CATALUÑA. RAJOY PIDE “UN POCO DE SENTIDIÑO” PARA “RECTIFICAR” CON EL 1-O

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, afirmó este sábado en Santiago de Compostela que sería “positivo” exportar “un poco de sentidiño” gallego a Cataluña, para que el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, sea capaz de “rectificar” en su intención de celebrar un referéndum de autodeterminación el próximo 1 de octubre.
El jefe del Ejecutivo se pronunció en estos términos al participar en la clausura del simposio internacional que analiza la figura del expresidente gallego Gerardo Fernández Albor, que este mes cumplió 100 años y hoy recibió la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo.
“Un poco de sentidiño sería positivo exportarlo”, comentó Rajoy durante su intervención, en la que aprovechó para avisar a los promotores del referéndum secesionista de las consecuencias de sus actos: “Cuando uno se pone en contra de la legalidad, y además de la racionalidad, pues tiene que pensar –sobre todo si lo hace a la brava– que nada bueno puede producir su actuación”.
En cambio, subrayó que “cuando uno es capaz de rectificar debe pensar que todo lo bueno se puede producir para él y para los demás”. “Creo que eso es el sentidiño aplicado a los tiempos en los que vivimos”, dijo el presidente aludiendo a la promesa de Puigdemont, ratificada nuevamente hoy, de celebrar una consulta secesionista en 15 días.
MEDALLA DE ORO AL MÉRITO EN EL TRABAJO
Rajoy consideró que el homenaje a Fernández Albor es “un acto de justicia” y ser distinguido con la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo es “especialmente adecuado para una persona que ha cifrado su actitud vital precisamente en trabajar, ser prudente y moderado en todo, servicial y con un cierto sentido del humor”.
“Quien vivió lo peor de nuestra época, también pudo ser protagonista de lo mejor que nos dio: una Europa unida y la España y la Galicia de 1978”, subrayó Rajoy, para quien la capacidad de Fernández Albor para “no rendirse nunca” le convierten en un “modelo inspirador”.
Rajoy abundó en que figuras como la del primer presidente de la Xunta de Galicia constituyen “la mejor defensa posible de la nobleza de la política, algo tan atacado por muchos, y de la vocación de servicio público que algunos creen que no existe”.

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