La denuncia de Dilma y la esperanza de Santos brillan entre presencia diluida

  • La denuncia por espionaje de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y la esperanza de lograr la paz en Colombia manifestada por Juan Manuel Santos fueron tal vez los mejores momentos de la participación latinoamericana en la Asamblea General de la ONU, marcada por las ausencias y la desunión.

Rafael Cañas

Naciones Unidas, 28 sep.- La denuncia por espionaje de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y la esperanza de lograr la paz en Colombia manifestada por Juan Manuel Santos fueron tal vez los mejores momentos de la participación latinoamericana en la Asamblea General de la ONU, marcada por las ausencias y la desunión.

La falta de varios presidentes destacados y las disputas territoriales marcaron la participación de Latinoamérica, así como también las nuevas peticiones para repensar la política de lucha contra las drogas y despenalizar su consumo.

Una de las nuevas figuras de la política latinoamericana, el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, suspendió su viaje a última hora por la emergencia nacional de su país debido a huracanes e inundaciones, mientras que tampoco acudieron los mandatarios de Venezuela, Ecuador o Nicaragua.

Brasil abrió el pasado martes, como es tradicional, las intervenciones nacionales y lo hizo con una encendida queja de Rousseff por el espionaje político y económico estadounidense sobre su país, del que ha sido víctima ella misma, según las denuncias de Edward Snowden.

Rousseff, con un tono muy crítico pero calmado, lamentó aún más el episodio "sumamente importante y grave" por haber ocurrido entre "países amigos".

Además, Dilma Rousseff y la presidenta argentina, Cristina Fernández, demandaron de nuevo una reforma de Naciones Unidas y del Consejo de Seguridad para hacerlos más representativos de la realidad del siglo XXI y dar más voz a los países emergentes.

Fernández se extendió mucho en asuntos nacionales, como la cuestión de las Malvinas, la disputa jurídica de su país con los llamados "fondos buitre" o la discusión con Irán por la investigación del atentado contra la mutualista judía AMIA en 1994.

El colombiano Santos pronunció un discurso esperanzado y sin desvelar si se presentará a la reelección dijo confiar en que el presidente de su país que hable al mundo el año próximo desde la ONU pueda anunciar el final del largo conflicto con las guerrillas.

Con la negociación con las FARC que se desarrolla en Cuba avanzando a pasos muy lentos, y tras tratar con el presidente uruguayo, José Mujica, la oferta de este último para que un diálogo similar con el ELN se celebre en Uruguay, Santos pidió que la comunidad internacional siga apoyando el proceso de paz en su país.

Los presidentes de Perú, Ollanta Humala, y Chile, Sebastián Piñera, aprovecharon la tribuna para volver a anunciar su disposición a acatar el próximo fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sobre la frontera marítima entre ambos países, así como a cooperar en su cumplimiento.

Este buen entendimiento no estuvo presente en otras disputas, y destacaron los reproches a Nicaragua por parte de Costa Rica (por la disputa en el Río San Juan) y Panamá (por la demanda de Managua a la CIJ contra Colombia por la frontera marítima), mientras que Honduras y El Salvador intercambiaron palabras sobre el diferendo en torno a la isla Conejo.

La ausencia del venezolano Nicolás Maduro tras sus denuncias de que EE.UU. puso obstáculos a los visados a su delegación, sumada a las del ecuatoriano Rafael Correa y el nicaragüense Daniel Ortega, dejó al boliviano Evo Morales como principal portaestandarte de los países de la Alianza Bolivariana (ALBA).

Morales volvió a pronunciar un discurso centrado en los ataques al imperialismo y el capitalismo, repitiendo varios de sus argumentos habituales y con algunos nuevos como el espionaje internacional estadounidense.

Varios países, como México o Colombia, volvieron a pedir una nueva estrategia en la lucha contra el narcotráfico, una cuestión que centró buena parte de la intervención del presidente guatemalteco, Otto Pérez Molina.

El uruguayo José Mujica dio un bonito discurso, en un tono casi filosófico, para pedir el final de la civilización del "despilfarro" y la racionalización de la vida humana, pero acabó extendiéndose durante casi 45 minutos (el triple de lo teóricamente permitido).

Mientras, el mandatario paraguayo, Horacio Cartes, aprovechó la tribuna mundial para defender que la democracia se ha consolidado de forma "incuestionable" en su país.

Esta semana sirvió también para que Chile, Perú, México y Colombia presentaran en Nueva York la Alianza del Pacífico a posibles inversores, mientras que una reunión de cancilleres de Unasur no logró avanzar en la discusión sobre quién será el próximo secretario general del organismo.

Y es que Latinoamérica continúa sumergida en una sopa de letras de organismos y entidades de integración y cooperación política y económica (Mercosur, Unasur, Alba, Alianza del Pacífico, Celac...) que parecen acabar generando una auténtica cacofonía en la que las diferencias de modelo político y económico impeden un auténtico avance.

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