Vanidad, simpatía, miedo… 5 ingredientes ocultos en la 'cocina' del CIS

    • Las empresas encuestadoras deben tener en cuenta (y tratar de medir) las emociones que influyen en las personas que participan en sondeos de opinión.
    • En las urnas no hay engaños: los votos son los que son. En una encuesta, las respuestas pueden no ser lo que parecen.
Las percepciones sobre la opinión de los demás influyen en los sondeos, como refleja este fotomontaje humorístico de elmundotoday
Las percepciones sobre la opinión de los demás influyen en los sondeos, como refleja este fotomontaje humorístico de elmundotoday

En la noche electoral de 1996, los principales líderes del Partido Popular vivieron al borde del infarto... por culpa de las encuestas. A medida que avanzaban las horas, comprobaron cómo el recuento de las papeletas reducía a mínimos la ventaja que preveían sacar al desgastado Partido Socialista.

Finalmente ganaron los populares, pero por un reducido 1,16%. El diputado socialista Alfonso Guerra resumió la noche con una frase que pasó a la posteridad: "Nunca una derrota resultó tan dulce ni una victoria tan amarga".

"¿Por qué se equivocaron tanto las encuestas?", se preguntaba todo el mundo en la resaca de los comicios. La respuesta caía por su propio peso: la intención de voto que tienen los encuestados cuando contestan un sondeo no siempre se corresponde con el voto que luego emiten el día de la elección.

¿Qué factores operan esa diferencia entre lo dicho y lo hecho? Los profesionales de las encuestas lo explican por ciertas características intrínsecas al ser humano, algunas de ellas muy comprensibles. Por ejemplo: a nadie le resulta agradable confesar a un extraño, incluso en una encuesta anómina por teléfono, que va a votar al partido más criticado en ese momento.

Por el mismo motivo, resulta más sencillo manifestar adhesiones al partido que el entorno social mira con mayor simpatía. Y ocultar lo contrario: mis simpatías hacia la fuerza política que todo el mundo critica.

Las encuestas, incluso las más honestas y desinteresadas, deben pasar por un proceso de 'cocinado'. Aunque esta palabra remite más bien a la manipulación, la cocina de las encuestas pretende justo lo contrario: evitar las respuestas que tienen mayores visos de no corresponderse al deseo que cabe esperar de quien la emite.

Pongamos un ejemplo: si una persona manifiesta que ha votado SIEMPRE al Partido Socialista, es menos creíble si, respondiendo una encuesta, manifiesta que no lo va a hacer en las próximas. Al menos, existen más posibilidades que a última hora se arrepienta y vuelva a votar como ha hecho siempre.

Los institutos de opinión como el CIS tienen en cuenta, durante el proceso de 'cocinado', cinco ingredientes que suelen acompañar al ser humano, de quienes salen la materia prima de los sondeos.1. Una cuchara de vanidad

Los seres humanos son seres sociales. Tienen en cuenta lo que sucede en su entorno, que influyen en su comportamiento y su opinión sobre las cosas. Por tanto, hay que contar con que los encuestados tienden a mostrar opiniones favorables hacia las posiciones que perciben mejor tratadas por la mayoría y su entorno. Y viceversa: critican las que su entorno también critica más.2. Un puñado de mentiras

No todo el mundo dice la verdad siempre. Los motivos pueden ser múltiples: porque quiere confundir a quien le pregunta, porque en el momento que contesta la encuesta hay otra persona delante, porque entiende mal la pregunta… No todas las mentiras son intencionadas, pero no puede obviarse el hecho de que a veces se dice lo contrario de lo que se piensa.3. Una pizca de mala memoria

¿Quién no ha escuchado alguna vez a alguien decir "No recuerdo exactamente a quién voté aquella elección"? Lo más probable es que le haya pasado a él mismo. Las personas que han participado en un mayor número de elecciones -de distinto tipo- tienden a confundir el voto emitido en cada una de ellas. Personas que suelen votar derecha en las generales no siempre hacen lo mismo en las municipales, cuando se presta la atención más a la persona que a las siglas. De igual modo, los estados de ánimo cambian y se olvidan. No es raro que una persona termine votando al partido que tres meses antes negó en un sondeo. Pueden haber cambiado las circunstancias que le hicieron rechazarlo entonces.4. Un chorro de simpatía

En todas las encuestas hay que contar con lo que los especialistas llaman "el sesgo de la simpatía", o sea, la comparación entre el partido al que votó el elector y aquel otro partido por el cual muestra más preferencia. Es muy probable que un votante fiel de los socialistas o de Izquierda Unida opine de Podemos con deferencia y comprensión. Como explica el sociólogo Luis Arroyo, "en este momento está muy bien decir que vas a votar a Podemos, pero eso hay que ajustarlo con el recuerdo de voto". Además, está comprobado que aquellos sondeos realizados cara a cara, suelen perjudicar a los partidos tradicionales y beneficiar a los nuevos. Seguramente Podemos se ha beneficiado de este efecto.5. Una espiral de vergüenza

Los expertos en comunicación y opinión pública han estudiado el fenómeno de la 'Espiral del Silencio'. Esta teoría sostiene que la sociedad tiende a aislar a los individuos que expresan opiniones contrarias a las asumidas como mayoritarias. Llevándolo a un ejemplo: será más fácil expresar una opinión favorable hacia el matrimonio homosexual en España, donde está permitido, que en Rusia, donde está prohibido. Esto significa que el comportamiento y las opiniones del individuo se ven influidas por el clima de opinión dominante en un momento y lugar concretos. Todas las encuestas políticas están condicionadas por este factor.

¿Cuánto hay de verdad y cuánto de deseo en la última encuesta del CIS? Esa esa la pregunta del millón. Y cuya respuesta es sin duda la que más preocupa en estos momentos a los asesores de PP, PSOE... y por supuesto Podemos.

Sigue @martinalgarra//

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