y es quizás el único que ha recorrido el país en maratonianas búsquedas de votos.

Como suele suceder con Uribe, su campaña ha estado marcada por polémicas, entre ellas la consolidación de su papel opositor al presidente Juan Manuel Santos, su delfín en la pasada campaña, que en los últimos meses se ha acentuado con una ruptura total salpicada de recriminaciones y denuncias.

En septiembre pasado, cuando presentó su plataforma para volver al Senado donde ya estuvo entre 1986 y 1994, Uribe justificó su decisión en que el país necesita recuperar "el rumbo de confianza", especialmente en materia de seguridad e inversiones.

Por esa razón su programa se resume en cinco puntos: seguridad democrática, confianza inversionista, cohesión social, diálogo popular y un Estado austero en sus gastos y expansivo en sus obligaciones sociales.

Pero más allá del programa, lo que interesa al país es el papel que Uribe y su bancada van a jugar en la próxima legislatura en la cual el "Congreso de la paz", que saldrá de las urnas el próximo domingo, tendrá la tarea de ratificar los acuerdos a los que pueda llegar el Gobierno en los diálogos con las FARC en Cuba.

Uribe, que siempre defendió la vía militar para poner fin al conflicto armado, no esconde su oposición a los diálogos en La Habana porque considera que el Gobierno firmará "una paz de papel" en la que los crímenes de la guerrilla quedarán impunes.

En su papel de guardián de la ortodoxia ha polemizado también con el Gobierno venezolano, que lo acusa de orquestar las protestas en ese país, lo que motivó una petición del Gobierno colombiano al de Venezuela para que cesen las acusaciones y declaraciones irrespetuosas contra el expresidente.

Pese al favoritismo que le dan las encuestas, la campaña no ha sido fácil para Uribe que se ha enfrentado en este proceso con la autoridad electoral, con Santos y con sus habituales enemigos políticos.

Todo comenzó con la inclusión en su lista de aspirantes al Senado de su antiguo asesor presidencial José Obdulio Gaviria, primo del fallecido capo del cartel Medellín, Pablo Escobar Gaviria, lo que provocó críticas hasta de sus aliados, pese a lo cual lo mantuvo en la nómina de candidatos.

También ha mantenido enfrentamientos con la Registraduría Nacional, autoridad electoral, que le obligó dos veces a cambiar el logotipo de su movimiento, inicialmente llamado Uribe Centro Democrático, para evitar personalismos en la campaña, y a la que el expresidente ha acusado de no darle garantías políticas por su papel opositor.

Contra Santos, además de las agrias críticas por el proceso de paz, Uribe ha agitado denuncias de corrupción como el presunto reparto de cargos y beneficios a congresistas a cambio de apoyo a la reelección del presidente, episodio no comprobado que ha entrado a formar parte del anecdotario político colombiano con el nombre de "mermelada".

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