A un año de las presidenciales en EEUU, las apuestas están abiertas

  • Los estadounidenses elegirán dentro de un año al sucesor del presidente Barack Obama y, entre la multitud de candidatos, la frustración con la política tradicional y un Partido Republicano en crisis de identidad, el pronóstico luce imprevisible.

Con 14 hombres y una mujer en liza, el Partido Republicano espera volver a la Casa Blanca luego de ocho años de gobierno de Obama, mientras que el Partido Demócrata busca un triplete histórico, con la alta probabilidad de que Hillary Clinton llegue a ser la primera mujer comandante en jefe de Estados Unidos.

A tres meses del comienzo de las primarias, los 18 aspirantes presidenciales discuten sobre la guerra en Siria, el futuro de los 11 millones de indocumentados, los costos de la salud, las armas de fuego, la desigualdad económica, la libertad religiosa y las tensiones raciales.

Sobre una ola de frustración respecto a los políticos de Washington se han alzado 'outsiders' como el polémico magnate Donald Trump y el discreto neurocirujano negro Ben Carson. Ellos reciben la mitad de las intenciones de voto de los conservadores republicanos.

La otra mitad está repartida entre una docena de los llamados políticos tradicionales, incluyendo a los senadores de origen cubano Marco Rubio (Florida) y Ted Cruz (Texas), y el exgobernador de Florida, Jeb Bush.

Los recién llegados a la política suelen gozar de un lugar privilegiado en las primeras de cambio en el tumultuoso proceso de las primarias estadounidenses: el excomandante supremo de la OTAN Wesley Clark en 2004, el alcalde neoyorquino Rudy Giuliani en 2008 y el empresario de las pizzas Herman Cain en 2012, gozaron en su momento de un instante de gloria.

"Siempre hay una porción del electorado a la que le atraen los 'outsiders'", dijo a la AFP el consultor republicano Brian McClung. "Odiar a los políticos de Washington es una vieja tradición estadounidense".

En pasados ciclos electorales los políticos tradicionales han ganado el duelo, pero esta vez la ola 'anti-establishment' ha durado mucho más de lo previsto, y no pocos temen que una eventual investidura de Trump sepultará las posibilidades de victoria de los republicanos.

Del lado demócrata, Clinton, de 68 años, logró en un debate el mes pasado apaciguar el escándalo que provocó el uso de una dirección de correo electrónico privada cuando era secretaria de Estado, y marcha 22 puntos por encima del senador Bernie Sanders, de 74 años, un autoproclamado "socialista democrático".

Pasadas las primarias, que convocan a los electores más politizados de cada partido, la lógica política obligaría a mirar hacia el centro y hacia las minorías, particularmente al creciente electorado latino.

Luego de la derrota presidencial de 2012, el Partido Republicano se propuso renovarse ampliando su base hacia las mujeres y las minorías, especialmente a los hispanos, que votaron mayoritariamente por Obama.

La renovación no se concretó. El partido rechazó un empuje bipartidista para reformar el sistema migratorio y fue tomado por posturas más conservadoras. Trump enfureció a los hispanos --11% del electorado-- al decir que los mexicanos que entran clandestinamente a Estados unidos son violadores y narcotraficantes, y prometió deportarlos sumariamente.

Analistas estiman que los republicanos necesitan un candidato que pueda ampliar el atractivo del partido y obtener el 47% del voto latino necesario para ganar en 2016, una proeza aún mayor que la de George Bush en 2004. Pero nadie sabe quién será.

Jeb Bush, un hijo y hermano de presidentes que parecía destinado a ocupar el liderazgo, no ha salido a flote y suma un solo dígito de aprobación, muy por detrás de Trump y Carson.

Pero muchas cosas pueden pasar en 12 meses de campaña. El proceso de primarias comenzará en febrero de 2016 en el pequeño estado rural de Iowa y seguirá en cada estado hasta junio.

Para Brendan Nyhan, profesor en Dartmouth College, "ciertamente es muy temprano para decir que Trump o Carson están en algún lado cerca del tope de la clase republicana".

Los electores se decidirán primero por el candidato más viable para vencer a Clinton, pero cambiarán continuamente de opinión hasta el último minuto. La "volatilidad" no acabará hasta las primarias, dijo Nyhan a la AFP.

A medida que se acercan las primarias, los votantes pondrán la lupa en las propuestas de los candidatos, pero a diferencia del terrorismo en 2004 o la recesión económica en 2008, ningún tema sobresale para los más de 120 millones de electores llamados a las urnas el 8 de noviembre de 2016, dijo McClung.

Si los sondeos de las primarias son volátiles, las encuestas a estas alturas sobre la elección general, con un eventual duelo Clinton-Trump o Clinton-Carson, deben ser totalmente descartadas, advirtió Christopher Wlezien, profesor de la Universidad de Texas en Austin.

Wlezien ha estudiado cada elección general desde 1952 y concluye que solo seis meses antes de los comicios las preferencias de los electores comienzan a fijarse.

Básicamente, "al inicio del año electoral no se sabe nada", apuntó.

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