El día que Fainé se reconcilió con Rajoy tras meses de 'divorcio' con La Caixa

  • El Gobierno ha hecho un enorme favor a CaixaBank con un decreto-ley redactado a su medida. Ambos dejan atrás una etapa de distanciamiento.
Isidro Fainé, CaixaBank
Isidro Fainé, CaixaBank
EFE

La semana que acaba este domingo deja atrás unos días de alta tensión política y económica. Con una declaración unilateral de independencia (DUI) planeando en el horizonte, el mundo de la empresa se ha vuelto a poner de acuerdo con el Gobierno para enviar un torpedo a la línea de flotación de los independentistas con una fuga en cascada de las grandes compañías de Cataluña. En esta ocasión, el favor ha venido desde Moncloa, que el viernes aprobó el ya famoso ‘decreto-ley Caixa’ para permitir que la entidad bancaria pudiera cambiar de forma exprés su sede social de Barcelona por Valencia y Palma de Mallorca, dejando atrás (de momento) 113 años de historia en la ciudad condal. Una decisión que ha servido para que Mariano Rajoy e Isidre Fainé acerquen posiciones tras un periodo de turbulenta relación.

Rajoy no es amigo de Fainé. Es más, cuentan en sus entornos que la opinión que tienen el uno del otro no es del todo positiva. No son de la misma edad, ya que el santiagués es 13 años más joven que el manresano, ni comparten cenas los fines de semana. Tampoco han hablado mucho por teléfono, ya que el Presidente del Gobierno no es muy dado a conversar con los grandes del Ibex 35. Pero sí tienen algo en común: no están de acuerdo en la deriva independentista de la Generalitat y ambos han acabado uniendo sus fuerzas para frenarla. Han tardado un tiempo, pero por fin caminan en la misma dirección.

Para entender mejor la relación de amor-odio entre Rajoy y Fainé hay que remontarse a 2014-2015. La primera legislatura del PP tocaba a su fin y algunos empresarios radicados en Barcelona comenzaron a detectar que el independentista estaba subiendo como la espuma. Sus servicios lo analizaron al minuto uno: la causa secesionista ganaba adeptos día a día e, incluso, familias de clase media que nunca habían simpatizado con esos postulados empezaban a acercarse a ellos, sino a ser activos militantes de la causa. ¿Por qué? Por culpa de Madrid, es decir, del Gobierno central que, según ellos, marginaba a los catalanes y no les trataba como se merecían. Las inversiones no se materializaban y eso estaba empezando a generar un preocupante caldo de cultivo.

Estos empresarios, con Fainé entre ellos, presentaron a Moncloa informes y papeles donde se avisaba de esa deriva. Pero, según lamentan los promotores, en el Gobierno no les hicieron caso. Aseguran que en Madrid nunca pensaron que los independentistas llegarían hasta el final y consumaría un referéndum saltándose las leyes y los trámites parlamentarios. Así, mientras en el Ejecutivo de Rajoy se diseñó la famosa ‘Operación diálogo’, en la sala de máquinas del marianismo se pensaba que el suflé iba a ir bajando a medida que avanzara el tiempo.

Pero los independentistas no se amilanaron y convocaron el referéndum. Fue entonces cuando en Moncloa se pensó que lo idóneo era que algunos popes del mundo empresarial catalán se posicionaran en contra de los secesionistas. Desde el Gobierno se pidió por activa y por pasiva una declaración, unas comillas, una enmienda… Hubo presiones y conversaciones, pero Fainé y el resto de la cúpula financiera radicada en Barcelona decidió mantener el silencio. Tenían miedo a una ocupación de oficinas o a una campaña de boicot, como ya sucedió el 9-N cuando La Caixa secundó un comunicado de la AEB y la CECA criticando la consulta.

Pero esta vez no hubo posicionamiento en contra el 1-O y Rajoy y los suyos se molestaron de manera evidente. Bastaba hablar con el entorno del Presidente del Gobierno para comprobar el enfado que tenían con Fainé y compañía. También con Juan Rosell, el presidente de la CEOE, que en unas incendiarias declaraciones consiguió enfadar a la cúpula gubernamental a escasos días del referéndum.

Cuando apenas quedaban tres semanas para el 1 de octubre, una conversación telefónica entre Moncloa y la sede de CaixaBank en la avenida Diagonal fue clave para levantar la bandera blanca. Ambas partes se dijeron a la cara los reproches que se dirigían en privado y acabaron por firmar un ‘fair play’ hasta el referéndum, conscientes de que a partir del día 2 iban a tener que caminar de la mano para hacer frente al independentismo radical. El objetivo era que Fainé y compañía colaboraran para “tender puentes” con la Generalitat.

El día 2, 3, 4… han llegado y Puigdemont y los suyos no han reculado (de momento). Josep Oliú fue el primero en abrir la veda anunciando que el Banco Sabadell se marchaba a Alicante. Ese movimiento obligó a CaixaBank a reaccionar y, unas horas después, anunciar que ellos también se mudaban a Valencia y a Palma. Pero no habían previsto algo. Las alarmas en la antigua La Caixa se encendieron a mitad de esta semana semana. Una vez que el banco confirmó internamente el “nos marchamos" se dieron cuenta de que tenían un problema: comprobaron que el cambio de sede debía efectuarse en una junta de accionistas, lo que hubiera retrasado la decisión de manera notable. Era necesario, por tanto, cambiar los estatutos o recurrir a La Moncloa.

Los contactos desde los despachos de CaixaBank con el Gobierno se incrementaron a partir de ese momento. La situación requería que el Ejecutivo tomara partido y facilitara los trámites al principal banco catalán, como así ha acabado sucediendo. En ese momento Fainé tenía a Rajoy enfadado, pero un aliado a su favor: su amigo Luis de Guindos. Y es que la relación entre ambos es “excepcional”, confirman las fuentes consultadas por La Información.

La solución que idearon fue la de aprobar en Consejo de Ministros un decreto ley para modificar la disposición de la Ley de Sociedades de Capital, aprobada en 2015, que establece que "el órgano de administración será competente para cambiar el domicilio social dentro del territorio nacional", salvo disposición contraria de los estatutos. Es decir, con la modificación legal, BankCaixa ha podido aprobar sin problemas un cambio de sede con el mero acuerdo de su consejo de administración.

Con este cambio legal, Gobierno y CaixaBank dejan a un lado una etapa de desencuentros personales y allanan el camino hacia una entente renovada. Rajoy cuenta desde ahora con un socio más para frenar al independentismo y no es un apoyo cualquiera: Isidro Fainé, el empresario que ha dirigido La Caixa en los últimos años y que es considerado toda una institución en Cataluña, quizá solo a la altura del FC Barcelona.

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