Carmena, luces y sombras de la alcaldesa con récord de ahorro (y especulación)

  • Recibió una deuda de 5.636 millones y la redujo a 2.703 millones, pero no se entiende que haya dejado partidas del presupuesto sin gastar.
Manuela Carmena, tras dejar su acta de concejal
Manuela Carmena, tras dejar su acta de concejal
EFE

Cuando se contaron las papeletas de las elecciones a la alcaldía de Madrid, Manuela Carmena había ganado en 15 de los 21 distritos de la capital. Había conquistado más distritos que en 2015, lo cual es la prueba de que a los madrileños les había gustado su gestión.

Sin embargo, la alianza de tres partidos la sacó del Ayuntamiento y la convirtió en una de las alcaldesas más breves de la democracia, aunque no la más breve. Sus partidarios se despidieron de ella como si se tratase de un funeral vikingo.

Pero, ¿cuál ha sido el alcance verdadero de Manuela Carmena en estos cuatro años? ¿Fue mejor alcaldesa que la anterior, Ana Botella?

Si hay algo que se debe destacar de la exalcaldesa es que cumplió las reglas. Y eso es lo que le valió el disgusto de sus partidarios, pues algunos querían hacer una revolución en lugar de gestionar una ciudad de 3 millones de habitantes.

Por ejemplo, uno de los aspectos más destacados de Carmena es que rebajó la deuda de la ciudad en casi 2.000 millones de euros. ¿Mucho o poco? Mucho. La alcaldesa recibió la ciudad con una deuda de 5.636 millones de euros, y a finales de 2018 era de 2.703 millones.

La anterior alcaldesa, Ana Botella, también heredó una súper deuda de 7.000 millones de euros, y la rebajó en más de 1.000 millones de euros. En realidad, tanto Botella como Carmena no fueron los únicos protagonistas de la rebaja de la deuda sino que lo fue el exministro de Hacienda Cristóbal Montoro: una ley aprobada en 2013 llamada Ley de Estabilidad Presupuestaria impedía a los consistorios gastar más de lo previsto. Si había superávit, se tenía que destinar a reducir la deuda, no a gastarlo en parques y jardines.

De hecho, Ana Botella logró que la alcaldía tuviera superávit en 2013 y 2004, años de crisis, y no pudo gastarlos a su antojo. Cuando Carmena fue elegida heredó la deuda del PP, cierto, pero también una máquina de generar superávit. Bastaba no moverse mucho para que la deuda se pagara sola.

Pero el concejal de Hacienda del Ayuntamiento, Carlos Mato (Unidos Podemos), no lo veía así, pues para él el Estado debe gastar sin importar la deuda. De hecho, en una entrevista, Mato dijo: “Los estados no quiebran”. Puesto que el concejal no parecía dispuesto a hacer caso a la ley de Montoro, el ministro intervino las cuentas del Ayuntamiento. Hasta hoy.

Manuela Carmena al final se comprometió a no saltarse la ley, gracias a lo cual el Ayuntamiento ha podido rebajar su deuda. Lo cual le costó el puesto al rebelde concejal de Hacienda, que se cobró su venganza en forma de lista electoral para robar votos a Carmena en las elecciones municipales.

Partidas del presupuesto sin gastar

Desde el punto de vista económico, la gestión de Carmena no ha sido manirrota, pero hay cosas que no se entienden como que haya dejado partidas del presupuesto sin gastar. Una cosa es ahorrar, y otra pasarse de ahorro. Por ejemplo, no ejecutó 355 millones de los 866 millones presupuestados, según una información de 'El Mundo'. Inexplicablemente, lo que podía haberse convertido en centros para mayores, se quedó en la caja.

Algunos proyectos más ambiciosos no lograron tampoco salir del cajón. El gran plan para extender la ciudad hacia el norte, que se viene cociendo desde hace décadas, no ha visto la luz. El denominado Madrid Nuevo Norte tendrá que esperar a que el nievo alcalde, del PP, lo apruebe definitivamente. ¿Por qué no lo hizo Carmena? Porque ni en su propio partido se ponían de acuerdo sobre cómo tenía que ser. Al proyecto heredado se le hacían enmiendas continuas, y al final, los informes para justificar cada cambio retrasaban el inicio.

Posiblemente, lo más grave de Manuela Carmena es que la ciudad ha vivido la mayor especulación sobre los precios inmobiliarios de la capital en muchos años. La presión de las plataformas de pisos turísticos como Airbnb, unida a la demanda de pisos de alquiler, en el centro de la ciudad sobre todo, ha empujado los precios a alturas siderales.

14. Madrid (España)
Imagen de la Gran Vía/. Pixabay / Julius_Silve

Según el portal idealista, el metro cuadrado de piso de alquiler en Madrid está por encima de los 16 euros, y ha crecido un 40% en la etapa de Carmela, la mayor subida conocida desde 2006. Incluso de antes.

Si a Ana Botella se le achacaba la venta de pisos a fondos buitres, a Carmena se le puede achacar haber convertido los precios de la ciudad en una merienda de buitres. La gente que vive en barrios tradicionales como el Barrio de las Letras, ha tenido que abandonar sus casas de alquiler porque el casero les subía el alquiler varias veces en un año.

Los grandes proyectos de construcción de viviendas para mitigar esta presión especulativa no han llegado nunca. Todo lo contrario: en zonas como Valdebebas, las grúas fueron paralizadas por una sentencia judicial. No fue culpa del Ayuntamiento, pero sí lo fue que el consistorio no pusiera otras obras en marcha en otros sitios de la ciudad.

Esa falta de reacción aumentó la presión sobre los precios que se vive hoy en Madrid. Poco antes de las elecciones la alcaldesa prometió construir 3.000 viviendas sociales, viviendas que ahora, si se hacen, tendrán que ser responsabilidad del nuevo alcalde.

Para los habitantes del centro de la capital, la creación de una zona descontaminada, con menos coches y más peatonal ha sido una bendición. Es ese distrito Carmena obtuvo su mayor victoria: casi la mitad de los votos. Desde luego, será su mejor herencia, aunque una herencia solo disfrutable por los residentes de esa zona, muchos de los cuales no son precisamente de las clases más modestas.

En cambio, en los barrios obreros, Carmena perdió muchos votos porque los tuvo abandonados.

Carmena se retira con mejor imagen que Ana Botella, a pesar de que esta última inauguró el segundo mayor parque de la ciudad, el gigantesco parque de Valdebebas, puso en marcha BiciMad, redujo la deuda y generó un superávit que le ha permitido a su sucesora pagar la deuda. Pero no ganó la batalla de la comunicación.

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