Luis Gonzalo Díez busca en el pasado una brújula para entender el presente

  • Ana Mendoza.

Ana Mendoza.

Madrid, 17 ene.- Los regímenes totalitarios del siglo XX cometieron las mayores atrocidades en nombre del bien, y explicar cómo se llegó a esa situación es uno de los objetivos de "La barbarie de la virtud", un ensayo del escritor Luis Gonzalo Díez que busca en el pasado "una brújula" para entender el presente.

"Hitler era un virtuoso, un fanático y pensaba que estaba haciendo el bien, como también lo creían Lenin o Stalin. Eran políticos que, en nombre de su idea del bien, de pureza racial o social, provocaron el exterminio de amplias capas de la población", decía hoy en una entrevista con Efe Díez, cuyo nuevo ensayo acaba de ser publicado por Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores.

Hijo del novelista Luis Mateo Díez, Luis Gonzalo ha heredado de su padre "la pasión por la literatura" y por las ideas y el debate. Su campo no es el de la narrativa sino el del ensayo, un género al que también pertenece su anterior libro, "Los convencionalismos del sentimiento", en el que analiza el impacto emocional de la historia en algunas de las mejores novelas del siglo XX.

Experto en la historia de las ideas políticas y del pensamiento literario en la modernidad, Díez (Madrid, 1972) ha volcado en "La barbarie de la virtud" el fruto de más de diez años de investigación sobre la obra de pensadores de diferente signo ideológico, desde finales del siglo XVIII hasta ahora.

Las ideas de escritores como Edmund Burke, Benjamin Constant, Donoso Cortés, David Hume, Mariano José de Larra, Max Weber, Alexander Herzen, Carl Schmitt, Kafka, Andréi Platónov o Alexandr Solchenitsyn sustentan las tesis que va desgranando este libro, que en suma aspira a dar claves para "pensar el siglo XX".

Un siglo, escribe el autor, que es "inmanejable, impenetrable, que siempre deja el sabor de un fracaso interpretativo". Un siglo que, como enseña Vassili Grossman, "hizo de la historia un absoluto político y del hombre, un ser aterrado por la falta de bondad del Bien".

A esos pensadores se ha acercado "sin prejuicios" y ha "cribado mucho" para entresacar las citas más representativas de cada uno, las que pueden ayudar mejor a "entender el mundo en que vivimos".

"El esfuerzo del libro no es dar respuestas ni explicar la crisis actual -eso me supera, afirma-, sino formular las preguntas adecuadas y conocer desde la historia desde qué cristales miramos la realidad", aclara Luis Gonzalo Díez, profesor de Historia del Pensamiento en la Universidad Francisco de Vitoria.

Al bucear en el pasado sucede, por ejemplo, que las palabras del "reaccionario" y controvertido Donoso Cortés "entren de lleno en el registro de 'los indignados' de hoy día".

Un Donoso Cortés que coincidía con Larra cuando aseguraba que la corrupción era el principal mal liberal y que era muy crítico con el periodismo, "el medio más eficaz que han podido inventar los hombres para ocultar lo que todo el mundo debe saber".

"Lo peor", asegura Luis Gonzalo Díez, "es creer que dominamos el presente, que conocemos su sintaxis. Mentira: el presente tenemos que hacerlo extraño para empezar a conocerlo, y la mejor manera es ir a la extrañeza del pasado".

Díez se plantea en el libro si habría que establecer "algún tipo de intervención" para combatir los excesos políticos, culturales y económicos de nuestro tiempo, marcado por la corrupción, la demagogia y el capitalismo financiero.

Y cree que "no hay respuesta, porque el problema de un mundo tan enloquecido como el que vivimos es que no tenemos un poder moral regulador".

Díez sabe que "es difícil reconciliarse con la situación actual. Hay gente que renuncia a hacerlo y adoptan "soluciones extremas". "Lo malo de ellas es que nos llevan a la barbarie de la virtud", indica.

Este ensayista y profesor sufre "mucho" con las clases que imparte, porque ve que "los chavales están en otras cosas, con sus múltiples aparatos electrónicos. Y la palabra hablada cada vez está peor valorada por los alumnos".

El Plan Bolonia, las nuevas tecnologías, "la dictadura de los pedagogos, que nos dicen a los profesores cómo tenemos que enseñar aunque llevemos años haciéndolo" son cuestiones que han enturbiado la enseñanza universitaria. "Es tremendo", asegura.

"Esperemos que recuperemos la cordura en la educación y que volvamos a entender, sobre todo en la universidad, que la extravagancia intelectual, el profesor original, sigue siendo un bien fundamental que hay que preservar, como si fuese una especie en extinción".

"Nos han convertido a los profesores en supervivientes, en auténticos resistentes", concluye.

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