Irán concluye mañana los fastos con una multitudinaria manifestación

  • Teherán, 9 feb (EFE).- Irán celebrará mañana el trigésimo aniversario del triunfo de la Revolución Islámica con una manifestación multitudinaria que pretende ser una muestra de vigor y apoyo al régimen.

Teherán, 9 feb (EFE).- Irán celebrará mañana el trigésimo aniversario del triunfo de la Revolución Islámica con una manifestación multitudinaria que pretende ser una muestra de vigor y apoyo al régimen.

Todo está preparado ya en la plaza de Azadi (Libertad) para acoger a los miles de iraníes que se desplazarán en masa hasta el sur de Teherán para presenciar los desfiles y escuchar la proclama del actual presidente del país, el conservador Mahmud Ahmadineyad.

Cientos de policías vigilan la histórica avenida Enghelab (Revolución), adornada con telas de colores, flores y retratos del ayatolá Rujola Jomeini, inspirador del alzamiento que acabó con el régimen autoritario del último Sha de Persia, Mohamed Reza Pahlevi.

En los barrios de la capital, grupos de voluntarios islámicos "Basij" trabajan para movilizar a la población y cumplir con el deseo expreso del líder supremo de la República Islámica, ayatolá Ali Jamenei.

Que la plaza presente el mismo aspecto que treinta años atrás, cuando en el aeropuerto vecino de Mehrabad, el ayatolá Jomeini descendió del avión que le devolvía del exilio en París para acabar con los últimos trazos de la monarquía persa.

Irán inició los fastos de la revolución el pasado 12 de Bahman -que este año coincidió con el 31 de enero- fecha en la que Jomeini volvió a pisar Irán tras quince años en el exilio, primero en Irak y después en Francia.

Durante los diez días siguientes, la revuelta que había comenzado como un alzamiento de todos los grupos opositores al Sha dio un giro que marcaría su destino definitivo.

Un día después de su regreso, Jomeini mostró su total rechazo al ejecutivo provisional laico del primer ministro opositor Shapur Bajtiar y exigió lealtad para su "Gobierno de Dios" y para su propio primer ministro interino Mehdi Barzagan.

Las multitudinarias manifestaciones contra el Sha devinieron entonces en brotes de violencia que comenzaron intensificarse hasta que el 20 de Bahman -9 de febrero de 1979- estalló una cruda batalla entre las diversas facciones del Ejército y la Policía.

Dos días después, el 22 de Bahman, el Consejo Supremo Militar se declaró neutral para evitar el derramamiento de sangre y los militantes religiosos se hicieron con el poder: la Revolución Islámica había triunfado.

Treinta años más tarde, el régimen teocrático pretende con los fastos recordar la efeméride pero también enviar al mundo una imagen de vigor, cohesión y fortaleza.

También ha inaugurado durante los últimos diez días decenas de nuevos proyectos para mostrar su salud pese a las sanciones y el aislamiento internacional.

Pero cierto aire de incertidumbre flota en el ambiente desde que la pasada semana el nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, reiterara su oferta de tender la mano e iniciar una nueva relación "si Irán abre el puño".

La propuesta ha dividido, de momento, a la clase política y ha tensado aún más las relaciones entre ambos países.

Washington y Teherán rompieron sus lazos diplomáticos el 14 de abril de 1980, poco después de que concluyera la crisis por el asalto de los revolucionarios a la embajada estadounidense y cuajara el alzamiento.

Desde entonces, solo ha habido un tímido acercamiento durante la segunda administración del presidente estadounidense Bill Clinton, que no obstante acabó en fracaso.

En aquella ocasión, el gobierno iraní estaba en manos del clérigo moderado Mohamed Jatamí, quien no pudo quebrar las reticencias de los más conservadores.

La renovada propuesta de Obama ha vuelto a atomizar a la clase política iraní, escindida en reformadores, conservadores moderados que apuestan por abrir otra página en las relaciones con EEUU y los sectores más retrógrados que apuestan por el inmovilismo.

Aunque la decisión final recae en el líder supremo, cuyo poder es omnímodo, la elecciones presidenciales previstas para el próximo 12 de junio serán también un buen termómetro para saber que corriente prevalecerá.

A este respecto, la incertidumbre también es grande, ya a que a escasos cuatro meses solo se conoce el nombre de dos posibles candidatos, ambos reformistas: el ex presidente Mohamed Jatamí y el presidente del Parlamento, Mehdi Karrubi.

Todo apunta a que el actual mandatario buscara la reelección, pero Ahmadineyad todavía no lo ha confirmado personalmente.

En la calle, los fastos coexisten con cierto clima de desencanto, quizá no tanto con los principios de la revolución como con su devenir económico.

La crisis, espoleada por la inflación y la caída de los precios del crudo, endurece la vida diaria de los iraníes y pinta un futuro pesimista.

Convencidos de los valores de la revolución, muchos son los que creen que también se necesitan algunos cambios.

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