En concreto, los científicos han demostrado que una dieta alta en grasas afecta el equilibrio entre las bacterias buenas y malas en el intestino, lo que provoca hígado graso y aumenta ligeramente los niveles de azúcar en sangre.
Además, han comprobado que un suministro insuficiente de vitamina D agrava el desequilibrio en la flora intestinal, lo que contribuye a la aparición de hígado graso y síndrome metabólico. Y es que, la deficiencia de vitamina D disminuye la producción de defensinas, moléculas antimicrobianas esenciales para mantener la flora intestinal saludable.
"Pocos estudios han indicado que la suplementación con vitamina D no mejorar los trastornos metabólicos en personas, sin embargo, estos estudios se basan en gran medida en encuestas a largo plazo que pueden verse obstaculizadas por un bajo cumplimiento y una dosis insuficiente", han zanjado los expertos, quienes esperan confirmar estos resultados en personas.
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