Sisi, camino de una victoria electoral en Egipto

  • Dos años después de haber expulsado a los islamistas del poder, el presidente egipcio Abdel Fatah al Sisi ganará probablemente las legislativas que comienzan el domingo en el país, más estable pero con la oposición amordazada.

Sisi, exjefe de las fuerzas armadas electo presidente después de haber derrocado a Mohamed Mursi en julio de 2013, repite sin descanso que no se aliará con un partido ni creará el suyo propio, al contrario de lo que hicieron los distintos dirigentes desde la independencia.

Pero la mayoría aplastante de los candidatos apoyan a este mariscal retirado, muy apreciado por la población y los medios de comunicación que ven en él al hombre capaz de reactivar la economía y estabilizar el país.

Los diputados "serán proclives a permanecer al lado del presidente, que es el corazón del régimen político en Egipto", explica Mustafá Kamel al Sayed, profesor de ciencias políticas.

"El parlamento será partidario del presidente (...) Le dejará vía libre para decidir sobre los asuntos del país", coincide el politólogo Hazem Hosni. "Es un parlamento hecho para preservar el statu quo, con una fachada democrática", resume.

En este contexto, aunque los carteles de los candidatos empapelan las calles, los comicios suscitan mucho menos interés que los de 2011.

Estas primeras legislativas desde la disolución en junio de 2012 del parlamento dominado por los islamistas se celebrarán en ausencia casi total de una oposición. Y es que desde el derrocamiento de Mursi las autoridades reprimen todas las voces disidentes.

La cofradía de los Hermanos Musulmanes, de la que proviene Mursi, fue prohibida pese a haber ganado todos los comicios después de la revuelta de 2011 que expulsó del poder a Hosni Mubarak.

Después del derrocamiento de Mursi, los policías y soldados mataron a más de 1.400 de sus seguidores. Decenas de miles de personas han sido encarceladas y varios cientos, entre ellas Mursi, condenadas a muerte en juicios expeditivos denunciados por la ONU.

Los movimientos juveniles laicos y de izquierda, que lideraron la revolución de 2011, boicotearán o contarán con poca representación en los comicios, con tan sólo una centena de candidatos.

La Constitución otorga al parlamento poderes considerables, como la retirada de la confianza al presidente o la votación de una moción de censura contra el gobierno.

"Las prerrogativas del parlamento son significativas (...) pero su capacidad para utilizar estos poderes rondará cero si de las elecciones surge, como se espera, un parlamento dividido y sin ideología", afirma Nathan Brown, investigador asociado del Centro Carnegie.

Los comicios se celebran en dos etapas. Empiezan el domingo en 14 de las 27 provincias del país, y la víspera para los egipcios en el extranjero.

La única cámara del parlamento contará con 596 diputados, elegidos según un sistema uninominal y de listas.

El sistema uninominal "favorece a los individuos y no a los partidos, y se apoya en los vínculos tribales y familiares que el candidato haya podido crear a nivel local", afirma Nathalie Bernard-Mougiron, del instituto de investigación por el desarrollo.

"Nos exponemos a asistir a un regreso triunfal de las antiguas personalidades del régimen de Mubarak, acostumbradas a los mecanismo de clientelismo y que disponen de recursos suficientes a nivel local", advierte la experta.

Un estudio reciente publicado en el diario gubernamental Al Ahram demostró que casi la mitad de los más de 5.000 candidatos son miembros del Partido Nacional Demócrata (PND), la formación disuelta de Mubarak.

"Los corruptos han sido apartados pero no es razonable rechazar a los tres millones de afiliados al partido", justificó recientemente Mustafá Bakri, candidato de la coalición Por Amor a Egipto. Esta alianza, integrada por partidos liberales de centro derecha, empresarios y antiguos ministros, respalda a Sisi.

La otra coalición importante es el Frente Egipcio, encabezado por el partido de Ahmed Shafiq, último primer ministro de Mubarak. También figura el partido salafista Al Nur, que apoyó el derrocamiento de Mursi, es el único islamista que se presenta, pero defiende a Sisi.

"Nos dirigimos hacia un régimen autoritario, hacia un Estado de pensamiento único", lamenta Zyad Elelaimy, antiguo diputado de centro izquierda, electo en 2011.

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