
El primer domingo de mayo se celebra el Día de la Madre. Nada mejor para una ocasión como ésta que dedicarle unas breves líneas y hacerle saber lo mucho que significa para ti. En este practicograma te proponemos una lista con las mejores poesías para este día, así tu madre se sentirá como lo que es, ¡la mejor madre del mundo!
1. 'El Rosario de mi madre’, de Salvador Rueda
Este hombre de letras español cultivó, entre otros géneros literarios, la poesía. De entre sus muchos poemas destaca uno dedicado a su progenitora, ‘El rosario de mi madre’, del que incluimos un extracto a continuación:
"Donde los dedos al rezar pusiste,
como quien reza a Dios ante el santuario,
en mis horas de enfermo solitario
voy poniendo los besos que me diste."
2. ‘Madre, llévame a la cama’, de Miguel de Unamuno
Uno de los escritores de mayor renombre de la Generación del ’98, Unamuno se dedicó, sobre todo, a la novela, escribiendo obras tan famosas como ‘San Manuel, bueno, mártir’. También produjo poesía, y dedicó el poema ‘Madre, llévame a casa’ a su madre. Uno de sus versos lee así:
"Madre, llévame a la cama
Madre, llévame a la cama.
Madre, llévame a la cama,
que no me tengo de pie.
Ven, hijo, Dios te bendiga
y no te dejes caer."
3. ‘Madrecita mía’, de Gabriela Mistral
Poetisa y diplomática chilena, Gabriela Mistral fue la primera persona de Sudamérica en recibir el Premio Nóbel de Literatura. Escribió un gran número de poemas dedicados a su madre, entre los que se encuentra ‘Madrecita mía’. A continuación incluimos uno de sus versos:
"Madrecita mía,
madrecita tierna,
déjame decirte
dulzuras extremas.
Es tuyo mi cuerpo
que juntaste en ramo,
deja revolverlo
sobre tu regazo."
4. ‘Madre e hijo’, de Eugene Field
Escritor norteamericano que vivió durante la segunda mitad del S: XIX, Eugene Field destacó por su gran producción poética. De entre las muchas obras que escribió sobresale el recopilatorio ‘Poemas de la Infancia’, en el que se incluye ‘Madre e hijo’, poesía a la que pertenece el siguiente verso y en la que establece una paralelismo entre la figura materna y una rosa:
"Una noche una gota de agua cayó
al interior del capullo de una rosa,
'Oh pequeña mía, bien te quiero yo a ti,
¡quédate aquí siempre, en dulce reposo!'"
5 ‘¡Ay Mamá!’, de Nicomedes Santa Cruz
Periodista, músico, herrero, poeta, Nicomedes Santa Cruz fue un hombre polifacético. Nacido y fallecido en Perú, Nicomedes cuenta con una prolífica obra a sus espaldas. Uno de sus poemas, ‘¡Ay Mamá!', lo dedicó a su madre, y en él la llama desesperadamente:
"A la sombra de una palma
Quise librarme del sol,
Quise libarme del sol
Y me estoy quemando el alma...
Estoy perdido en Brasil
Entre cimbreantes palmeras.
¡Ay mama,
si tú me vieras,
si tú me vieras,
si tú me vieras...!
¡Ay mama!"
6. ‘A mi madre’, de Vicente Riva Palacio
Abogado, militar, periodista, este Mexicano repartió su tiempo entre múltiples actividades. A la que menos tiempo dedicó fue, precisamente, a la poesía, aún a pesar de lo cual escribió grandes poemas. Entre ellos está éste, ‘A mi madre’, del que incluimos un verso a continuación:
"¡Oh, cuán lejos están aquellos días
en que cantando alegre y placentera,
jugando con mi negra cabellera,
en tu blando regazo me dormías!
¡Con que grato embeleso recogías
la balbuciente frase pasajera
que, por ser de mis labios la primera
con maternal orgullo repetías!"
7. ‘Las manos de mi madre’, de Alfredo Espino
Poeta salvadoreño, Espino murió siendo muy joven. Tras su fallecimiento se publico un libro, ‘Jícaras Tristes’, a modo de recopilación de todas las poesías que había escrito hasta el momento. ‘Las manos de mi madre’ es una de esos poemas, y en él Alfredo Espino se dirige a su madre de la siguiente manera:
"Manos las de mi madre, tan acariciadoras,
tan de seda, tan de ella, blancas y bienhechoras.
¡Sólo ellas son las santas, sólo ellas son las que aman,
las que todo prodigan y nada me reclaman!
¡Las que por aliviarme de dudas y querellas,
me sacan las espinas y se las clavan en ellas!"
8. ‘Caricias’, de Gabriela Mistral
Esta poetisa chilena ganadora del Premio Nóbel de Literatura escribió un gran número de poemas a su madre. En todos ellos destacaba la ternura que empleaba para dirigirse hacia ella, y los recuerdos de la infancia que evocaba sin cesar. El siguiente verso pertenece al poema ‘Caricias’:
"Madre, madre, tu me besas,
pero yo te beso más.
Como el agua en los cristales,
caen mis besos en tu faz...
Te he besado tanto, tanto
que de mi cubierta estas
y el enjambre de mis besos
no te deja ni mirar..."
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