La ONU intenta arrojar luz al estado de los DDHH en Corea del Norte con los desertores como principales "fuentes"

  • El relator de la ONU pide "gestos" para la paz y avisa de la que la escalada de retórica política no ayuda
EUROPA PRESS

El régimen de Corea del Norte se caracteriza por ser uno de los más opacos del mundo y apenas da acceso --y con límites-- a un puñado de agencias internacionales. En este escenario, el simple análisis de cuál es la situación real de los Derechos Humanos se convierte en un desafío que deja a los desertores casi como únicas "fuentes de primera mano".

El argentino Tomás Ojea Quintana asumió en 2016 el reto de convertirse en relator de la ONU para la situación de los Derechos Humanos de Corea del Norte y, a escasos meses de presentar su primer informe ante la Asamblea General, ha admitido que el contexto es "extremadamente complejo" y los desafíos, abundantes.

Uno de los primeros "obstáculos" con los que se encontró este abogado experimentado al llegar a su actual cargo fue "cómo acceder a la información más verosímil y actualizada posible", habida cuenta de que el Gobierno de Kim Jong Un recela de cualquier pesquisa externa por considerarla poco menos que un intrusismo.

Para "contrarrestar" estos muros, Ojea Quintana confía en las "fuentes de primera mano", que en el caso norcoreano son básicamente quienes abandonan el país. La mayoría de ellas lo hacen a través de la frontera china y, según ha explicado el relator a Europa Press, este tipo de huídas equivaldría a un "segundo ciclo de separación de familias" similar al ocurrido hace más de medio siglo con motivo de la Guerra de Corea.

Quienes escapan revelan que "sigue existiendo una política de represión frente acciones que (el régimen) trata como antigubernamentales o antiestatales", según los testimonios recabados por Ojea Quintana y que hablan de ciudadanos que desaparecen "repentinamente" para estupor y terror de familiares y vecinos.

La población sigue teniendo "un temor impotante" a no hacer determinadas acciones que puedan ser consideradassubversivas, lo que en última instancia se traduce en "una forma de controlar a la población", en opinión del relator. No en vano, parte de estos 'desaparecidos' terminarían en "campos" carcelarios a merced de las autoridades comunistas.

Pyongyang también ha incrementado sus políticas de represión para quienes buscan información ajena a la voz única del régimen y Ojea Quintana ha confirmado que hay un sector de la población --principalmente jóvenes-- que busca contenidos nuevos. Los teléfonos, ha apuntado, "entran y salen" a través de la frontera y se llegan a compartir contenidos no censurados como culebrones surcoreanos.

EL PAPEL DE CHINA

Ojea Quintana observa con preocupación la táctica cada vez más frecuente del Gobierno chino de "devolver" a los norcoreanos que se escapan, bajo la excusa de que "son migrantes económicos y no refugiados". Según el relator, las propias autoridades chinas le han dado este argumento para justificar dichas devoluciones, contrarias a los tratados internacionales y basadas, aparentemente, en consideraciones políticas.

"China no está en condiciones de afirmar que todas las personas que se van de Corea del Norte sean migrantes económicos", ha dicho Ojea Quintana, quien ha tenido acceso a "casos" en los que se han producido devoluciones de personas que "han sufrido abusos de los Derechos Humanos". Asimismo, ha recordado que la ONU ya acreditó en 2014 que la situación en Corea del Norte es "muy seria", razón de más para que China sea "cuidadosa".

Quienes cruzan la frontera hacia territorio chino son, en su mayoría, mujeres. Muchas de ellas se ven obligadas a contraer matrimonio con ciudadanos locales y tienen hijos apátridas, "ya que no tienen nacionalidad de ninguno de los dos países", ha explicado Ojea Quintana. Además, los menores pueden terminar abandonados si el "destino final" de la huida es Corea del Sur.

