Las mujeres latinoamericanas, en pie de guerra por ganar espacios en las FF.AA.

  • México, 7 mar (EFE).- La definición de la palabra generala, término coloquial aplicado a la esposa de un general, va camino de perder su sentido en América Latina por el creciente número de mujeres con ese rango militar, fruto de años de lucha en una carrera monopolizada históricamente por el hombre.

México, 7 mar (EFE).- La definición de la palabra generala, término coloquial aplicado a la esposa de un general, va camino de perder su sentido en América Latina por el creciente número de mujeres con ese rango militar, fruto de años de lucha en una carrera monopolizada históricamente por el hombre.

La primera en conseguirlo fue la chilena Mireya Pérez, que en 1997 ascendió a general de Carabineros en un país donde el 10% de los militares son mujeres y que se encuentra a la vanguardia en la materia.

Prueba de ello es la actual presidenta chilena, Michelle Bachelet, que en 2002 se convirtió en la primera ministra de Defensa latinoamericana, seguida meses después por la colombiana Martha Lucía Ramírez, y las ecuatorianas Guadalupe Larriva, muerta en un accidente de helicóptero en enero de 2007, y Lorena Escudero.

Un cargo que posee también Nilda Garré en Argentina, donde el porcentaje de mujeres oficiales y suboficiales es del 5,6% en el Ejercito, 5,8% en la Armada y 11,9% en la Fuerza Aérea.

En ese país, las militares pueden acceder al cargo de agregado de Defensa, decidir nombramientos internos y las embarazadas o con hijos ingresar en las instituciones educativas castrenses.

Además, los edecanes (oficiales de la guardia presidencial) de la mandataria Cristina Fernández son mujeres.

También ha contribuido a cambiar el perfil de las FF.AA de la región, la mexicana Gloria Ramírez, general de brigada, de una estrella, desde 2001.

Ramírez es una de las dos militares de más alto rango de un país donde el 4,3% de los 190.000 militares son mujeres (8.100) y participan en la sangrienta lucha contra el narcotráfico, aunque sólo ofreciendo asistencia médica.

Otra mexicana, la cadete Andrea Cruz, de 19 años, se convirtió en enero pasado en la primera mujer en pilotar un avión de combate sin instructor en su país.

Una gesta que ya había conseguido en 2004 Fernanda Gortz, de 20 años, en Brasil, una nación donde hasta el año pasado apenas el 1,5% de la tropa eran mujeres, cerca de 4.500.

Allí solamente tienen acceso a áreas como administración, salud, ingeniería y comunicaciones, pero nunca al combate ni al puesto de general.

Por su otro lado, Venezuela tuvo que esperar 177 años de historia republicana para tener en 2007 a su primera contralmirante de la Armada, que se unía a cuatro generales de la Fuerza Aérea.

En ese país, las mujeres no tienen restricción de ingreso, de grados, de armas, ni de servicios y su presencia en las fuerzas Naval y Aérea alcanza el 10%.

Según un artículo publicado este año por la revista especializada Nueva Sociedad, de la Fundación Friedrich Ebert, "en América Latina, la incorporación de mujeres a las Fuerzas Armadas es una respuesta a la necesidad de ganar legitimidad social".

Pero eso no significa que se encuentren "en igualdad de condiciones respecto de los hombres" en una institución marcada "por una tradición sexista, verticalista y autoritaria", señala el texto, escrito por la experta Lilian Bobea, de la Universidad de Utrecht (Holanda).

Curiosamente, Bobea remarca la existencia de un grupo de "feministas antimilitaristas", crítico con la entrada de mujeres a las FF.AA., que considera una vía de "opresión" a este género.

En Colombia, de los 285.382 militares, 1.965 son mujeres, las cuales pueden llegar a puestos de mando y realizar tareas en el terreno.

En octubre pasado, la coronel colombiana Luz Marina Bustos, con 27 años de servicio, fue llamada para realizar el curso de ascenso a general de la Policía, que depende del ministerio de Defensa.

Menos avanzada está Bolivia, donde la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico del departamento de La Paz está comandada por la teniente coronel Rosa Lema y recién el año pasado fueron nombradas las primeras mujeres coroneles en el Ejército.

En Perú, las Fuerzas Armadas son mixtas desde 1996, las mujeres militares son el 2% del total y sólo han llegado al grado de teniente segundo en la Marina.

Además, el Gobierno peruano anunció que enviará en 2010 a 25 mujeres militares, cinco de ellas oficiales, a la misión internacional de mantenimiento de la paz de la ONU en Haití.

En Paraguay, hace apenas seis años fue habilitado un cupo para 20 aspirantes mujeres en los cursos de formación de cadetes en la Academia Militar.

En cambio en Uruguay, las mujeres cubren el 60% de los llamados a concurso para reforzar el personal de la policía. En 1997 las féminas comenzaron a servir en la Fuerza Aérea cuando se autorizó la entrada de cadetes en la escuela del Aire y en 1998 y 1999 esta iniciativa fue seguida por el Ejército y la Armada respectivamente.

Las Fuerzas Armadas dominicanas están abiertas a las mujeres y cuentan actualmente con seis generalas y en lo que respecta a su participación en áreas como combate está a "discreción" del comandante militar.

En Centroamérica destacan los casos de El Salvador, donde unos 6.000 de los 17.860 agentes son mujeres, y Guatemala, donde el 25 por ciento de los estudiantes de las diferentes escuelas militares, son del género femenino.

Pese a los logros, la batalla no ha hecho más que empezar y las mujeres enfrentan todavía el reto de cambiar un modelo marcadamente machista.

Una ardua tarea, habida cuenta de que "muchas mujeres han apostado a ascender o aprovechar la estructura de oportunidades mediante su adaptación a la cultura dominante, en lugar de intentar desafiarla", concluye Bobea en su artículo.

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