"Rajoy en Cataluña olvida la persuasión y apuesta más por la severidad y el poder"

  • Margaret MacMillan publica 'Las personas de la historia" y advierte que Trump es un bufón peligroso y Europa necesita un Bismarck o un Brandt.
Margaret MacMillan
Margaret MacMillan

¿Y si Hitler hubiera muerto en una trinchera cuando fue herido en la Primera Guerra Mundial? ¿Y si Churchill hubiera fallecido tras ser atropellado en la Quinta Avenida? ¿Y si Stalin no hubiera sobrevivido a su operación de apendicitis en 1921? Hay hombres que marcan la historia. Margaret MacMillan dedica su último libro, 'Las personas de la historia, sobre la persuasión y el arte del liderazgo' (Editorial Turner Noema) a sus alumnos de las universidades de Ryerson, Toronto y Oxford, "que me enseñaron a explicar la historia". Eso dice mucho de su talante. Rectora del ST Antony's College de Oxford, y catedrática de historia internacional de la misma universidad, tras dirigir el Trinity College de la universidad de Toronto, es todo un referente en el mundo de los historiadores. Ahora, habla con lainformacion.com de los líderes de hoy y también tiene un recuerdo para los que marcaron, para bien y para mal, el pasado.

LA DAMA DE HIERRO tuvo que serlo para sobrevivir

Thatcher, la chica de clase baja a la que hacían burla

Colegio público, padre tendero, era como "la mujer de la fiesta que no caía bien". Y menos a la 'gente bien' de su partido. Su lema: "El mío es un gobierno de convicciones". Sus asesores confiesan que era una mujer de creencias, no de ideas. Creía más en el trabajo, el ahorro y la fidelidad que en los 'think tanks' o los libros". Y si, era sexy, aunque sorprenda. "Tenia los ojos de Calígula y la boca de Monroe", dijo Mitterrand de ella. La llamaban Atila, la una. Con fama de dura e insensible no aceptaba el fracaso. Un colaborador sentenció: "No fue feliz ni un solo día tras dejar el cargo". Como era de preveer, los suyos la echaron.

Si algo queda claro en su último trabajo es que los grandes líderes siempre han tenido una obsesión a lo largo de la historia: la unidad de su país. Es lo que marcó a Roosevelt, Lincoln, Bismarck... y a tantos otros. Y también la droga del poder, que cuando se descontrola lleva al deseo de dominar el mundo (Hitler, Napoleón...), someter a los súbditos a sangre y fuego (Lenin y Stalin) o no dar nunca su brazo a torcer (Thatcher).

"Los líderes emocionales pueden causar mucho daño"

Los líderes de hoy no escapan a estas premisas. Hablando de Rajoy, MacMillan tiene claro que "existen diferentes formas de lograr la unidad, una a través del compromiso y el diálogo, que es lo que hemos tendido a hacer en Canadá, y otro a través de la confrontación y medidas severas. Yo no he visto mucha evidencia de que el presidente Rajoy sea del primer tipo. Él parece querer lograr la unidad dominando y utilizando el poder en lugar de la persuasión. Mi pregunta es ¿funcionará eso a la larga para construir una España unida?". Es la pregunta que se hace todo un país.

EL HOMBRE PARA EL QUE EL RESTO ERAN DAÑOS COLATERALES

Stalin, el hombre del que ni Lenin se fiaba

De él dijo Lenin en su lecho de muerte: "No estoy seguro de que use el poder con cautela. Líbrense de él y busquen alguien más tolerante". Stalin se encargó de que nunca se supieran estas palabras y de que no se cumplieran. Fue capaz de confesar que para salvar la revolución no dudaría en acabar con un 49% de la población si esta no estaba de acuerdo. Mató a 10 millones de compatriotas. De los 139 miembros del comité central fusiló a 98. Solo le importó la revolución. Y su poder.

MacMillan no abraza mitos ni líderes pontificados por el tiempo. "Los historiadores no estamos interesados solo en los líderes exitosos o inteligentes. Incluso los fracasos tienen un impacto en sus tiempos y vale la pena estudiarlos", señala. De hecho, en su libro dedica bastante tiempo a líderes dañinos para la historia de la humanidad. Tampoco cree que ahora la clase política sea la peor que se ha visto en lustros. "No, los líderes de antes no eran más capaces de liderar y emocionar que los de ahora. Tendemos a mirar idealizar el pasado y sus líderes", confiesa. "¿Fueron los líderes de las democracias en la década de 1930 altamente capaces e inspiradores? Yo diría que no lo fueron".