El relator visitó en julio la región y constató una ligera caída en el número de desertores, aunque ha querido dejar claro en la entrevista que "no se puede concluir si la situación es mejor o peor por cuánta gente sale". La falta de datos complica la elaboración de estadísticas en este sentido.

ESCALADA DE TENSIONES

La última escalada de tensiones políticas entre Estados Unidos y Corea del Norte constituyen, "sin duda", un obstáculo añadido para analizar los Derechos Humanos y mejorar la situación, según Ojea Quintana, que ha apelado a la contención de "todas las partes involucradas". "Es necesario dejar de accionar militarmente para empezar a accionar por la paz", ha apostillado.

En este sentido, ha fijado como "prioridad" que algunas declaraciones en favor del diálogo se traduzcan en "gestos" y ha expresado su preocupación por iniciativas inminentes como las maniobras conjuntas que tienen previsto llevar a cabo este mes Estados Unidos y Corea del Sur, ya que "no ayudan" a rebajar la polémica.

También ha advertido del riesgo de reaccionar de forma exagerada ante las provocaciones del régimen norcoreano o de insistir una y otra vez en la vía de las sanciones. "¿Qué significa parecer débil al no responder?", ha dicho, para acto seguido apuntar que este tipo de justificaciones terminan por esconder "un argumento militar".

Ojea Quintana echa en falta la incorporación de "otros actores" en este complicado contexto, de partes ajenas que puedan tener un rol "más amplio y positivo". El relator no ha ocultado que le gustaría ver un papel más "destacado" por parte del secretario general de la ONU, António Guterres, y ha citado al Vaticano y a la Unión Europea como potenciales voces.

POBLACIÓN HAMBRIENTA

Una de las pocas organizaciones internacionales que pueden trabajar en Corea del Norte es el Programa Mundial de Alimentos (PMA), que en junio brindó apoyo nutricional a más de 457.000 personas. Según esta agencia, 18 millones de personas, el 70 por ciento de la población, no come una dieta los suficientemente variada.

Ojea Quintena ha lamentado que, precisamente por las tensiones políticas, el hambre en Corea del Norte "no siempre está en los primeros planos", pese a su gravedad. "La situación objetiva es extremadamente seria", ha añadido, en alusión al "problema crónico" que atraviesa el país por la alimentación "muy básica" de gran parte de la población.

Más de 50.000 niños tienen problemas "severos" y la situación ha llevado a niveles "realmente dramáticos", en palabras del relator, que ha llamado a separar la situación humanitaria de cualquier otro tipo de consideración. Así, ha recordado que la ayuda debe se "irrestricta, despolitizada y no puede responder a inereses de otro tipo", por lo que no se debería negar dicha ayuda como castigo a las actividades armamentísticas y nucleares del régimen.

"OÍDOS ABIERTOS"

Ojea Quintana aún no ha podido visitar Corea del Note, pero no pierde la esperanza. Hasta ahora, sólo ha mantenido un "diálogo epistolar" y está explorando "distintos canales de comunicación". Oficialmente, Pyongyang rechaza su mandato y "cualquier posibilidad de visita", pero ya ha sugerido la posibilidad de invitarlo en calidad de "profesor de Derecho".

El relator ha admitido que "explora" todas las posibilidades e intenta ser "flexible" sin comprometer su mandato. Espera seguir los pasos de la experta de la ONU para los derechos de las personas discapacitadas, que sí logró entrar en el país asiático.

Ojea Quintana ha abogado por "tratar de entender" una nación que, en su opinión, no gira "exclusivamente" en torno a la figura de un dictador: "Se trata de un país entero, con su propia historia, con su propia ideología, con sus propias costumbres".

De esta forma, quiere buscar un equilibrio en el que, en una parte de la balanza, figure un "diálogo constructivo". "No significa no denunciar las violaciones de los Derechos Humanos, no proteger a las víctimas, no reclamar sanciones y castigos para crímenes de lesa Humanidad, (pero) es necesario tener los oídos abiertos", ha sentenciado.

Mostrar comentarios