Víctimas de tortura en México, la pesadilla de no poder olvidar

  • El sufrimiento psicológico y la incapacidad de pasar página de quien ha sido víctima de tortura agrava las secuelas físicas que en la mayoría de los casos sufren los afectados, denunciaron en México víctimas y expertos.

Asela Viar

México, 17 dic.- El sufrimiento psicológico y la incapacidad de pasar página de quien ha sido víctima de tortura agrava las secuelas físicas que en la mayoría de los casos sufren los afectados, denunciaron en México víctimas y expertos.

Jorge Ferreira, de 29 años, absuelto hace apenas seis meses tras pasar casi dos años en prisión, explicó a Efe que tras ser torturado durante 18 horas tuvo que decir que había asesinado a una persona ante agentes federales porque "ya estaba medio muerto".

Sentenciado a 50 años de cárcel en 2010 por un homicidio que finalmente se demostró que no cometió, aseguró que además de perder un 70 % de audición en un oído y la movilidad en varias articulaciones por el daño infligido para que se declarase culpable, lleva dos años sin apenas dormir, con pesadillas y depresión.

No consigue olvidar cómo una decena de agentes, algunos encapuchados, se lo llevaron a una furgoneta y allí, con los ojos vendados y las manos atadas, le quemaron uno de los pies con un soplete, le intentaron asfixiar y le reanimaron cada vez que se desmayaba por el dolor con descargas eléctricas.

Tras dos años en la cárcel y gracias a que un equipo médico de la Comisión de Derechos Humanos certificó las lesiones horas después de que se cometieran, ahora está en libertad.

Lamenta que no exista reparación del daño y que tras lo sucedido nadie le haya pedido perdón. Lejos de eso, recordó molesto que ni siquiera le han devuelto el teléfono y el ordenador que le quitaron durante la detención.

La Fundación de Apoyo para Inocentes Torturados (FAIT) que acaba de crear organiza foros y eventos en la capital mexicana para dar a conocer casos como el suyo y exigir que se implementen políticas contra este tipo de prácticas y programas de apoyo psicológico para las víctimas y sus familias.

Precisamente, su padre, Jorge Alberto Ferreira, ingeniero en comunicaciones y electrónica de 52 años, relató a Efe cómo su mujer y él estuvieron buscando desesperadamente a su hijo durante dos días hasta saber que se lo habían llevado policías federales y que se encontraba en un penal de máxima seguridad.

"Oyes que hay delincuencia, que pasan cosas así, pero nunca has vivido nada parecido, (...) nunca abusamos de nadie, somos honestos, cómo es que nos llega a pasar algo así", expresó este hombre al recordar el episodio con una mezcla de nervios, angustia y alivio por el desenlace.

Aseguró que fueron dos años de pesadilla, donde además vivió con angustia la sensación de que la mejor defensa para su hijo quedaba fuera de las posibilidades económicas de la familia, pues le llegaron a pedir hasta medio millón de pesos (unos 38.578 dólares).

Ante esto, decidió aceptar el abogado de oficio y ponerse a estudiar los expedientes, pruebas e informes para suplir las carencias que, por prisas y falta de tiempo, pudiera tener el letrado que le asignaron y para el que solo tiene gratitud.

Ahora, aunque más aliviado porque su hijo ya está en libertad, a veces siente miedo, especialmente cuando ve una patrulla de la policía, pues "inconscientemente" piensa que también pueden detenerle.

En un reciente informe, Amnistía Internacional asegura que la tortura es una práctica "generalizada" en México y recoge datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que cifra en 1.669 los casos registrados en 2011, pero advierte que éste podría representar sólo un 10 %, pues la mayoría no se denuncian.

Tras la divulgación de este informe de AI en octubre pasado, el Gobierno de México expresó su compromiso con "la protección de los derechos humanos, en particular en el combate a la tortura ".

Precisamente, Jorge Ferreira (hijo) aseguró que al frente de la Fundación está conociendo a otras personas torturadas, y muchas le han felicitado por la "valentía" de denunciar su caso, pues no todos están dispuestos por temor a represalias.

Además de los daños físicos y psicológicos de los torturados y sus familias, las secuelas se extienden a la sociedad, explicó a Efe el psicólogo Néstor Troncoso, autor del libro "La puerta", que ofrece métodos para superar una experiencia de tortura.

"Hay quienes no duermen, hay quienes buscan venganza, hay quienes deciden marcharse lejos", dijo el experto, tras precisar que en México ya no es solo un problema individual o de la familia cercana.

"A nivel psicológico social se están creando zonas de conflicto donde la sociedad siente odio y repulsión por la autoridad. Lejos de crear situaciones de soluciones, el Estado se dedica a practicar y maquillar esas situaciones", aseveró Troncoso, quien se especializó en el tratamiento de las secuelas de la tortura tras sufrirla en primera persona.

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