El presidente que nunca se soltaba ante los demás

Nixon, el político que siempre se sintió ninguneado

"Este hombre carece por completo de encanto", decía uno de sus ayudantes. Ambicioso, jugador, vivió bajo la sombra de JFK. Ni Eisenhower le tuvo estima. "¿Su contribución?, déjenme una semana para decirle alguna", dijo un día al ser preguntado por la prensa sobre su vicepresidente. Logró la distensión con la Unión Soviética y restableció las relaciones con China, pero su legado está marcado por el Watergate. Era tramposo, inseguro (también visionario), y eso acabó con él.

La historiadora advierte de que debemos ser cuidadosos al desear para el mundo líderes emocionales porque pueden causar mucho daño. MacMillan desmonta mitos, como el de Churchill, "que no fue un gran primer ministro en tiempos de paz, pero comprendió la importancia de Europa y valoró la conveniencia de que Gran Bretaña fuera partícipe de ella". ¿Se habría producido un Brexit con él? No lo tiene claro, aunque vista su trayectoria se habría opuesto al mismo. Lo que parece claro es que nunca habría optado por ponerse de perfil.

el líder que creó alemania

Las dos caras de, Bismarck, el hombre más temido

Un hombre de Estado, con un carácter despiadado y cínico, implacable con sus subordinados. Mentía sin vacilaciones y le echaba la culpa a los demás de sus fallos. Pero podía ser divertido, encantador y era un incansable trabajador. Su doble perfil lo demostraba siendo hipocondríaco y voraz comilón. Artífice de la unidad alemana, logró el sufragio masculino universal y un programa de beneficios sociales pionero.

Respecto a los líderes actuales, Margaret MacMillan tiene opiniones diversas. Considera que la más relevante en estos tiempos es Angela Merkel, porque ha demostrado que puede ser "el nexo de diferentes proyectos e ideas y entre diferentes países". Considera que es "demasiado pronto para valorar a Macron" y cree que "Theresa May se ha debilitado, tal vez fatalmente, debido a los resultados de las últimas elecciones. Ahora mismo es la líder de un partido y de un país dividido". Con Trump es más dura, lo considera un "bufón, el líder más peligroso para Occidente en estos momentos, pero también el que tiene más posibilidades de entrar en la historia".

El hombre que lideraba a todo un pUEblo desde la radio

Franklin Delano Roosevelt, un 'padre' para EEUU

Su ataque de poliomelitis le convirtió en quien fue. Su fortaleza y determinación nacen de ahí. Si se caía hacia un chiste aunque nunca permitió fotos. Su lema: no dejo que mi mano derecha sepa lo que hace la izquierda. Sus críticos dicen que nunca decía la verdad si le valía con la mentira, pero reconocían que entraban a verlo para destrozarlo y salían silbando. Acomodó su liderazgo a la unidad del pueblo e influyó poco a poco en su opinión, básicamente ante la IIGM. Sus charlas de radio pretendían llevar a los americanos a sus posiciones. Tomó el país con uno de cada cuatro americanos en paro. Un momento negro. Y lo unió. Hizo creer en el sueño americano.

A la hora de elegir un político favorito de la actualidad barre para casa. "Nuestro primer ministro canadiense Justin Trudeau hace todo lo posible para mantener a Canadá unido. Y del pasado admiro a Franklin Delano Roosevelt porque trató de mantener un país unido y gobernó para todos los estadounidenses, no solo para algunos". Su estilo de liderazgo fue como el del padre que lleva a sus hijos por el camino correcto.

¿Qué líder necesitaría hoy Europa? MacMillan aquí es rotunda. "El Bismarck democrático (no el autoritario), un Franklin Delano Roosevelt, un Harry Truman , un Aristide Briand o un Willy Brandt serían los mejores perfiles". Pese a todo lo que se vierte sobre ella, MacMillan aún cree en la política, que "ha atraído a gente brillante y no tan buena en todas las épocas". Tiene claro que "los líderes nacen, no se hacen, pero la época en la viven también es vital". La de ahora, no, no es fácil.

El 'loco' que pudo conquistar el mundo

Hitler, el suicida potencial por excelencia

"No tiene ninguna atadura salvo su ego. Lo único que le separa de la muerte es el poder". Así era calificado Hitler en 1940. Él mismo confesó en 1920: "Necesitamos un dictador que sea un genio". Supo convertirse en el líder añorado por Alemania, "mis pasos siguen a la providencia", confesaba sin rubor, "Soy irremplazable, el destino del Reich solo depende de mí".

Mostrar comentarios