La pérdida estacional de diversidad de bacterias intestinales de poblaciones antiguas refleja la pérdida actual

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La pérdida estacional de diversidad de bacterias intestinales de poblaciones antiguas refleja la pérdida actual
La pérdida estacional de diversidad de bacterias intestinales de poblaciones antiguas refleja la pérdida actual
EUROPA PRESS
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Los ecosistemas intestinales de los miembros de un pequeño grupo de cazadores-recolectores que habitan el Valle del Rift en Tanzania muestran una cíclica consistente con la dieta estacionalmente cambiante de la población. Un estudio dirigido por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, evaluó las variaciones estacionales de la composición microbiana intestinal de los Hadza, una de las pocas poblaciones tradicionales de cazadores-recolectores del mundo, confirmando que su microbiota es más diversa y sustancialmente diferente de la de los habitantes de las zonas urbanas de los países industrializados.

El estudio demuestra que la microbiota de la población de Hadza varía estacionalmente y que estos cambios se corresponden con su ingesta dietética fluctuante estacionalmente. Y la investigación sugiere que los cambios radicales en la dieta promedio de las personas en los últimos 10.000 años podrían ser el factor clave en la pérdida de la diversidad microbiana en el intestino moderno típico.

Durante más de 15 millones de años, los seres humanos han evolucionado conjuntamente con miles de especies microbianas que se instalan en la parte más baja del intestino, obteniendo su sustento al ayudándonos a digerir los componentes de los alimentos que no podemos descomponer por nosotros mismos, principalmente la fibra dietética; fabricando vitaminas y otras moléculas que mejoran la salud; entrenando a nuestro sistema inmunológico, fomentando la maduración de las células en nuestro intestino; y protegiendo nuestro territorio intestinal contra la intrusión de especies microbianas competidoras, incluyendo los patógenos.

El advenimiento de la agricultura hace entre unos 10.000 a 15.000 años ha alterado radicalmente nuestra dieta. Sólo en el siglo pasado, el estilo de vida de la persona típica ha sufrido nuevas alteraciones: los dispositivos de ahorro de mano de obra que fomentan la existencia de sedentarismo, la introducción de antibióticos, el nacimiento por cesárea y la suplantación gradual de granos enteros llenos de fibra y vegetales por alimentos cada vez más procesados y sin fibra.

Estos cambios ambientales han generado modificaciones correspondientes en nuestras exposiciones microbianas y en la capacidad de nuestros intestinos de servir como anfitriones hospitalarios para nuestros simbiontes unicelulares. Pero ha sido difícil asignar las contribuciones relativas de las innovaciones tecnológicas y sociales a la pérdida de la diversidad microbiana en las poblaciones modernas. El nuevo estudio añade evidencia de que la dieta es un factor importante.

La población Hadza es de apenas 1.000 personas, de las cuales menos de 200 se adhieren al estilo de vida tradicional de los cazadores-recolectores, que incluye una dieta compuesta principalmente por cinco elementos: carne, bayas, baobab, tubérculos y miel. Mientras que las dietas occidentales son más o menos lo mismo durante todo el año, el estilo de vida Hadza no tiene refrigeradores y supermercados.

Así, la dieta de esta población de cazadores-recolectores fluctúa en función con la estación. Hay dos estaciones en el Valle del Rift: seca, cuando el consumo de carne, baobab y tubérculos desempeña un papel relativamente mayor; y húmeda, durante el cual prevalecen bayas, tubérculos, miel y baobabs; de forma que los tubérculos y el baobab están disponibles todo el año.

"Los entre 100 y 200 Hadza que siguen esta rutina posiblemente la perderán en una década o dos, tal vez antes. Algunos están utilizando teléfonos celulares ahora --describe el autor principal del trabajo, Justin Sonnenburg, profesor asociado de Microbiología en Stanford--. Queríamos aprovechar esta ventana que pronto se cerrará para explorar nuestra microbiota evanescente".

NUESTRA MICROBIOTA CAMBIA DE UN DÍA A OTRO

Los investigadores recogieron 350 muestras de heces de 188 individuos de Hadza en un periodo de aproximadamente un año que abarcaba un poco más de un ciclo estacional completo. Un análisis exhaustivo de los contenidos microbianos de las muestras reveló que la microbiota intestinal variaba estacionalmente, en armonía con la ingesta dietética de Hadza.

En particular, un subconjunto de las poblaciones de especies microbianas disminuyó en la estación húmeda, cuando la miel representó una porción significativa de la ingesta calórica, y se recuperó en la estación seca, cuando el consumo de tubérculos ricos en fibra alcanzó su punto máximo. "Eso tenía sentido --explica Sonnenburg--. Nuestra propia microbiota puede cambiar significativamente de un día a otro, o incluso dentro de horas, en respuesta a lo que hemos estado comiendo".

Las muestras recogidas durante la misma temporada, pero con un año de diferencia, contenían poblaciones microbianas esencialmente idénticas, lo que indica una resiliencia. Más sorprendentemente fue que las especies bacterianas cuyo número disminuye hasta niveles muy poco detectables en la estación húmeda y se recupera de manera sólida en la siguiente estación seca parecen ser las mismas que, aunque compartidas por los cazadores-recolectores en lugares tan diversos como África y Suramérica de hoy en día, están totalmente ausentes en la mayoría de los que pueblan el mundo industrializado.

Estos hallazgos en combinación con los resultados de un estudio anterior dirigido por dos coautores de este estudio ofrecen un posible indicio de la desaparición de microbios. Un estudio de 2016 publicado en 'Nature' y dirigido por la investigadora Erica Sonnenburg mostró que mientras que privar a ratones de fibra dietética redujo en gran medida su diversidad de especies microbianas intestinales, esta diversidad se restableció cuando se levantó la restricción de fibra dietética.

Pero si esta privación de fibras se mantuvo durante cuatro generaciones, las especies microbianas que inicialmente se habían recuperado de manera importante, se perdieron permanentemente. ¿Podría ocurrir esto o podría haber sucedido ya en nosotros? "La fibra es todo lo que queda al final de nuestro aparato digestivo, donde viven estos microbios, por lo que han evolucionado para ser muy buenos en la digestión --subraya Sonnenburg--. Los Hadza obtienen 100 o más gramos de fibra al día en su alimento, en promedio. Nosotros consumimos una media de 15 gramos por día".

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