Cristina Garmendia, la burguesa trabajadora

  • Pocas personas pueden presumir de una trayectoria tan exitosa como la de la ministra Garmendia. Y no es precisamente por su carrera política, porque ni siquiera está afiliada al PSOE. La titular de Ciencia e Innovación tiene una formación académica envidiable y es empresaria de éxito, pero le tocó lidiar con un toro bravo en su salto al Ejecutivo.
Cristina Garmendia
Cristina Garmendia
Raúl Arias
Borja Ventura

Se mantiene como ministra de Ciencia e Innovación

De Cristina Garmendia se pueden decir muchas cosas, a favor y en contra, pero dos son indiscutibles. La primera, que no llegó a ministra por su trayectoria política, porque ni siquiera está afiliada al Partido Socialista; la segunda, que no pasará estrecheces económicas cuando decida finalizar su carrera profesional.

El patrimonio de esta donostiarra de 48 años es el mayor de todos los miembros del Gobierno, según ellos mismos publicaron. Se calcula que tiene 4,9 millones de patrimonio, de los que 1,4 corresponden únicamente al valor catastral de los inmuebles que tiene (lo cual quiere decir que su valor de mercado será mucho mayor). Ella, junto a Sebastián y Rubalcaba, serían los únicos miembros del Ejecutivo que tendrían que pagar el 'impuesto del millón de euros' que el Ejecutivo podría estar preparando para las rentas más altas.

Según declaró la propia Garmendia, su patrimonio es tan elevado gracias a las herencias recibidas: hija de un armador euskaldun de la Euskadi tradicional, sí heredó de su familia la idea de hacer fortuna desde el trabajo y el esfuerzo, aunque se ella encontrara con un terreno abonado desde la cuna por haberse criado en la selecta burguesía donostiarra. De hecho, una década antes de convertirse en ministra ya vivía en Madrid con cuatro trabajadores domésticos: un chófer, una niñera, una encargada de las labores del hogar y una cocinera.

Pero sus cuentas corrientes no sólo se nutren de su familia: a juzgar por la cantidad de puestos directivos que ha ocupado en diversas empresas biotecnológicas, su patrimonio será mucho mayor gracias a su propio trabajo. Y es que sería injusto recordar a esta ministra sólo como 'la rica' del gabinete de Zapatero, ya que conjuga en su curriculum vitae dos trayectorias exitosas. Por una parte, una formación consolidada a base de codos y, por otra, una trayectoria profesional intachable que le ha llevado a crear una empresa puntera y a formar parte de la Junta Directiva de la CEOE.

Sobrada preparación, demasiados recortes

Estudió Biología en la Universidad de Sevilla, centrándose en el área de Genética, rama en la que se doctoró a través del CSIC por la Universidad Autónoma de Madrid. Cuando tuvo completo el capítulo académico, pensó encaminar sus pasos hacia el mundo empresarial, motivo por el cual realizó un Executive MBA en el IESE.

Y dicho y hecho, comenzó su andadura en el terreno empresarial, acumulando cargos hasta hacer su listado profesional el más extenso de cuantos curriculums de ministros hay en La Moncloa. Sus responsabilidades en empresas vinculadas a la genética avalan su trayectoria: Cellerix, Sensia, Coretherapix, Imbiosis, Biobide, Inbiomed, Fénix Biotech, Everis, ASEBIO, Genoma España... Pero no sólo acumula experiencia en la gestión de corporaciones vinculadas a su actividad profesional, sino que a través de ellas ha podido participar en Bankinter, Innobasque, ha ganado un Premio Príncipe Felipe, ha tenido responsabilidades en ESADE, la Universidad Francisco de Vitoria, la Antonio de Nebrija...

Así hasta que en 2008 Zapatero la convirtió en ministra para que encabezara una cartera de nueva creación que le venía como anillo al dedo: la de Ciencia e Innovación. Garmendia, además de su perfil técnico y su experiencia empresarial, llevaba años trabajando en Genetrix, uno de cuyos puntos fuertes es la investigación con células madre. Además, Miguel Sebastián avalaba el nombramiento de una independiente con la que había trabajado en la OCYT durante un tiempo.

Sin embargo tanta preparación académica y profesional no le prepararon para enfrentarse a tantos problemas como iba a encontrarse. Primero, por su lucha por competencias, especialmente en cuanto a investigación sanitaria -su especialidad- que siguen en manos del Ministerio de Trinidad Jiménez o en Educación Superior, que es territorio de Gabilondo.

Sus dos principales piedras en el camino han sido la entrada en vigor del Plan Bolonia y el recorte en I+D+I que el Gobierno aplicó en cuanto empezó la crisis, y eso a pesar de que Zapatero hizo bandera de su desarrollo. Como respuesta, el enfado de los colectivos estudiantiles por una parte y de los investigadores por otra. Los cerebros siguen fugándose ante la falta de fondos, y la respuesta surgida de internet ante el tijeretazo ha hecho de Garmendia una ministra poco popular (en Facebook apenas suma 460 seguidores). Los 3.412 millones de euros de Presupuesto que le han quedado a su cartera no son suficientes para fomentar la investigación.

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