Los islamistas mauritanos juegan a dos bandas para no perder espacio político

  • Los islamistas mauritanos tratan de preservar un espacio propio en un país que no acaba de recobrar la normalidad política, y han oscilado en los últimos meses entre una convencida participación en las elecciones y el boicot activo.

Maarouf uld Daa

Nuakchot, 1 jul.- Los islamistas mauritanos tratan de preservar un espacio propio en un país que no acaba de recobrar la normalidad política, y han oscilado en los últimos meses entre una convencida participación en las elecciones y el boicot activo.

El principal partido islamista, Tawasol (rama local de los Hermanos Musulmanes), decidió en noviembre de 2013 romper su tradicional boicot al juego político -divorciándose así de sus aliados progresistas de la Reunión de Fuerzas Democráticas, RFD- y participar en las elecciones legislativas y municipales.

Aquella participación les salió rentable: ocuparon el segundo puesto, aunque muy por detrás del partido oficialista Unión por la República (UPR) del presidente Mohamed uld Abdel Aziz, y se hicieron con el liderazgo constitucional de la "oposición democrática", un puesto que en Mauritania es oficial y que monopolizaba hasta entonces el líder de RFD, el histórico Ahmed uld Dadah.

Pero seis meses después, Tawasol cambió de estrategia radicalmente y boicoteó las elecciones presidenciales, siguiendo así la consigna de la mayor parte de la oposición reunida en el Foro Nacional por la Democracia y la Unidad (FNDU).

Para el analista mauritano Ba Abdulaye, el doble juego que practica Tawasol no es del todo sorprendente según criterios de pragmatismo político: en las elecciones legislativas y locales, Tawasol quiso cohesionar a su electorado natural, religioso y conservador, que en caso de boicot habría caído en brazos de lo que él llama "lobbies tribales y regionales".

Ba señala a Efe que los islamistas "en permanente búsqueda de legitimidad política e institucional", temían que la exclusión del parlamento podría "debilitarlos y dar al poder un pretexto para prohibir sus actividades, al igual que está sucediendo en otros países árabes donde los regímenes también son de raíz militar".

Históricamente, las corrientes islamistas en Mauritania se han desarrollado en la clandestinidad, y durante los años noventa, con la llegada del pluralismo político al país, no pudieron salir a la luz legal.

Hubo que esperar la llegada al poder de Sidi uld Cheij Abdallahi, primer presidente llegado al poder por vías democráticas en 2007, para que la corriente islamista se transformara en partido político, que tomó como nombre Tawasol.

No es casual que los islamistas se opusieran con toda la determinación al golpe que derrocó a Abddallahi solo un año después y cuyo autor no era otro que el presidente actual, Mohamed uld Abdel Aziz. Para "lavar" su legitimidad, Aziz convocó elecciones presidenciales en 2009 y las ganó, y entonces Tawasol fue uno de los primeros partidos que reconocieron y saludaron su victoria.

Es esta ambivalencia en sus posturas la que ha hecho sospechar a algunos observadores de una complicidad no escrita entre el régimen actual y los líderes de Tawasol. Para Aziz, se trataría de tener un aliado con el que introducir cizaña dentro de la oposición.

Es en esta lógica que podría entenderse el hecho de que Tawasol haya sobrevivido a un contexto regional cada vez más hostil al islamismo y particularmente a los Hermanos Musulmanes egipcios, que en su propio país han pasado del estatus de gobernantes al de terroristas.

Ha habido momentos más difíciles, como el pasado marzo, cuando el Gobierno mauritano decretó por sorpresa la disolución de la ONG Al Mustaqbal, dirigida por el "padre espiritual" e ideólogo del islamismo mauritano, Jeque Mohamed el Hassen uld Dedew.

Pareció que el poder, a semejanza del egipcio, comenzaba una espiral de represión contra los islamistas, pero las cosas no fueron más lejos y de hecho algunas de las actividades de Al Mustaqbal se reanudaron sin mucho ruido poco tiempo después.

El politólogo Ba abunda en otras señales de esta supuesta complicidad entre Tawasol y el poder, como el hecho de que los islamistas, con su participación en las elecciones de noviembre, contribuyeran a "hinchar" la tasa de participación, que era el principal concepto en juego en aquellos comicios marcados por la llamada a la abstención.

En cuanto al boicot preconizado por Tawasol en las pasadas presidenciales, nadie duda de que los islamistas quieren guardar un pie en la oposición "por si acaso", y es en esta misma lógica que continúan con sus salidas dialécticas contra el poder, siempre dentro de su carácter pacífico.

El pasado domingo, primer día de Ramadán, las juventudes de Tawasol desearon al pueblo mauritano un feliz mes de ayuno y añadieron que este mes sacro traerá a los creyentes "el fin de los regímenes militares", alusión más que evidente al régimen de Aziz.

Algunos lo llamarán "nadar y guardar la ropa", pero el caso es que Tawasol ha logrado erigirse en la segunda fuerza política del país y reclamar también su lugar en una oposición que pide reformas políticas más profundas.

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