Los efectos sociales de la independencia catalana, tan graves como los económicos

    • Juan Carlos Jiménez, profesor de Sociología de la Universidad CEU San Pablo, admite que la independencia catalana estimularía el afán rupturista de otras regiones españolas y europeas.
    • "La independencia expulsaría a un número indeterminado de catalanes y los que optaran por permanecer lo harían asumiendo una aceptación resignada y pasiva de la nueva realidad".

Políticos, empresarios, economistas y dirigentes sindicales llevan meses explicando los efectos económicos negativos que tendría la independencia de Cataluña y durante los últimos días de campaña electoral han multiplicado sus mensajes para alertar sobre las consecuencias de una ruptura con España en las pensiones, el bolsillo de los catalanes o los negocios de las empresas.

Si bien es cierto que no todos han dibujado un panorama económico negativo y un Estado catalán inviable, si lo han hecho la mayoría. Prácticamente todos se han centrado en la economía, dejando de lado los efectos de ruptura en la sociedad catalana y la división y el enfrentamiento entre catalanes que provocaría.

Juan Carlos Jiménez, profesor de Sociología de la Universidad CEU San Pablo, detalla a la La Información algunos de los impactos más importantes, a nivel sociológico, que tendría la independencia de una comunidad integrada durante siglos en España.

¿Cuáles serían los principales impactos -negativos y positivos- que tendría la independencia de Cataluña?

En cuanto los aspectos negativos, España perdería una parte sustantiva de su propia realidad nacional, al separar algo que lleva unido varios siglos y que conforman una realidad nacional incuestionable. En términos económicos, Cataluña representa un porcentaje muy importante del PIB español, lo que afectaría a la renta nacional y a la de todos y cada uno de los españoles. Para los catalanes sería una verdadera hecatombe, por lo menos a corto y medio plazo. Se verían inexorablemente fuera de la Unión Europea y de los principales organismos internacionales, se cortaría de forma radical las conexiones del mercado interior español, lo que acabaría con el principal mercado comercial de Cataluña. En Estado catalán independiente sería un pequeño Estado aislado, fuertemente empobrecido y sin capacidad real para ofrecer prestaciones satisfactorias a sus ciudadanos

Estimularía sin duda el afán independentista de otras regiones españolas, haciendo inviable el actual mapa político español. Es decir, España no se rompería solo por Cataluña, sino que abriría un proceso disgregador de consecuencias imprevisibles.

Por fin, los efectos en el marco de la Unión Europeas serían muy negativos: transforma el mapa político del continente de forma abrupta, podría estimular experiencias análogas en otras partes y trastocaría todo el entramado organizativo e institucional de la Unión.

Respecto a los positivos, tendríamos que referirnos a elementos simbólicos y sentimentales, es decir, de satisfacción de los anhelos de independencia de una parte importante de la población de Cataluña. Es evidente que las conformaciones ideológicas nacionalistas solamente se satisfacen, en último extremo, con la creación de un Estado independiente. Y dado que estamos ante imaginarios simbólicos que delimitan nociones de identidad y pertenencia colectiva, parece evidente que la segregación vendría a solucionar ese problema percibido hoy por un porcentaje muy importante de catalanes.

En el caso hipotético que Cataluña se convirtiese en nuevo estado ¿Cuáles serían los aspectos que habría que priorizar?

Para España, seguramente, afrontar una recomposición del mapa político español que impidiera una dinámica de disolución del Estado. El problema de ese nuevo estado catalán sería, "simplemente", gestionar la nueva realidad de un Estado social, política y económicamente inviable.

¿Qué efecto tiene en la sociedad catalana la actual zozobra social?

El principal impacto es la constatable división social en prácticamente dos mitades. Pero lo esencial no es solamente es efecto ruptura, sino la idea frentista inherente a ella. Es decir, buena parte de quienes apoyan la independencia de Cataluña están firmemente convencidos de que el Gobierno central no respeta su particularidad y de que económicamente no tienen un trato justo. Evidentemente, son creencias, no realidades, pero las primeras operan en una parte importante de la sociedad catalana como un imperativo de verdad. Y esto es lo verdaderamente importante, no que ese sentimiento victimista sea en realidad cierto o no

La parte no independentista sigue siendo bastante pasiva y, salvo algunas excepciones, no muestra sensación de ser víctima de una imposición nacionalista. Más bien muestran un conformismo acomodaticio y de renuncia a la significación en un contexto social que perciben dominado por las fuerzas nacionalistas. En realidad, es un problema extremadamente complejo de acomodación social a contextos de fuerte presión social que inhiben manifestaciones de rechazo que, cuando se producen, son más individuales que otra cosa.

Siempre se ha hablado de que constituyen una mayoría silenciosa que prefiere expresarse en las elecciones generales y que desiste de hacerlo a las autonómicas al considerar que no les afecta. Pero este abstencionismo puede ser interpretado también como aceptación implícita, lo que llevaría a pensar que sin ser partidarios de la independencia, muchos de quienes forman parte de esta "mitad" acabarían aceptándola, aunque fuera resignadamente.

¿Qué efecto social tendría la independencia? ¿Se radicalizaría el enfrentamiento entre independentistas y contrarios a la independencia?

La independencia expulsaría a un número indeterminado de catalanes, pero seguramente, quienes optaran por permanecer lo harían asumiendo una aceptación resignada y pasiva de la nueva realidad.

Hay un perfil sociológico de catalán que desea la independencia

Evidentemente, hay una mayoría independentista dentro de la población juvenil. Su dimensión idealista y la ausencia de factores de corrección, es decir, puramente utilitarista, les impulsa a una aproximación más voluntarista que material hacia la independencia. Ésta es una nueva conquista, por lo que los riesgos son poco considerados.

También hay un elemento ideológico importante, ya que a medida que se declaran más a la izquierda, la variante independencia se hace más clara. También es patrimonio de la izquierda la idea del derecho a decidir, que aunque diferente a la idea de independencia, alimenta esta opción como corolario lógico de ese derecho.

Pero junto a estos sectores, el independentismo ha calado también entre las clases medias urbanas, profesiones liberales y se ha extendido con fuerza en el mundo rural, convirtiéndolo en una opción bastante transversal.

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