Hollande muestra músculo militar sobre un fondo interno de crisis económica

  • El presidente de Francia, François Hollande muestra, siete meses después de su llegada al poder, el poderío militar de un país donde su popularidad sigue cayendo por las políticas internas con las que pretende combatir la crisis económica.

Javier Alonso

París, 14 ene.- El presidente de Francia, François Hollande muestra, siete meses después de su llegada al poder, el poderío militar de un país donde su popularidad sigue cayendo por las políticas internas con las que pretende combatir la crisis económica.

En el cuarto día de la intervención en Mali, en "guerra contra el terrorismo", el Gobierno galo mantiene las operaciones con las que pretende evitar que Mali, donde Francia tiene intereses económicos, se convierta en un "estado fallido" a las puertas de Europa.

Arriesgada operación militar, que pone en peligro la seguridad interna de su país por la renovada amenaza yihadista de atacar "el corazón" de Francia, la iniciativa de Hollande recibe el apoyo no solo de la oposición política conservadora, sino también de la población.

Seis de cada diez franceses respaldan la decisión de su presidente, en una muestra de un refrendo que a Hollande le niegan la mayoría de sus conciudadanos cuando se trata de valorar su desempeño al frente de la jefatura del Estado.

La caída progresiva de la popularidad del presidente socialista no se ha detenido en los días previos a la intervención militar en África -se sitúa ya claramente por debajo del listón del 40 %- y crece en cambio la del expresidente Nicolas Sarkozy, a quien relevó en las elecciones que ganó aquél en mayo pasado.

La intervención en Mali sigue la línea expresada por el Gobierno conservador hasta aquel momento, lo que traduce una continuidad en materia de intervención exterior y de identificación de los intereses colectivos estratégicos del país.

Pero están por ver los réditos que obtenga Hollande de una operación militar fuera de las fronteras del hexágono y dependerán muy probablemente de la duración de ésta, que los responsables galos únicamente precisan que se llevará a cabo el tiempo que sea necesario.

El mismo fin de semana en el que los aviones de combate Rafale franceses servían a los intereses estratégicos del país, cientos de miles de personas se manifestaban en París en contra del matrimonio entre homosexuales, una de las iniciativas que se está perfilando como bandera de la oposición.

Se trata de una expresión del rechazo a políticas emprendidas con la llegada de Hollande que traducen el descontento de parte de la población con una cuestión que suscita amplio debate político, social y mediático.

Pero más debate, y sobre todo preocupación, es el que provoca la situación de un país que descubre semana tras semana noticias sobre la destrucción de empleo, que ya progresa hacia el 10,6 % pronosticado desde el instituto oficial de estadísticas para mediados de este año.

Con el país técnicamente en recesión desde el último trimestre de 2012 según los datos del Banco de Francia, Hollande empezó el año con el anuncio de medidas de reforma del Estado destinadas a reforzar la base de la resistencia contra la crisis.

El presidente ha propuesto para su país un nuevo modelo para sacarle de la "encrucijada" en la que se encuentra, después de valorar que el "gasto público ha perdido su eficacia", una declaración que valida en toda regla la identificación del fracaso de políticas aplicadas durante décadas.

No menos importante para su prestigio ha sido desde el primer día del año el eco mundial que tuvo la decisión de uno de los actores más conocidos del país, Gérard Depardieu, de aceptar un pasaporte ofrecido por Rusia, una acción con la que mostró su descontento por el trato fiscal de las nuevas autoridades galas.

La intención de Hollande de endurecer la fiscalidad para los franceses que ganan más chocó además con la censura del Consejo Constitucional galo, que obliga al Gobierno a enmendar una medida con la que sufre su popularidad, y el caso Depardieu permite ofrecer a todo el mundo una imagen de un país al que abandonan sus estrellas.

De momento, la intervención de Francia en Mali también destaca por una acción en solitario de la antigua metrópoli que invita a considerar la efectividad del trabajo diplomático de las nuevas autoridades en París.

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