Alimentación

Cómo saber si un queso está en mal estado o caducado

La presencia de moho es habitual en algunos tipos de quesos, pero también puede ser un síntoma.

Un queso de pasta blanda francés
 

El queso es, para muchos, un manjar que no puede faltar en la nevera. Con diferentes texturas, sabores y olores, este lácteo tiene muy buenos valores nutricionales aunque en según qué versiones puede contener un exceso de materia grasa, por lo que es importante vigilar su ingesta y no abusar de él. 

Los quesos también su aquel  a la hora de guardarlos y preservarlos en la nevera por lo que es posible que alguna pieza se nos pase de fecha y caduque. Desde Quesos de Europa, una iniciativa desarrollada desde el Centro Nacional Interprofesional de Economía de Lácteos en cooperación con la Unión Europea, avisan de ciertas características que puede presentar este producto en caso de estar en mal estado y así poder identificar que no es apto para el consumo. 

La primera clave es la vista. En los quesos que están pasados tiende a parecer moho, aunque es importante saber distinguir aquellos tipos que, per se, presentan esta característica como los quesos azules. Si en los de tipo duro o semiduro aparece moho, este se puede eliminar retirando hasta un centímetro más de producto y aprovechar el sobrante. Si el queso es de tipo blando o fresco, lamentablemente habrá que desechar todo el trozo. 

También es posible discernir si el queso está en mal estado observando su corteza. Si esta presenta un aspecto arrugado o tiene un color más oscuro del habitual, la pieza estará caducada. 

Pieza de queso con moho.
Pieza de queso con moho.
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Otra clave es el olor. Si bien es cierto que los quesos tienen olores característicos, en ocasiones muy fuertes, un lácteo de este tipo en mal estado olerá de forma desagradable, como a amoniaco. Es importante no confundir en esta prueba un aroma intenso con el olor del producto caducado. 

Cómo conservar el queso

El primer consejo es comprar la cantidad justa y necesaria para el consumo, sin excederse. Así se aprovechará toda la cuña y no habrá que tirar nada a la basura. Para poder conservarlo, hay que tener además en cuenta una serie de consideraciones. 

Por ejemplo, los quesos más húmedos tienden a estropearse antes, mientras que los quesos más duros, como los curados, se mantienen mejor. Al guardarlos en la nevera, los quesos azules duran como máximo una semana, los frescos y de pasta suave (como el brie) aguantan entre una semana y diez días y, los duros, pueden conservarse en la nevera hasta seis meses si su envoltorio está cerrado. Si está abierto, el periodo se reduce a un mes. 

Si el paquete está empezado, lo mejor es conservar el queso en un papel encerado o film en el cajón de las frutas y verduras, donde la temperatura y humedad es más idónea para este producto. También pueden almacenarse en una caja o tupper bien cerrado. 

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