El régimen egipcio busca la legitimidad, con la Constitución en segundo plano

  • El nuevo régimen promilitar egipcio tratará de obtener, con la celebración del referéndum constitucional mañana y el miércoles, la legitimidad en las urnas que reclama para poner en marcha su hoja de ruta.

Enrique Rubio

El Cairo, 13 ene.- El nuevo régimen promilitar egipcio tratará de obtener, con la celebración del referéndum constitucional mañana y el miércoles, la legitimidad en las urnas que reclama para poner en marcha su hoja de ruta.

Así, la Constitución, piedra angular sobre la que deberá erigirse el nuevo Egipto, se ha convertido en una cuestión instrumental, utilizada más por el poder de turno para consolidarse que para abrir una verdadera discusión sobre el alcance de la democracia en el país.

A juicio de los expertos, el texto ocupa un papel secundario frente a la importancia de que el pueblo refrende con un amplio "sí" a las nuevas autoridades surgidas tras la destitución militar de Mursi, el pasado 3 de julio.

Por ello, no hay grandes dudas sobre el fin último del referéndum, al que están llamados más de 52 millones de egipcios.

"Se trata del certificado de muerte del régimen de Mursi y de los Hermanos Musulmanes. Reflejará que lo que sucedió el pasado 30 de junio (las masivas protestas contra el presidente islamista) es una segunda ola de la revolución", dijo a Efe el profesor de Sociología Política de la Universidad Americana de El Cairo Said Sadek.

Para este experto, tan importante como el porcentaje que reciba el "sí" es la participación, que augura alta, especialmente en El Cairo, ya que esta vez "los cristianos, los jóvenes y la mayoría silenciosa sí votarán".

Para enterrar aún más el modesto papel de la Ley Fundamental, el jefe de las Fuerzas Armadas y "hombre fuerte" del nuevo régimen, Abdel Fatah al Sisi, se postuló el sábado a la Presidencia del país "si se lo pide el pueblo".

Pocos en Egipto cuestionan que, con esa condición, Al Sisi llamaba a un masivo respaldo a la Constitución, que, por cierto, reserva grandes prerrogativas al Ejército.

"Por supuesto que un resultado fuerte empujará a Al Sisi a ser candidato. Desde la revolución, las fuerzas políticas no han tenido ni candidato ni partido. Los egipcios están buscando a su Napoleón Bonaparte", sentenció Sadek.

Pero el texto constitucional ya ha sido utilizado en los últimos años como un arma de legitimación.

El 19 de marzo de 2011, la junta militar que tomó las riendas tras la salida de Hosni Mubarak convocó un referéndum sobre una serie de enmiendas constitucionales, que también fue interpretado como un plebiscito sobre su autoridad para dirigir la nave egipcia.

Ironías del destino, los Hermanos Musulmanes respaldaron en aquella ocasión a los militares, frente al rechazo de políticos liberales como Mohamed el Baradei o Amro Musa.

A finales de 2012, el depuesto Mursi y sus Hermanos Musulmanes llamaron a los egipcios a votar una nueva Constitución, confeccionada a su medida, para consolidar su proyecto islamista.

El fiero debate y la oposición de grandes sectores del Estado no impidieron que la Ley Fundamental saliese aprobada, aunque fuera rechazada en provincias como El Cairo.

A diferencia de aquella ocasión, la discusión pública ha sido esta vez mínima, y el griterío por el "sí" es tan abrumador en las calles y en los medios de comunicación que no ha dejado apenas oír los motivos de quienes rechazan el texto.

A la cabeza del boicot al referéndum -puesto que apenas nadie defiende el "no"-, se han situado los Hermanos Musulmanes, que han convocado una semana de protestas, pero no son los únicos que consideran que el proceso carece de garantías.

La analista estadounidense Michele Dunne, del Centro Carnegie, alertó en un reciente artículo de la posibilidad de que la comunidad internacional "dé legitimidad a un proceso lleno de errores y antidemocrático".

Para Dunne, el Gobierno interino trata de desviar la atención con las cuestiones técnicas del proceso de transición mientras prosigue la represión sobre los Hermanos Musulmanes y recorta derechos y libertades.

En el Egipto de hoy resulta muy difícil escuchar análisis desapasionados, que no tomen partido por el régimen promilitar o por los desahuciados Hermanos Musulmanes.

Ante un panorama así, resulta inconcebible que cualquier convocatoria electoral pueda celebrarse sin el carácter de "vida o muerte" que impregna el referéndum que se desarrollará mañana y el miércoles.

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